Cargando webpage.
Proyecto Josefina
Cargando 0 %

Proyecto Josefina

Créditos

Idea y realización
Fernando Farina
Diseño y programación
Crudo Ediciones
Diseño editorial
Nicolás Farina
Coordinación
Eva Ruderman
Fotografías MNAD 2020
Pompi Gutnisky


Obras y Textos

Un puente virtual y un encuentro real

Podemos sin duda afirmar que la cultura establece una de las bases firmes de la relación franco argentina. El Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD) construido por el arquitecto René Sergent constituye un gran ejemplo de la arquitectura francesa que se desarrolló en Buenos Aires a principios del siglo XX. Este museo cuenta con una colección excepcional que incluye piezas francesas muy valiosas. A lo largo de los años, establecimos una relación muy estrecha, especialmente en materia de diseño.

En el marco de nuestra cooperación se había inicialmente planificado junto con el MNAD una exposición entre ambos países para que fuera la culminación de una muestra itinerante llamada “Lo que provoca el fuego”, iniciada hace un año con el apoyo de la empresa Total Austral.

La muestra, cuyo concepto consistía en cruzar las miradas de artistas argentinos y franceses conocidos en ambos países, se destacaba por su enfoque en el videoarte. Esa exposición se estrenó en la ciudad de Ushuaia, con ayuda de los FRAC (Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia). Luego, junto a Bienalsur, la muestra, que había sido rebautizada con el nombre de “Desviaciones”, se presentó en las ciudades de Córdoba, Mendoza, Neuquén y Salta integrando en cada ciudad y provincia a un nuevo artista local. Por razones de público conocimiento, la gira nacional no pudo culminar en Buenos Aires. Estaba previsto que el Museo nos abriera las puertas del Palacio Errázuriz Alvear para intervenir en todos los espacios creando un diálogo entre las preciosas piezas de la colección y la creación contemporánea.

Sin embargo, la pandemia nos incitó a reflexionar y a repensar por completo el qué y el cómo del proyecto con el curador Fernando Farina. Asimismo, nació el Proyecto Josefina que tiene como punto de partida la figura de Josefina de Alvear, quién vivió de los dos lados de la orilla viajando de Buenos Aires a París y de Mar del Plata a Biarritz. En su antigua casa y actual sede del Museo Nacional de Arte Decorativo, los artistas que fueron convocados en la primera etapa aceptaron este desafío y realizaron nuevas obras creando un cruce de las historias entre Francia y Argentina desde una perspectiva diferente. El sitio proyectojosefina.com compila este trabajo de investigación y producción aportando a su vez una construcción y deconstrucción histórica. Podrán acceder a todo tipo de textos, fotos, imágenes, videos y obras sonoras inéditas.

Continuando con el excelente trabajo realizado por mi predecesor Yann Lorvo quién ha dedicado un especial esfuerzo a este proyecto en su paso por la dirección del Institut français d’Argentine, es un placer para nosotros presentar el Proyecto Josefina y agradecer al mismo tiempo a los artistas, al curado y a Martín Marcos, director del MNAD.


Lionel PARADISI-COULOUMA
Consejero de cooperación y acción cultural de la Embajada de Francia en Argentina.
Director del Institut français d’Argentine


Buenos Aires - Paris

Antonio Seguí

1990
Óleo sobre periódico montado sobre lienzo
130 x 162 cm


¡A vos, Josefina!


Marco Polo sabía que lo que imaginan los hombres no es menos real que lo que llaman la realidad.
Jorge Luis Borges


Este hecho artístico que hoy presentamos en formato digital es el resultado del esfuerzo y la creatividad de un colectivo de artistas, curadores, diseñadores y gestores culturales que se plantearon dejar testimonio de la permanente y productiva cooperación y amistad entre Francia y la Argentina, entre el patrimonio histórico y el arte contemporáneo y entre nuestros pasados y nuestro presente. Reunir una serie de artistas franceses y argentinos y proponerles una conversación con las fabulosas colecciones del Museo Nacional de Arte Decorativo, tomando el espacio del Palacio Errázuriz-Alvear como escenario e inspiración de distintas intervenciones desde el aquí y ahora, siempre nos pareció fascinante. Junto a Yann Lorvo como generoso impulsor y Fernando Farina, experimentado curador, el proyecto fue cobrando volumen y consistencia. Reivindicar la imagen y el legado de la poco visibilizada Josefina de Alvear, tenía también el sabor de un acto de justicia para con una mujer excepcional que fue puente permanente entre la Argentina y Francia, y co-autora, junto a su compañero de vida Don Matías Errázuriz, de una colección de artes decorativas notable y de una obra arquitectónica sin igual, surgida del tablero del gran arquitecto francés de la Belle Époque Rene Sergent.

Pero llegó la pandemia y todo cambio de un día para el otro.

Sentimos que el destino había determinado que la muestra site-specific que habíamos imaginado no sería posible; que el COVID-19 nos había ganado. Que esa conversación entre el patrimonio, la historia del museo y del Palacio Errázuriz-Alvear con el arte contemporáneo, desde un diálogo sinérgico de artistas argentinos y franceses, tendría que esperar mejores tiempos o simplemente no existir... Pero allí, en el preciso momento en que ya casi nos dábamos por vencidos algo, una idea, surgió como una última pulsión de vida. Como nos enseñó André Malraux: “el arte es una rebelión contra el destino.”

Por eso es una gran satisfacción poder presentar este libro digital y difundir, de manera aún más amplia de la que habíamos pensado inicialmente, estas reflexiones que, desde el arte contemporáneo, un grupo de artistas de aquí y de allá nos brindan como sugerentes y tentadoras instalaciones e intervenciones que inevitablemente devienen preguntas. Algunas placenteras, otras incómodas... lo que el buen arte ha hecho siempre, en cada época y situación.

Viajé a Paris por primera vez siendo estudiante adolescente, cuando una inspiradora profesora de literatura me dio a leer “El otro cielo”, en “Todos los fuegos, el fuego”, de Julio Cortázar. Un viaje mágico, imaginario y no-real entre la Galerie Vivienne en París y el pasaje Güemes en el centro porteño. Una invitación inmersiva a deambular y sentir relaciones espacio-temporales tan intensas y estimulantes entre personajes, objetos y lugares. Esta obra colectiva, este proyecto en construcción, tiene algo de ese espíritu no-real, paralelo, de sugestivo extrañamiento. En los tiempos que corren el propio Cortázar nos dejó una lección de enorme vigencia: “creo que todos tenemos un poco de esa bella locura que nos mantiene andando cuando todo alrededor es tan insanamente cuerdo.” ¡Seguimos andando!

Martín Marcos
Director del Museo Nacional de Arte Decorativo

Curando a Josefina

El Proyecto Josefina es la culminación de un programa de exposiciones de artistas argentinos y franceses que, con distintas denominaciones, se viene realizando desde hace tres años por iniciativa de la Embajada de Francia y el Institut français d’Argentine. Las ideas que sustentaron estas muestras -presentadas en diferentes lugares del país-, iban a confluir en múltiples intervenciones en el Museo Nacional de Arte Decorativo, un ícono que pone de manifiesto el cruce de planteos culturales de Argentina y Francia.

Presentado en esta edición como libro virtual, nos propusimos partir del interrogante que genera un personaje poco conocido pero muy significativo para la historia argentina y la relación del país con Francia: Josefina de Alvear (Buenos Aires, 1859-1935), una mujer que para su época tuvo algunas actitudes de avanzada pero que mantuvo un perfil muy bajo. Su vida transcurrió entre Buenos Aires y París, entre Mar del Plata y Biarritz, con intervalos en su amada estancia santafesina: Ancalú.

El punto de partida para este proyecto fue su casa porteña, que mandó a construir por un reconocido arquitecto francés y que actualmente es la sede del Museo Nacional de Arte Decorativo. Entrar al espacio a través de Josefina permitió poner en evidencia diferentes problemáticas -tan antiguas como actuales- basadas en hechos reales pero también en relatos de fuentes de difícil certificación. Muchos de ellos surgen de documentos con planteos contradictorios, manuscritos y versiones transmitidas oralmente. Son construcciones pero también lo han sido las historias oficiales, que no se pueden corroborar o que decididamente mantuvieron en reserva diferentes hechos, por razones desconocidas o por simple respeto a la privacidad.

La conquista de las tierras a los “indios”, la vida de la oligarquía -con sus excentricidades incluidas-, los cánones de la época y las guerras internas y externas, agujerean los relatos académicos y empiezan a generar tensiones sobre cuestiones que se prefieren olvidar o se han ocultado convenientemente.

El Proyecto Josefina se presenta aquí como la presentación de una obra múltiple en la que intervienen más de treinta autores argentinos y franceses, en un recorrido de situaciones, vidas e historias de numerosos personajes, así como de cruces entre Argentina y Francia.

Josephine de Beauharnais y Josefina de Alvear

En el Proyecto Josefina resuena una relación simbólica con otro personaje fundamental de la historia de Occidente: Josefina Bonaparte (1763-1814). Nacida como Marie Josèphe Rose Tascher de la Pagerie, fue la primera esposa de Napoleón Bonaparte y, como consecuencia, emperatriz de Francia. Por parte de su hija Hortensia, fue abuela de Napoleón III y por la de su hijo, bisabuela de los más recientes reyes y reinas de Dinamarca y Suecia. Las familias reales de Bélgica, Grecia, Luxemburgo y Noruega también descienden de Josefina.

Acaso haya más antagonismos que paralelismos entre las vivencias y creencias de las Josefinas, sin embargo en las historias resuenan fuertemente cuestiones como el hecho de ser mujeres y los prejuicios y problemáticas que tuvieron que afrontar.

DESARROLLO DEL PROYECTO JOSEFINA

El Proyecto Josefina se terminó de definir a principios de 2020 a través de una convocatoria a diferentes artistas argentinos y franceses para que interactuaran con un espacio y su historia: el llamado Palacio Errázuriz, que desde hace poco -con la intención de comenzar a clausurar una visión patriarcal- empezó a ser mencionado como Palacio Alvear-Errázuriz o Palacio Errázuriz-Alvear, sede del Museo Nacional de Arte Decorativo.

Artistas visuales, ópticos y sonoros, diseñadores, escritores, periodistas e historiadores se sumaron a un análisis sobre las posibilidades de plantear intervenciones en la casa y desarrollar preguntas acerca del imaginario de sus antiguos habitantes.

Como un recorrido que permitiera descubrir otros aspectos del lugar se empezaron a diseñar anteproyectos que en algunos casos avanzaron rápidamente, como los relacionados con las luces y la construcción/reconstrucción del salón de baile, o la presencia de los viejos habitantes en las ventanas que dan al exterior.

La posibilidad de imaginar nuevas vestimentas para Josefina, recrear las estrategias diplomáticas en el escritorio de Matías, preguntarse acerca de la vida íntima -guardada en secreto- de los hijos y la temprana muerte de uno de ellos motivaron a los artistas, que los tomaron como temas y referencias.

La redecoración de la casa, la recuperación de la memoria, en forma de personajes o fantasmagóricamente en un espejo fueron otras de las propuestas que se sumaron. También se comenzó a hacer una relectura de la historia y a reescribir las referencias. Incluso se contempló cambiar las cartelas explicativas para citar otras cuestiones, que por distintos motivos habían sido ignoradas o minimizadas.

Todo esto pese a que misteriosamente no hay tanta información sobre las vivencias de la familia y menos se sabe de las decenas de sirvientes que vivían en la casa. Varios de los encuentros con el curador y el director del Museo sirvieron para aproximarse a algunos relatos desconocidos, pero aun así mucho parece haberse perdido entre la cautela y la reserva de la familia.

La vida entre Buenos Aires y Francia fue otro detalle singular para repensar en una casa diseñada por un arquitecto francés, repleta de obras traídas desde París y con curiosas puertas secretas o falsas, vías de escape o de engaño para respetar la simetría.

Este trabajo de investigación y creación, con idas vueltas con los artistas, estaba a punto de materializarse en objetos y textos en el propio espacio del museo, cuando se decretó la cuarentena en el país. Por ese motivo, se trastocaron las etapas imaginadas para el Proyecto Josefina. No se trata de buscar variantes virtuales a una serie de recorridos que ya realizará el público asistente al museo, experimentando desde pequeñas intervenciones hasta obras envolventes, si no de invitar a vivir una construcción en forma de rizoma, que se comienza a desarrollar a través de esta publicación.


Fernando Farina
Curador

Pintala Linda

Josefina era fea. Bueno: fea… Digamos que no había sido dotada de los cánones de la belleza hegemónica de la época. Ella, millonaria, finísima, un poco porteña y un poco parisina, cuando hacía la maniobra de “espejito, espejito”, la respuesta era siempre la misma: “Vos, no”, “Pas toi”. Como todas, antes y ahora –y ojalá que después ya no-, se vio obligada a sustituir lo que la naturaleza no le había dado con otros atributos. Las (pocas) crónicas de la época que la mencionan, nada dicen sobre su aspecto físico, y en las (pocas) fotos en las que puede vérsela luce como una mujer “normal”. Pero en las pinturas encargadas por su segundo marido, el diplomático chileno Matías Errázuriz, esos retratos característicos de cuerpo entero, curiosamente realistas, Josefina es otra persona. En las obras más emblemáticas, la de Joaquín Sorolla y la de Giovanni Boldini, la pintada tiene otra cara y otro cuerpo: una nariz refinada, una cintura pequeñísima, un escote profundo, unas piernas larguísimas. De hecho, el marchand José Artal, nexo entre Errázuriz y Sorolla, enviaba al artista apuntes sobre la protagonista para la realización de la obra: “Hay que pintar embelleciéndola (…), que resulte una gran dama verdaderamente elegante (aunque haya que mentir un poco), porque este retrato en los salones del Errázuriz será un anzuelo poderoso para nuevos encargos”. No era linda, dice Artal, pero tenía virtudes distintas: “No es una belleza (ni mucho menos) pero es una gran dama de la verdadera aristocracia de aquí, muy inteligente y con muchos pesos”.

Josefina de Alvear de Errázuriz por Giovanni Boldini (colección privada).
Josefina de Alvear de Errázuriz por Giovanni Boldini (colección privada).

Viuda de Gregorio Rodríguez, cuando Josefina llegó al altar con Errázuriz en una boda por conveniencia, ya tenía experiencia en que quisieran convertirla en objeto decorativo. Pero ella había desarrollado un gusto particular, justamente, por los objetos decorativos. Lejos de los estereotipos de las mujeres de la época, no sólo no permanecía callada al lado de su marido, sino que, además de franquearle las puertas a contactos de la alta sociedad de la Argentina, participaba en las conversaciones, elegía arquitecto para sus palacios en París y en Buenos Aires y, también, en su tiempo libre, fundaba un pueblo en la provincia de Santa Fe. Heredera de 50.000 hectáreas de su padre Diego, Josefina asistió personalmente a la construcción del casco de su estancia Ancalú, y pasaba al lado del rancherío de inmigrantes y paisanos. Ella misma decidió delimitar una población para que ese rancherío pudiera radicarse definitivamente en aquellas tierras. Su estancia se edificaba en el médano más alto, pero los ranchos eran construidos prácticamente bajo tierra para defenderse de los malones. Josefina marcó, ella misma, 136 manzanas con sus calles, sus veredas y sus cunetas. Y donó un terreno para la Iglesia, uno para la Comuna y cuatro manzanas en los extremos del pueblo: una para basurero, una para hospital, una para leprosario y una para matadero.

El 1º de marzo de 1893, Josefina recibió la aprobación oficial del Gobierno de la provincia para fundar San Gregorio, en homenaje a su difunto marido.

En el Palacio de Buenos Aires, ese que hoy ocupa el Museo, en donde habita su colección de arte, en donde se aprecia su gusto por lo francés, en donde se escucha el sonido de las grandes fiestas de la alta sociedad de ese “imperio que nunca existió” como describía André Malraux a Buenos Aires, están colgadas la obras que la pintan como la mujer que debía ser para alcanzar el estereotipo de belleza. La Josefina apasionada por el arte, la que dejó su huella en un pueblo entero, esa tuvo que esperar muchos años para que al Palacio Errázuriz le sumaran su apellido. En San Gregorio, le quedaron la calle principal y una escultura de bronce. En la historia del arte argentino, ahora se suma el Proyecto Josefina.

Ingrid Beck

Espejo

“¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Cuando la mentira es la verdad.”

Divididos

En el espejo

Nicola Costantino

2020
Fotomontaje digital
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky



Memorias de Mato Errázuriz Alvear

Unos meses antes de su muerte a los 44 años (1941), Matías Errázuriz Alvear había empezado a tomar notas de lo que sería un libro de memorias. Sabemos de la existencia del mismo porque el manuscrito fue incluido por error en el catálogo editado por la Casa Kraft con motivo de la subasta que siguió al fallecimiento de Matías padre en Chile (1953). El oficio judicial de la subasta indica que fue “retirado” de la misma. Imposible saber si quedó en posesión de un pariente trasandino o si volvió a Buenos Aires junto con otras pertenencias personales, pero el archivo del MNAD posee una copia del manuscrito ingresada en el año 1968. Nadie del área de investigación del museo tiene muy clara su procedencia, y de hecho se lo daba por perdido hasta hace muy poco. Mientras continúa en preparación una edición crítica del mismo, adelantamos un fragmento en el que se relata una travesía a Europa en 1907.




El océano

El proyecto nunca se discutió en mi presencia. Todo estaba decidido y planeado cuando Papá me dio la noticia: “Nos vamos a Europa. Ya están reservados los pasajes en el Cap Arcona, el vapor de la compañía alemana. Solo dieciséis días de viaje entre Buenos Aires y Boulogne-sur-Mer ¿te das cuenta? Visitaremos las patrias de Cervantes, Camões, Jonathan Swift, Walter Scott y Marlowe. Vas a quedar pupilo en Beaumont, el colegio de los jesuitas en Berkshire. Con tu madre y tu hermana nos instalaremos en París.”

Embarcamos una mañana, a principios de octubre de 1907. Hubo lloros en casa de los que no podían ir a despedirnos al puerto y en el puerto lloros de parientes, amigos, servidores, aparecidos algunos ese día después de mucho tiempo de no verlos, y éstos -me parecía- eran quienes más lágrimas vertían, más se sonaban la nariz, más se comportaban como si el nuestro fuera un viaje sin retorno. No lo sabía yo entonces, ni tampoco mis padres, pero por diversas circunstancias no estaríamos de nuevo en Buenos Aires hasta una década más tarde, cuando la inauguración de la casa de Palermo que Papá todavía ni soñaba en construir.

Al mediodía, la sala de recepción de la suite desbordaba de flores, bombones y botellas de champagne, regalos de parientes y amigos de mis padres. Pasaban a saludarnos miembros de otras tantas familias conocidas que también viajaban ¡Por fin, a las cinco de la tarde sonó la sirena! Las cabinas quedaron vacías de gente, y en la cubierta y el dique se agitaron manos, sombreros, pañuelos. Con Pepita nos pegamos a la barra fría de la borda durante muchísimo rato, saludando rostros que se iban confundiendo, cuerpos que se iban achicando, pañuelos que parecían papelitos rotos que el viento mueve sin despegar del suelo.

Cuando regresé a mi camarote la ropa estaba acomodada, los baúles enviados a la bodega junto con todo lo que no utilizaríamos a bordo durante la travesía atlántica, y mi abrigo de astracán guardado en la cámara frigorífica con los visones y estolas de Madre. Las camas habían sido rehechas y las sábanas reemplazadas por unas de hilo que habían llevado desde casa, con el monograma de los Errázuriz - Alvear. Frazadas, almohadas, fundas y toallones ostentaban el logo de la Compañía Naviera Hamburgo - Sudamericana.

El viaje tuvo una particularidad. En Montevideo abordó el príncipe Enrique de Prusia, hermano del Káiser, que había hecho una visita de cortesía por Sudamérica. Se dijo después que el emperador Guillermo en realidad estaba tanteando la opinión que se tenía del Reich en los círculos diplomáticos y dirigentes de Argentina, Uruguay, Brasil y Chile. Con la presencia a bordo de una corte europea, todas las noches había que vestirse de etiqueta y el comedor no se abría hasta que aparecía, en lo alto de la escalera, el príncipe. Le seguía un desfile de personalidades teutónicas, con uniformes, medallas y sables. En aquellos áureos tiempos, las mujeres rivalizaban de elegancia durante el viaje, luciendo encajes, sedas, tiaras y muselinas. Dio la casualidad que en el mismo barco viajaban unas chilenas muy lujosas, de ostentosa paquetería, parientas lejanas de Papá. A Sáenz Peña se le antojó que no debían superar en elegancia a las argentinas, por una cuestión de patriótico prestigio. Le inducía pues a Madre a que cada día apareciera con algo nuevo y de lo mejor que traía, en lo que acabó siendo un verdadero torneo de frivolidad. Por supuesto, terminó por llamar la atención del Príncipe Enrique, quien solicitó a Papá si en ocasión del gran baile que se celebraba cuando el barco cruzaba la línea del ecuador le concedía el privilegio de bajar la escalera del brazo de Madame Alvear. Era la única noche de toda la travesía en la que se permitía a los más chicos compartir la mesa de los adultos en el Gran Comedor, y no hacerlo más temprano con las niñeras en los salones pequeños. En un gesto de rara osadía, teniendo en cuenta su edad y su posición, Madre decidió mostrarse con un vestido de seda color marfil bastante suelto, de amplio escote, y unas largas perlas por único accesorio. Sus hombros estaban apenas cubiertos por un manteau de terciopelo borgoña, con cuello y puños de visón. Radiante y vivaracha en medio de la circunspecta comitiva germana, causó sensación, y el rostro de Sáenz Peña mantuvo toda la noche la misma expresión triunfante. Unos años más tarde, cuando Papá encargó a Boldini el conocido retrato destinado a iluminar su escritorio, le solicitó a Madre que posara con el mismo conjunto que había usado en aquella inolvidable soirée atlántica.

Conservo otra imagen muy vívida de esa noche. En una mesa pequeña y un poco apartada de las demás, ubicada en una esquina del salón, alguien comía solo. Primero creí que era otro chico que estaba cumpliendo algún tipo de penitencia. Estaba sentado en una silla de madera de patas larguísimas, un taburete con un respaldo de cuero que se notaba muy cómodo. Pero se trataba de un hombre, de cuerpo proporcionado, aunque muy pequeño. No creo que fuese mucho más alto de lo que era yo entonces. Su pelo, abundante y muy corto, brillaba como si le hubiesen pasado betún; y su piel tenía un tono aceitunado que no había visto en otros. Vestía un traje de tres piezas color añil que contrastaba con la blancura del mantel. Pero lo que más llamó mi atención fueron sus mocasines dorados, con punta, salidos de alguna fantasía oriental. Me encandilaron. Nunca había visto a ese pasajero paseando por cubierta durante el día, y no se parecía a ninguna persona que yo conociera en Buenos Aires ni en la estancia de Santa Fe. Tampoco viajaba solo: frente a él, dentro de una gran jaula dorada, revoloteaba un colibrí. Con la ayuda de un escarbadientes bastante largo, le acercaba al pájaro migas de pan mojado embebidas en leche, que pasaba entre los barrotes de la jaula. Yo no podía quitarle los ojos de encima, y en un momento que levantó la vista nuestras miradas se cruzaron. Caí como en un ensueño, y mientras me observaba empecé a sentir miedo inmemorial y me pareció que nos habíamos quedado a solas en ese inmenso salón. Después de una eternidad, volvió a concentrarse en el pájaro. Bajé la mirada y -todavía temblando- agarré la cuchara de plata. El éclair au chocolat se me atragantaba en la garganta, pero concentrarme en el postre fue una manera de disimular mi turbación. Cuando dimos las buenas noches a los mayores y nos levantamos de la mesa, hombre y pájaro se habían esfumado. No lo volví a ver. Ha pasado un cuarto de siglo desde aquella noche y su recuerdo todavía me provoca pavor. Y placer.


NOTA: "Textos de ficción elaborados a partir de archivos personales y relatos de viajeros de la época."

Ricardo Watson


Escritorio del Señor, c. 1925.
Escritorio del Señor, c. 1925 (Colección MNAD).

Carta enviada por Mercedes “Popona” Ocampo Alvear a su tía y madrina Josefina Alvear Errázuriz


Venezia, 18 de noviembre de 1931


Mi querida Pepa: recibí tu carta con gran alegría y me dio mucha pena que estés pasando por un momento tan especial, pero te conozco fuerte y verás que vas a salir bien de todos estos sinsabores que estas viviendo ahora. Siempre fuiste una persona muy positiva y solo recuerda que Dios no nos abandona nunca. Sabe que lo que nos manda lo podemos soportar. Ten fe, mucha fe, y saldrás airosa de toda tu tribulación.

Querida Gorda, lo que me dolió mucho es que tus hermanas se alborotaran porque me regalaras la talla de la Virgen de Navarra. Una vez me contaste que te la había dado tu suegro, quien la había comprado al Marqués de Alcañices. Por lo menos es la historia que recuerdo. Pero, en fin, no importa eso, lo que quiero decirte es que me desprendo de ella con mucho dolor. Te la devuelvo hasta que le hagas tu promesa, pero quiero que a su vez tú me prometas que cuando Mato venga otra vez por aquí me la traiga de nuevo. Dile a tus hermanas que no tienen por qué meterse en lo que no es suyo. Tú me la regalaste porque sabías que conmigo tendría el amor que vos le dabas. La quiero muchísimo y se me parte el corazón no tenerla a mi lado. Es lo primero que veo cuando abro los ojos por la mañana, y más de una noche me he dormido con ella sobre el lecho.

Tras recibir y releer tu carta tres veces, me puse tan nerviosa que salí a los tumbos a la calle, hecha una tarambana. Entre el llanto que me oprimía la garganta y la niebla espesa que cubre a la ciudad en esta época, me sentí perdida ¿Podrás creer que me tuve que apoyar contra el muro del Palazzo Franchetti? Imagina qué aspecto tendría, que una humilde mujer que tiene allí un kiosco de refrescos para los estudiantes que cruzan a la Academia se acercó a preguntarme si la Signora no quería un bicchiere d'acqua. Ahora estoy de nuevo en casa, ya serena y con la cabeza despejada. He envuelto la talla en paños y la he colocado en una caja, junto con un piso que bordé especialmente para ella con la oración que le rezo todos los días. Pepa querida, te la mando con todo mi amor. Para que te ayude y te acompañe en todo momento.

Pero no olvides: no fue a una extraña a quien se la diste, ¡¡¡soy tu ahijada!!!. Te ruego que no vuelvas a hablar de este asunto con tus hermanas y mándamela de vuelta, no olvides que me la habías regalado. ¿Para qué la quieren ellas? Solo nosotras somos devotas de la Virgen de Navarra. ¿Ya no recuerdas el amor y la alegría con que me la llevé el día antes de mi partida, cuando nos despedimos en tu saloncito y te pedí consejo? Tú estabas de pie junto a las cortinas, mirando por los cristales de la ventana hacia el parque que está del otro lado de la avenida Alvear. Tu rostro bañado por la luz del sol me recordó al de Santa Teresa. Sin girarte, me dijiste: “Climb every mountain/Ford every stream/Follow every rainbow/Till you find your dream”. Solo te pido una cosa: ponte fuerte y DEVUÉLVEMELA en el próximo viaje de Mato. Que no me pase a mí lo que Chichita Acevedo hizo con el anillo de Tía Adela, que ella quería que lo tuvieras tú y nunca te lo dio. Y encima tuvo el tupé de llevarlo puesto en la recepción que siguió al nombramiento de Matías como embajador. Yo no quiero que me pase lo mismo. Recuerda que mi bautismo fue a los pies de la Virgen de la Merced que está en la Iglesia de la calle Reconquista, la misma a la que entraste dos veces para prometerle amor a cada uno de tus esposos. Haz ahora una nueva promesa y diles a todos que esa talla es mía, que me la regalaste y que si Dios quiere, regresará a mis brazos otra vez.

Hace mucho tiempo deseaba escribirte, pero enfermedades de mis hijos y mías no me han dejado tiempo. A Carlos se le practicó una operación bastante seria en la garganta, pero felizmente ha quedado bien. Elena sufre como yo la humedad de esta ciudad. Mi determinación primera fue volver inmediatamente a Buenos Aires, pero el médico no quiso que embarcase pues sería muy malo el aire salitroso húmedo. Para peor se me echó a perder un dedo y casi me ha costado que me lo corten, pues ya el médico estaba con los instrumentos en la mano. Pero viéndome tan nerviosa decidió esperar una hora, poniéndome un remedio que felizmente hizo mucho por mejorarlo. Sigo siempre con mi diabetes a cuestas. Había bajado de peso, pero ahora estoy otra vez gruesa y he tenido que volver a llamar a la modista.

Tesoro mío, te envío para las fiestas de fin de año todo mi cariño. Cuídate mucho, tú sabes cuánto te quiero y la admiración que siempre he sentido por ti y por Don Matías. Dios eligió para mí unos padrinos maravillosos. Un beso muy especial para Pepita y Jaime Alberto, a quienes tuve la alegría de ver aquí la temporada pasada, lo mismo que para tus tres hermanas. Recibe todo mi recuerdo y todo mi amor. Cuídate mucho. Besos de tu ahijada, Popona.

La siguiente esquela posiblemente viajó embalada junto con la talla, porque se encontró en el mismo sobre que la carta:

Pepa: te mando estos pisitos que bordé yo misma. Pónselos para que la Virgen se acuerde de mí. La limpié por todos lados, te la envío impecable. Recuerda que va en calidad de PRÉSTAMO porque me la regalaste. Ahora es mía y la quiero como a vos. Espero que en el próximo viaje de Mato la pueda tener otra vez a mi lado. Te la mando solamente porque eres tú, por lo mucho que te quiero. Nadie mejor que yo para tenerla. Como verás, está muy cuidada. Besos, Popona.

La Virgen de Navarra nunca fue enviada de regreso a Venecia, e integra el catálogo original del MNAD.


NOTA: "Textos de ficción elaborados a partir de archivos personales y relatos de viajeros de la época."

RW


Salón de Madame.
Salón de Madame.
Virgen María Navarra.
Talla en madera policromada de la Virgen María, Navarra s. XIV (colección MNAD).

Carta enviada por Josefina Errázuriz Alvear a su amiga Nenina Lajous


Nápoles, 11 de septiembre de 1916


Mi querida Nenina

Minerva de mármol.
Minerva de mármol (colección MNAD)

Nápoles, 11 de septiembre de 1916


Mi querida Nenina

Si esta carta te llega será casual, porque la correspondencia está difícil. Estamos en Nápoles desde ayer. Papaíto decidió alquilar un Renault con chauffeur en el que nos trasladamos desde Roma. Le pareció más seguro viajar de esa manera. Mami decidió no acompañarlo y seguir ocupada con todo lo relativo al regreso a Buenos Aires, aprovechando que la saison está tan floja. ¿A qué dios nos encomendaremos para que la guerra se acabe pronto? Pronostican que en París faltará luz, carbón y otras cosas. Las pocas noticias que llegan del frente son espantosas y todo el mundo está en contra de los alemanes. El año pasado fue el horror de Ypres y ahora esta crueldad de Verdún. Yo no tenía pensado moverme de la ciudad, pero Papaíto se empecinó en ver una Minerva que apareció de la nada en las calles de Roma mientras excavaban para levantar un nuevo hotel. Atilio Stefani le habló mucho de ella y considera que tiene unas dimensiones ideales para ubicarla en el jardín de invierno del palacio porteño. Me dio no sé qué que viniera solo, y en todo caso estaba bastante aburrida. Casi toda la colonia argentina está de regreso en Buenos Aires y los bailes mermaron mucho. Con Mato ya no se puede contar para nada. Frecuenta a gente cada vez más excéntrica. Con decirte que ahora está íntimo de un catalán que se ha puesto de moda como decorador y que tiene de amante a una rusa que ya ha estado con todo el mundo. Nuestro círculo los ha bautizado “el trío infernal”.

En París tomamos el wagon-lit a Roma en la Gare de Lyon. Otro pasajero que iba caminando delante nuestro debe de haber escuchado cuando le indicamos al mozo cuál era nuestro coche. Llegó primero, pegó un salto en la escalerilla y giró graciosamente para ayudarme a subir con sus dos manos. Era Jaime Gómez Tezanos Pinto, el “salteño” que conocí en el baile de carnaval del Casino de Ostende. ¿Te acuerdas que te conté la gracia que me hizo su manera de hablar provinciana? Viajaba en el mismo tren. Y cuando media hora después entramos al coche comedor, en la mesa pegada a la que teníamos reservada estaba sentado ¿quién? Jaime Gómez. Es elegantísimo. A Papaíto lo conquistó enseguida, hablándole de pintura cusqueña y ángeles arcabuceros. La madre de Jaime nació en Lima, son una gente riquísima que desciende de un gran conquistador que llegó junto con Pizarro. Yo lo escuchaba y me sentía como un nadador principiante que se tira al agua para aprender, encantada ante la idea de tratarle durante unos días.

La caída de Simón el Mago, Nápoles s. XVII (colección MNAD).
La caída de Simón el Mago, Nápoles s. XVII (colección MNAD).

En Roma lo esperaban unos amigos que se hospedan muy cerca del Grand Hotel, con lo que fue fácil combinar nuestros horarios. La ciudad nunca me había conmovido tanto. Sus colores ocre; la luz otoñal dibujando figuras en el Tíber; las bancarelle de flores en Piazza Repubblica, en las que Jaime se detuvo a comprarme los primeros ramitos de violetas de Parma; el olor de la fruta por la mañana en los puestos de Campo dei Fiori. Toda la eternidad y la belleza de la ciudad tomaron posesión de mi espíritu. Me sentía rodeada de poesía en su compañía, y solo le pedía a la vida que se compusiera siempre de una interminable serie de momentos felices. Por suerte aquí la guerra no es un tema de conversación, con el frente de batalla ubicado en los Alpes. Los bailes siguen en pie y gracias al buen oficio como embajadora de Adela Rodríguez Larreta, pudimos asistir al que ofrecieron los Gonzaga.

Una tarde de mucho calor fuimos a una galería que está a pasos de la Piazza Barberini (la "aberración" barroca de Borromini). Protegida del sol por unas cortinas que amarilleaban el ambiente, la sala estaba en una semipenumbra, sembrada de dioses y monstruos. A Minerva la habían colocado sobre un pequeño pedestal. La pieza de mármol emanaba serenidad, nobleza y fuerza, y conmovió a todos. Papaíto aseguró que era un resumen de las bellezas antiguas y que el viaje desde París para verla había valido la pena. Después del almuerzo visitamos la Iglesia de San Ignacio, en la que un conde, a quien yo confundí con un sacristán, nos mostró en detalle la bóveda ilusionista de Andrea Pozzo, ayudados por unas enormes lupas que tienen allí puestas a disposición de los viajeros. Fue él quien nos informó que un marchand inglés subastaría mañana, aquí en Nápoles, una complejísima pieza de marfil, oro y plata que parece ser excepcional. Jaime tenía compromisos y no pudo acompañarnos. Nuestro último paseo fue ir andando por Via Margutta hasta la Piazza del Popolo. Subimos las escalinatas hasta llegar a los jardines de la Villa Borghese y se abrió ante nosotros una vista magnífica de la ciudad. No sé si fueron la luz, los colores o el silencio de la tarde interrumpido únicamente por el sonido de una campana. Sofoqué un sollozo y le dije a Jaime que sí, que en cuanto lleguemos a Buenos Aires anunciamos nuestro compromiso. ¿No es maravilloso el mundo, incluso si está en medio de una guerra?


NOTA: "Textos de ficción elaborados a partir de archivos personales y relatos de viajeros de la época."

RW

Nuestra Señora de las Mercedes ilustrada por Francis Sartorius Jr. (1804).
Ilustración de Francis Sartorius Jr. (1804) que refleja el momento en que se produce la explosión de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes.

Mi familia muerta

¡Dios mío! ¡Parece que el hombre hoy día no sabe, no puede sufrir!
Sabina de Alvear y Ward


El comandante británico Graham Moore dio la orden; las negociaciones habían terminado. Ciento ochenta y cuatro cañones, distribuidos en una flota de cuatro fragatas, abrieron fuego. La costa portuguesa que se divisaba tan cerca fue borrada por el humo; el silencio se convirtió en aullidos de auxilio; y la fragancia a mar fue opacada por el olor de carne humana asada, mezclada con pólvora y sudor. El Mayor General Diego de Alvear y Ponce de León, como Segundo Comandante de la escuadra española (cuatro fragatas de menor porte, inferiores en número de artillería y calibre) estuvo al frente de la batalla. Su superior, consciente y partícipe en las negociaciones, se encontraba enfermo con síntomas de fiebre amarilla; y aunque sabían de la superioridad del enemigo ya sea por honor (lealtad al Rey), codicia (cargaban metales preciosos), u orgullo mezclado con valentía, presentaron batalla.

No hubo tiempo de brillantes estrategias, ni de más gestos heroicos; Diego de Alvear, al poco tiempo de iniciado el combate, ordenó izar la bandera blanca de rendición. A pesar de que los relatos narran la ferocidad de los españoles defendiendo sus posiciones, lo único concreto es que la fragata Nuestra Señora de las Mercedes voló por los aires cuando una pieza de artillería hizo explotar su polvorín. Doscientos ochenta y dos hombres fueron arrojados a mar abierto; la mayoría murió. Los británicos, que rompieron un tratado de paz entre ambas naciones, triunfaron. Los españoles, sus cargamentos y las tres fragatas capturadas fueron llevadas a Gran Bretaña quedando a disposición de la Corona.

En tierra inglesa, Diego de Alvear, quien tuvo que realizar una cuarentena estricta por el peligro de contagio de fiebre amarilla, escuchó el relato de un marino que vio a una mujer, de vestido elegante, aferrada a un trozo de madera desgarrando su garganta con pedidos de auxilio. Pero nunca supo si esa mujer era María Josefa Balbastro, su esposa. A bordo de la Mercedes iban su esposa y siete de sus hijos; ninguno pudo ser rescatado.

Sólo Carlos María de Alvear (1789-1852) sobrevivió por encontrarse con su padre. Tiempo después volverá a América y se sumará a los procesos revolucionarios en la actual República Argentina; iniciando el linaje criollo de los Alvear.

Nicolás Farina

El presidente saliente Hipólito Yrigoyen recibe en el Puerto de Buenos Aires al presidente electo Marcelo T. de Alvear, abrazándolo en la planchada del Massilia. El presidente saliente Hipólito Yrigoyen recibe en el Puerto de Buenos Aires al presidente electo Marcelo T. de Alvear, abrazándolo en la planchada del Massilia.
Conmemoración en Argentina a los cien años del hundimiento de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes. Caras y Caretas, 17 de octubre de 1904.

Revelaciones

Justo atrás, pese a que lo ocultan, aparece. No se trata de nada que no sepamos o intuyamos sino de pruebas, son las fotos, simples registros que nos muestran cosas, como los pies de la víctima muerta en un parque.

Sin Título

Pompi Gutnisky

2020
Toma directa digital

Sin Título

Pompi Gutnisky

2020
Toma directa digital



Palacio Errázuriz - Alvear
Palacio Errázuriz - Alvear.

LOCURA DE REYES Y DE MAGNATES

Nunca la representación chilena en Buenos Aires ha tenido más calurosa acogida, ni un marco más grandioso que el que tuvo durante el periodo en que fue Embajador don Matías Errázuriz, secundado tan señoralmente por su distinguida esposa doña Josefina de Alvear.
José Toribio Medina - Los Errázuriz, 1968.


No se arrepienta de su 'folie' -me decía el gran arquitecto Sergent, cuando mi imaginación creaba la realidad que él más adelante debía llevar a cabo-, la que en aquel entonces dieron en llamar “locura” de reyes y de magnates, nos dejó esos tesoros inagotables de arte, que son refugio de belleza en la mediocridad del momento. Y agregaba: Andando el tiempo usted verá su ideal realizado; Buenos Aires poseerá algo así como la Wallace Collection de Londres, un Museo de Artes Decorativas, un solaz en las horas de descanso, donde los obreros inteligentes puedan ir buscando en el pasado orientación para el presente.
Matías Errázuriz - Recordando, 1937.


Asunción de Matías Errázuriz como Embajador de Chile en la Argentina, 1931.
Asunción de Matías Errázuriz como Embajador de Chile en la Argentina, 1931.

Matías Errázuriz tiene el placer de ser quien, con su apellido, le da nombre al Palacio Errázuriz-Alvear, hoy el Museo Nacional de Arte Decorativo. Nació en el seno de una de las familias más influyentes en la historia de la conformación de Chile: Tres presidentes, un vicepresidente, diputados, senadores, obispos, sacerdotes, empresarios, hacendados, diplomáticos y militares es la larga lista de profesiones de los familiares con los cuales Matías creció, convivió y se educó. El refinamiento de los gustos estéticos de Matías está vinculado con su carrera profesional como diplomático, formando desde muy joven parte del Ministerio de Relaciones Internacionales, que le permitió conocer vastos territorios del mundo, así como culturas y producciones artísticas diversas. Uno de sus primero trabajos fue en el Imperio de Brasil, sí imperio, porque por aquellos años Brasil tenía rey o emperador o algo parecido, Pedro II, donde Matías pudo conocer los palacios imperiales de Guanabara y de Petrópolis, entre otros, y apreciar majestuosas obras de artes y piezas de decoración realizadas por los artistas más notables y reconocidos de Europa. Luego anduvo por Italia, en la Santa Sede, España, Bélgica y Uruguay hasta recalar finalmente en Argentina; viajes que potenciaron su pulsión coleccionista.

Asunción de Matías Errázuriz como Embajador de Chile en la Argentina, 1931.
Josefina de Alvear y Matías Errázuriz.

En 1897 Matías Errázuriz contrajo matrimonio con Josefina de Alvear, hija de Diego de Alvear, uno de los hacendados con más tierras en la Argentina, y un apellido vinculado con lo más alto de la oligarquía local. Dicho matrimonio parece ser que ayudó bastante en lo económico a Matías, y en los vínculos sociales que le habilitó. En los sucesivos años la pareja fue acumulando una vasta colección de arte de lo más ecléctica, que incluía desde muebles de autor, gárgolas de iglesias, esculturas clásicas, obras de arte, utensilios de diseño hasta telares inmensos; en la que en algunos objetos creados con fines eclesiásticos o cuadros familiares de lores o damas europeas -sin ningún vínculo con la pareja- pasaban a cumplir fines estéticos. No son pocos los que resaltan la particularidad en el interés que tenía Matías con la historias de aquellos objetos y obras que poseía, dando gustosas charlas y visitas guiadas personalizadas en las noches de bailes y tertulias que la familia organizaba.

Dicha heterogeneidad se puede apreciar en quizás la principal obra que dejó la pareja, que fue el actualmente llamado Palacio Errázuriz-Alvear (antes, Palacio Errázuriz a secas) ideado por el arquitecto René Sergent en estilo neoclásico francés, pero por dentro existen múltiples habitaciones con diseños únicos (encargados a diversos arquitectos y diseñadores, no todos colaboradores de Sergent) donde parece ser una especie de viaje en el tiempo por distintas épocas y modas europeas, sobre todo francesas.

Matías Errázuriz por Jorge  Beristayn.
Matías Errázuriz por Jorge Beristayn.

El palacio, inaugurado en 1918, cumplió varias funciones, primero como hogar de la familia, Matías y Josefina habían tenido dos hijos, de nombre homónimos pero llamados “Mato” y “Pepita”; después como Embajada de Chile cuando Matías asume el puesto de Embajador; pero por sobre todo fue un museo, cumpliendo esa triple función de hogar, embajada y museo, porque por la disposición de las obras y los objetos parece que el diseño estuvo sumamente vinculado a las características propias de cada obra, mueble y objeto de decoración que poseía la familia, y a encontrar el lugar adecuado para que las mismas se luzcan y puedan ser apreciadas. Un ejemplo de ello son los tapices flamencos ubicados en el gran hall, el único ocupa dos pisos, que por sus tamaños dispusieron especificaciones estrictas al diseño de Sergent.

En 1937, tras la muerte de Josefina de Alvear (en 1935), el Estado Argentino mediante la Ley 12.351 adquirió el Palacio Errázuriz-Alvear y la mayoría de su colección y mobiliario, con el fin de conformar el Museo Nacional de Arte Decorativo. Ese mismo año, Matías Errázuriz publicó el libro “Recordando”, sus memorias, donde resalta que “lo que parecía un sueño se ha realizado: la casa es el Museo de Artes Decorativas de Buenos Aires”.

NF



Matías Errázuriz con sus nietas Josefina y Carmen Gómez Errázuriz, 1931.
Matías Errázuriz con sus nietas Josefina y Carmen Gómez Errázuriz, 1931.
Josefina de Alvear.
Josefina de Alvear.
Matías Errázuriz por Jorge  Beristayn.
Matías Errázuriz. Caras y Caretas N° 1717, 1931.
Matías Errázuriz.
Matías Errázuriz.


Danza en clave lumínica

Música barroca en el salón de baile. ¿Se escucha cómo “resuena” la luz en un espacio simétrico, espejado, con ribetes dorados y piso de madera?






Patricio Tejedor

Diseño y proyecto: Patricio Tejedor
Realización 3D y programación: Martin Fernández Paponi
Música: ¨La Charoloise¨ de Francois Couperin
2020


El hogar de Rodin

Boca de chimenea para el Palacio Errázuriz Alvear proyectada por Auguste Rodin.
Boca de chimenea para el Palacio Errázuriz Alvear proyectada por Auguste Rodin.

Auguste Rodin proyectó la boca de chimenea para el Palacio Errázuriz Alvear, en 1913, cuatro años antes de su muerte. La maqueta en bronce patinado (de 74 x 60,5 x 19 cm) que hoy se puede visitar en el MNDA fue fundida por Alexis Rudier en Francia, para ocupar un lugar central en la sala principal, pero nunca se llegó a concretar. Los personajes que rondan las creaciones del maestro desde su proyecto inconcluso de “La Puerta del Infierno” (1880) aparecen aquí en nuevas asociaciones: “la muerte del poeta” y las “sirenas” en el frontón superior; Adán y Eva en las jambas laterales, en actitud de duelo y tamaño colosal.

Es posible que para el tiempo en que proyectaron realizar el hogar, los precios de Rodin ya se hubieran disparado, ya que estaba en el pico de su fama, y eso desalentó a los dueños de la casa, que estaba en plena construcción.

Rodin no era desconocido en Buenos Aires. De hecho en la actualidad hay obras en colecciones públicas y privadas, y algunas piezas están instaladas en la vía pública, como el Monumento a Domingo Faustino Sarmiento, en los jardines de Palermo, encargado por el Estado cuando todavía se discutía sobre la calidad verdadera del artista, y un ejemplar del famoso “Pensador” en la Plaza del Congreso frente a la Avenida de Mayo.

Una verdad desafortunada

Hay un proyecto de chimenea titulado La muerte del Poeta, propuesto por Auguste Rodin por encargo de Matías Errázuriz para el Gran Hall que no se llegó a concretar. Es del año 1913. “Una verdad desafortunada / La muerte del Poeta” se ubica en ese lugar incómodo de indagar sobre el silencio manifiesto en la tradición y el ritual del ser: ¿Existe la posibilidad de desaparecer?


Una verdad desafortunada / La muerte del poeta

Carlos Herrera

Duración de la acción: 3 horas
Performer invitado: Ramón Ríos.

Todos para uno

En 1911, los hermanos Carlos María, Josefina y Elisa de Alvear, casados con Mercedes Elortondo, Matías Errázuriz y Ernesto Bosch respectivamente, se reunieron en París, con el arquitecto de moda en ese momento: René Sergent. El objetivo era simple: querían que Sergent diseñara sus residencias, de acuerdo al estilo neoclásico y versallesco.

El arquitecto francés fue contratado y construyó en pocos años -dirigiéndolos a la distancia y enviando muchos de los elementos desde Europa- tres grandes palacios en Buenos Aires, que hoy todavía son motivo de admiración: el Bosch, donde se encuentra actualmente la residencia oficial del embajador de Estados Unidos, y el Errázuriz-Alvear, actual Museo Nacional de Arte Decorativo, ambos en Palermo, y el Sans Souci, de Carlos, que fue el último en edificarse en San Fernando.


Palacio Errázuriz-Alvear, Palacio San Souci y Palacio Bosch.


Invisible

Hay que agrandarlo, mucho, mucho más de lo que imaginamos y hubiéramos querido, para que se vea. Hay que llevárselo por delante si no lo quieren ver, para que se sienta.

Invisible

Marie Orensanz

*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky


UN FEMICIDIO PARA LA HISTORIA

La historia de Felicitas Guerrero (1846-1872) es la de uno de los primeros femicidios que conmovió a la sociedad argentina. Tal vez porque la víctima, de 25 años, era tan bella como adinerada, una de las mujeres más deseadas por los hombres de la época, y el criminal era un muchacho de alta posición social.

Felicitas fue una joven que cuando por primera vez tuvo la posibilidad de elegir qué hacer con su vida, fue asesinada, seguramente para tranquilidad de hombres y mujeres de una sociedad tan hipócrita como patriarcal que no iba a ver de buen agrado que una chica pudiera decidir a su antojo.

Cuánto tiempo vivió esa fantasía de tener la vida en sus manos. Poco, solo unos meses. De hecho, había tenido que pagar su independencia. Felicitas fue obligada a casarse -por conveniencia de sus padres- a los 18 años con Martín Gregorio de Álzaga y Pérez Llorente, un hombre muy rico, más de treinta años mayor que ella. De nada valieron las súplicas que hizo a sus progenitores, que consideraron conveniente la unión.

Tuvo un hijo que murió a los tres años por fiebre amarilla. Y si bien la historia es difusa, se dice que el 1 de marzo de 1870, falleció Martín de Álzaga, ​su esposo, cuando ella tenía 24 años y un avanzado estado de embarazo que perdería al día siguiente, quedando viuda, sola y poseedora de una gran fortuna debido a que Álzaga la había nombrado heredera de todos sus bienes.

Su belleza y su riqueza se constituyeron en razones más que suficientes para ser una de las mujeres más solicitadas por diversos pretendientes de la ciudad de Buenos Aires, que compartían junto a ella veladas en los salones literarios.

Enrique Ocampo Regueira, un joven de 31 años —futuro tío abuelo​ de la escritora Victoria Ocampo— avanzó con sus intenciones e inclusive pasó del cortejo al acoso.

La «Quinta de los Guerrero» (antigua «Quinta de Álzaga, actualmente Plaza Colombia») en Barracas hacia 1880, donde fue asesinada Felicitas en 1872.
La «Quinta de los Guerrero» (antigua «Quinta de Álzaga, actualmente Plaza Colombia») en Barracas hacia 1880, donde fue asesinada Felicitas en 1872.

Tal vez haya sido la necesidad de liberación, que la hayan llevado a Felicitas, que frecuentaba estancias de amigos en la zona costera de Buenos Aires, a buscar otra opción.

Cuenta la historia, que yendo en un carruaje con una pareja amiga hacia una de sus estancias la sorprendió una feroz tormenta que repentinamente oscureció el cielo, provocando que el cochero perdiera su rumbo. Felicitas, entonces, lo hizo detener y de pronto un jinete se acercó diciéndole: "Es mi estancia, que es la suya, señora". El hombre que los había auxiliado, era el joven Samuel Sáenz Valiente, dueño de las tierras en donde se habían extraviado. De esta forma es que terminaron guareciéndose en esa estancia. Samuel, que la halagó y atendió con tal caballerosidad, provocaría que la joven viuda se enamorara de él.

Al poco tiempo, los rumores sobre el amorío de Felicitas y Samuel inundaron Buenos Aires, lo que llenó de enojo a un despechado Enrique Ocampo.

Dos meses después del encuentro con Samuel, el 29 de enero de 1872, Felicitas organizó una reunión de amistades en la quinta de Barracas, para anunciar su compromiso. Pero Enrique Ocampo fue hasta la casa para terminar esa historia.

Cuentan que ella bajó al comedor a saludar a su familia y a su prometido, para después dirigirse al jardín poblado de invitados. Luego pidió que la excusaran porque debía ir al interior de la casa ya que en el escritorio estaba aguardándola Enrique Ocampo, quien se negaba a retirarse si ella no lo atendía en privado.

Una vez allí, Enrique Ocampo la increpó obligándola a responder: "¿Te casás con Samuel o conmigo?", rompiendo la discreción del diálogo, por lo cual, desde otras partes de la mansión se comenzaría a escuchar una fuerte, violenta y corta discusión, terminada por Ocampo cuando sacó un arma de su bolsillo, gritando: "¡O te casás conmigo o no te casás con nadie!".

Felicitas trató de escapar a través del jardín pero Ocampo le disparó por la espalda, hiriéndola de muerte. Agonizó durante varias horas hasta su fallecimiento, ocurrido en la mañana del 30 de enero de 1872.

El juez de la causa, el doctor Ángel Justiniano Carranza, luego de tomar declaración a diferentes testigos, la cerraría figurando como "suicidio". O sea que Enrique Ocampo se eliminó con el mismo revólver que usó para asesinar a Felicitas.

Entre varias versiones, una de ellas afirmaba que, al percatarse de la discusión de la pareja y al oír los disparos que pusieron fin a la vida de Felicitas, concurrieron a la habitación del hecho Cristián Demaría —primo segundo de Felicitas, que supuestamente habría amado a esta en secreto— y su padre. Al encontrarse con la terrible escena, habrían forcejeado con Ocampo. También estuvo en discusión si estos mataron a propósito a Ocampo, o este resultaría muerto por un tiro escapado accidentalmente de su propia arma. Otras versiones cuentan que fueron los hermanos de Felicitas quienes le dispararon a Ocampo luego de lo acontecido, o que el disparo hubiera salido del arma de algún otro caballero presente en la fiesta.

Felicitas

“Hice una serie que llamé Felicitas Naón. Era la historia de una niña de la sociedad, que se transforma hasta llegar a ser un mono, con retratos de familia. Con eso en Buenos Aires no pasó nada.”


El peso de Felicitas

Antonio Seguí

1961
Técnica mixta sobre terciado
85 x 145 cm


Carne de cañón

Fragmento de la conversación entre Fernando Farina y un vecino de la Estancia Ancalú (junio de 2020)

La tierra para quien la trabaja

No era chic hablar español en el gran mundo; era necesario salpicar la conversación con algunas palabras inglesas, y muchas francesas, tratando de pronunciarlas, con el mayor cuidado para acreditar raza de gentil-hombre.
Lucio Vicente López - La gran aldea, 1884.


Diego de Alvear (1825-1887) por Joaquín Sorolla.
Diego de Alvear (1825-1887) fue hijo de Carlos María de Alvear y padre de Josefina de Alvear. Pintura de Joaquín Sorolla.

Diego de Alvear (1825-1887), poseía una gran virtud, quizás una especie de habilidad familiar, que era la capacidad de hacer dinero. De notable apellido, con familias a ambos lados del atlántico, concluyó sus estudios de médico en Estados Unidos. Pero cuando retornó al país lo hizo sin bienes propios y se encontró en la necesidad de vincularse con la oligarquía local.

En 1848 contrajo matrimonio con Teodelina Fernández Coronel, quien poseía una vasta cantidad de tierras. Diego no sólo las supo administrar sino que expandió la fortuna del matrimonio hasta convertirse en uno de los hacendados más rico del país. Comprar “terrenos fiscales” (todavía existían amplias comunidades de Pampas y Araucanos) en el suroeste de la provincia de Santa Fe parecía ser un muy buen negocio; 108 leguas (2500 kilómetros cuadrados aproximadamente) que ahora había que explotar. Con este sentido fundó el pueblo Teodelina en honor a su mujer. ¿Cuál era el trato? Diego de Alvear donaba tierras al estado para lotear, armaba un conjunto de cuadras con trazado de calles y se hacía cargo de la construcción de algunos edificios como la iglesia del pueblo, la escuela o el municipio. ¿Cuál era su beneficio? El control del indio (los malones), la expansión agroganadera y la multiplicación del precio de los terrenos aledaños. A Diego de Alvear le sirvió, y mucho, la campaña del desierto realizada por Julio Argentino Roca. Por otra parte, desarrollar acuerdos comerciales y políticos para que las vías férreas pasen por sus terrenos, también pareció ser un buen plan.

En pocos años Diego de Alvear poseía gran parte del suroeste de Santa Fe, el noroeste de Buenos Aires y el sureste de Mendoza, entre otros territorios.

Busto de Diego de Alvear.
Busto emplazado en la plaza central del pueblo Diego de Alvear, Santa Fe. La localidad fue fundada por Carmen de Alvear de Christophersen, hermana de Josefina de Alvear.

¿Hasta dónde llegó la influencia de Diego de Alvear? Bastante lejos. Fue Senador Nacional por Buenos Aires; Ministro Plenipotenciario Argentino en Londres; fundador del club y el periódico “El Progreso”; e impulsor de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. No sólo apostó a los negocios particulares sino que formó parte de una generación que buscaba la conformación de un Estado Nacional moderno, tomando como ejemplo a Inglaterra en lo económico y a Francia en lo cultural. Del progreso no sólo material y económico, sino también moral y cultural.

NF



Teodelina Fernández Coronel, madre de Josefina, esposa de Diego Alvear.
Teodelina Fernández Coronel, madre de Josefina, esposa de Diego Alvear. Retrato atribuido a Francois Flameng.
Teodelina Fernández Coronel, madre de Josefina y esposa de Diego de Alvear. Pintura atribuida a Francois Flameng, y foto con Diego, uno de sus hijos.
Colegio fundado por Teodelina Fernandez de Alvear en Villa San Diego.
Colegio fundado por Teodelina Fernandez de Alvear en Villa San Diego (una estación de ferrocarril en el sur de Rosario, actualmente Villa Gobernador Gálvez). Las tierras pertenecieron a su esposo Diego de Alvear.


Domar al paisano

Fragmento de la conversación entre Fernando Farina y un vecino de la Estancia Ancalú (junio de 2020)

Laguna Ancalú.

ENTRE LA LAGUNA Y LA PILETA OLÍMPICA

Cristo de Ancalú.

Zona de frecuentes malones hasta mediados del siglo XIX, la laguna de Ancalú fue el lugar elegido por Josefina de Alvear como uno de sus predilectos. Una casa acogedora (aunque alejada del primer proyecto de palacete al estilo francés), el parque diseñado por un paisajista y la pileta olímpica convirtieron a la estancia en espacio de vacaciones y de paso obligado de visitantes ilustres.

Ancalú (Ancaloo) dicen que significa “laguna entre médanos”, aunque hay quienes sostienen que en realidad la palabra esconde las iniciales de nombres secretos. En la barranca de la laguna, la familia había construido muelles que permitían el uso de botes y lanchas. En épocas de sequía, bajaba sus niveles, por lo que Matías Errázuriz hizo hacer en sus orillas una perforación hasta la napa donde instaló una bomba que extraía el agua para echar en la laguna, pero además traía vagones completos de sal para mejorar su calidad.

Dentro de la estancia cuatro avenidas arboladas conformaban una cuadrado, donde en cada vértice, la devota Josefina de Alvear había hecho construir un monumental Cristo.

Piletas de Ancalú.
Fotos de la pileta olímpica de los Errázuriz Alvear en Ancalú (Caras y Caretas).

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Entonces allí, á solas con su Dios, el único Ser que sondear pudiera los abismos de su dolor (...); aceptó el sacrificio por completo, ¡inclinó sumiso la cabeza y profundamente le adoró!
Sabina de Alvear y Ward


A Diego de Alvear y Ponce de León se le asignaban varias cualidades: valiente, honrado, leal, pero también podía jactarse de la cantidad de profesiones que poseía: militar, cartógrafo, político y empresario. De apellido noble español, con parientes visitando las cortes y ocupando cargos políticos, en su juventud decidió realizar carrera militar en la marina. Estudió astronomía y matemáticas cumpliendo durante más de veinte años trabajos de demarcación de los límites entre España y Portugal para el Virreynato del Río de la Plata.

Diego de Alvear y Ponce de León.
Diego de Alvear y Ponce de León.

Conoció en profundidad la selva misionera, los ríos Uruguay y Paraná, así como la flora y la fauna de la zona. Escribió numerosos textos con recomendaciones a la Corona de cómo expandir los territorios, el comercio y civilizar al indio. Tuvo contactos estrechos con la oligarquía local contrayendo matrimonio con la criolla María Josefa Balbastro.

En 1804, salvó su vida de milagro. Y digo de milagro porque, como casi todo español, era un ferviente practicante católico. Su superior enfermó y Diego tuvo que hacerse cargo del puesto de Segundo Comandante en Jefe de la flota que partía, repleta de metales preciosos, de las Américas rumbo a tierras españolas. La situación le significó cambiar de barco. A poco de llegar a su destino, la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, donde él debía viajar, voló por los aires tras un cañonazo británico que dio en el polvorín. Pero quienes seguían en el barco eran su esposa, siete de sus hijos, un sobrino y sus cincos esclavos; todos murieron. Sólo Carlos María de Alvear, un pequeño de catorce años, cadete de los Dragones de Buenos Aires, sobrevivió por seguir los pasos de su padre.

En tierras inglesas fue “preso de guerra” pero le permitían circular. Allí conoció a quien sería su futura esposa, una noble dama de 19 años, casi cuarenta menos que él. Y no sólo se casó con una joven de Inglaterra, país que había asesinado a casi toda su familia, sino que Diego resaltó el buen trato que tuvieron con él en su estadía, profundizó sus conocimientos en las ideas liberales, y entabló relaciones comerciales para expandir su negocio familiar de vinos. Los ingleses, a su vez, indemnizaron a Diego con 12 mil libras esterlinas por el revuelo que armó la pérdida de toda su familia, juntamente con sus ahorros de más de veinte años de trabajo que terminaron a mil metros debajo del mar.

Diego de Alvear falleció en 1830 en Madrid siendo llorado por dos familias, una en el viejo mundo y otra en el nuevo. Argentinos, españoles y algún inglés conmemoraron a aquel hombre que cuando contaba una historia tenía material suficiente para no exagerar ni mentir.

NF

Atropa Belladonna

La “belladonna” (mujer hermosa) es una planta que pertenece a la clásica farmacopea de las "hierbas de las brujas", y es objeto de creencias, leyendas y fábulas diversas. Fue utilizada en el antiguo Egipto como narcótico; en las orgías dionisíacas griegas como afrodisíaco, en las ofrendas romanas a Atenea -Diosa de la Guerra- para provocar el fulgor en la mirada de los soldados y en Siria para "alejar los pensamientos tristes". En la Edad Media su uso pasó a ser secreto entre alquimistas y mujeres con otros saberes conocidas como "brujas”. Sus alcaloides la convierten en una planta venenosa, que puede provocar estados de coma o la muerte. En dosis menores, delirio y alucinaciones. Su uso dilata las pupilas de los ojos, consiguiendo así una mirada más hermosa.

Cargando modelo 3D

Belladonna, de la serie Fractales Flower

Miguel Chevalier

Los amantes

De a dos o de a uno. Hay autonomía pero también algo compartido, que los une. Una unión lumínica entre dos destellos de luz complementaria. Podemos saber qué pasa en el otro cuando vemos a uno.









Los amantes

Gonzalo Maciel

2019
Secuencia de luces de 1 minuto en loop
Backlight, LEDs RGB, acrílico y madera
60 x 140 x 15 cm


Verano Eterno

A comienzos del siglo XX, Mar del Plata se convirtió en uno de los sitios preferidos de la clase alta argentina. La sociedad porteña construyó grandes residencias de veraneo, inspiradas en el pintoresquismo europeo y más tarde en el art decó. Mar del Plata fue conocida en aquella época como la «Biarritz argentina», a semejanza del exclusivo balneario francés.

Las familias más ricas del país podían pasar dos veranos al año: el argentino en Mar del Plata y el francés en Biarritz.

Vista de la Rambla Bristol. El Presidente Marcelo T. de Alvear, en compañía de su Ministro de Guerra, Agustín P. Justo, compartiendo un día de playa.
Vista de la Rambla Bristol y el Presidente Marcelo T. de Alvear, en compañía de su Ministro de Guerra, Agustín P. Justo, compartiendo un día de playa en Mar del Plata, 1927.
Escenas de playa en Biarritz. Escenas de playa en Biarritz. Escenas de playa en Biarritz.
Escenas de playa en Biarritz.

NOUS

Dibujo antiguo


Nous (Nosotres)

Manu

2020
Dibujo



DISTANCIAMIENTO SOCIAL

En 1886 llegó el ferrocarril a Mar del Plata, lo que produjo una nueva etapa de progreso para el pueblo que se convirtió en un destino turístico preferido de la aristocracia de Buenos Aires.

Al año siguiente se construyó el Bristol Hotel, inaugurado el 8 de enero de 1888. Ese mismo año la Municipalidad aprobó un «Reglamento de baños» que establecía:

Artículo 1.º: Está prohibido bañarse desnudo.

Artículo 2.º: El traje de baño admitido por este reglamento es todo aquel que cubra el cuerpo desde el cuello hasta la rodilla.

Artículo 3.º: En las tres playas conocidas: del Puerto, de la Iglesia y de la Gruta, no podrán bañarse los hombres mezclados con las señoras a no ser que tuvieran familia y lo hicieran acompañando a ella.

Artículo 4.º: Está prohibido a los hombres solos aproximarse durante el baño a las señoras que estuvieren en él, debiendo mantenerse por lo menos a una distancia de 30 metros.

Artículo 5.º: Se prohíbe a las horas del baño el uso de anteojos de teatro u otro instrumento de larga vista, así como situarse en la orilla cuando se bañan señoras.

Artículo 6.º: Está prohibido bañar animales en las playas destinadas para el baño de familias.

Artículo 7.º: Está igualmente prohibido el uso de palabras o acciones deshonestas o contrarias al decoro.

Playa Bristol 1910.
Playa Bristol (ca. 1910). El cuerpo debía estar completamente cubierto y los varones, separados de las mujeres.

Las dos primeras décadas del siglo XX llevaron a que Mar del Plata alcanzara un notable grado de desarrollo urbano.

En 1903 se encargó al prestigioso paisajista francés Carlos Thays el diseño del Paseo General Paz, un amplio parque público de cuatro hectáreas acompañando el camino costero en el tramo céntrico de la ciudad, desde el Bristol Hotel hasta la Playa de los Pescadores, e integrándose con la Plaza Colón.

En 1904 se construyó el Torreón del Monje, ampliando los límites del balneario. El edificio tenía una confitería y un club de tiro a la paloma. Esta obra estuvo a cargo del empresario Ernesto Tornquist. Más adelante en 1909 se inauguró la explanada de la loma del Torreón, al año siguiente se habilitó la estación Mar del Plata Sud del Ferrocarril del Sud, que funcionaba solamente en temporada veraniega.

La Rambla Bristol 1913.
La Rambla Bristol, también conocida como la Rambla Francesa, fue inaugurada en 1913.

En 1910 se inauguró el Club Mar del Plata, exclusivo edificio reservado para los distinguidos veraneantes del creciente balneario para sus eventos sociales, noches de juego y bailes. Diseñado por el ingeniero Carlos Agote, fue ícono de la Mar del Plata aristocrática hasta su incendio en 1961, luego del cual su estructura quedó seriamente dañada y fue demolida.

En 1912 Francisca Ocampo de Ocampo, miembro de una tradicional familia, adquirió en Inglaterra, de la empresa Boultoun & Paul, una magnífica casa de madera de dos pisos. La hizo trasladar en barco hasta Mar del Plata, donde fue emplazada en el actual barrio Barrio Los Troncos. Fue uno de los edificios más importantes de la era en que Mar del Plata fue el centro de vacaciones de los sectores altos de la población argentina. Se lo conoce actualmente como Villa Victoria» (por Victoria Ocampo).

Club Mar del Plata (ca 1910).
Club Mar del Plata (ca 1910), se incendió en 1961 y nunca fue reconstruido.

La primera rambla data de 1890, pero recién en enero de 1913 se inauguró una obra más importante: la Rambla Bristol, un símbolo de la Belle Époque. La parte abierta al público era una sucesión de locales a lo largo de unos 400 m de longitud con dos escalinatas de 40 m de ancho cada una, que marcaban los dos niveles del edificio. La terraza que daba al mar, a la que se abría la galería sobre columnas apareadas y el pórtico que daba a la ciudad con arcadas sostenidas por pilares con un primer piso sobre ellas recordaban muchas calles del París finisecular, en especial de la Rue Rívoli, por lo que también fue conocida como Rambla Francesa. A ambos lados de las escalinatas había cuatro cúpulas, dos que miraban al mar.

En 1915 se inició la costumbre ―sobre todo femenina― de «tomar sol»; por entonces se decía: «Las muchachas parecen "fritas"». En 1918 comenzaron a cambiar los trajes de baño femeninos, descubriendo los brazos. Se denominó maillot y fue considerado un escándalo de inmoralidad.​

Pasale el trapo

En un almacén, en un supermercado, las texturas, las superficies, tienden a ser brillantes, perfectas, agudas, diamantinas, mientras que cuando llegamos a la parte de los trapos -sean los trapos de piso, franelas, trapos rejilla y hasta la virulana o la esponjita- hay una suavidad al tacto, acercan una fantasía de confort que es refugio entre tanta heladera. “Pasale el trapo” es como pasar un mensaje, una clave, un recurso, básicamente tiene que ver con ese recurso textil. Cuando lo tenés en la mano y comenzás a pasar el trapo empezás a vincularte con lo textil, para lustrar, para agarrar, para vestir. “El tapado-trapo fue creado a partir de una epifanía en un supermercado; en la góndola de los trapos vi una combinación de colores y unas propuestas de diseño que me subyugaron, ahí apareció la idea de una capa para invierno que pudiera servir para que Mauro fuera a pasear a Manso (nuestra mascota), poniendo el énfasis en que salir implicaba un riesgo, y que había que protegerse, y que también estaba esta posibilidad de salir por nuestras mascotas, nuestro único salvoconducto para abandonar la casa, más allá de las compras.”


Pasale el trapo

Martín Churba

Tapado cuarentena
2020
Trapos de piso y rejilla, bolsas de residuos, servilletas de papel

La máquina de la visión

La máquina de la visión permite encontrar puntos de vista para relocalizar un horizonte o detectar referencias interpretativas del difuso panorama de la realidad contemporánea esquivando las lecturas binarias o totalizantes.

¿Cómo vemos lo que vemos? Un planisferio celeste es una carta estelar en forma de dos discos ajustables que giran sobre un pivote común que cuenta con un mapa donde aparecen dibujadas las estrellas y una plantilla móvil que tapa una parte de ellas. Con un simple giro conseguiremos que nos muestre el cielo de cualquier día y cualquier hora del año. Pero los nombres de las estrellas pueden haber cambiado porque existen otras historias.

Planisferio Venus I

Adriana Bustos

2018
Grafito, acrílico y hojas de plata sobre tela
200 x 200 cm
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky

Planisferio Venus II

Adriana Bustos

2018
Grafito, acrílico y hojas de plata sobre tela
200 x 200 cm
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky


Nudos

Hay que retorcerlo todo sin perder la geometría. Ya es momento de cambiar todas las puertas, las ventanas, las mesas. El hijo lo sabía pero no supo cómo decirlo aunque lo intentó.


Sin título, de la serie Nudos

Miguel Gandolfo

*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky


Sin título, de la serie Nudos

Miguel Gandolfo

Proyecto de intervención
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky

Gif de cometa halley.

FAKE NEWS

En 1908 el profesor Daniel Walter Morehouse descubrió un nuevo cometa (actualmente lleva su nombre), que en su cola contenía gases nocivos. En una serie de charlas anunció su descubrimiento y aprovechó también para hablar del inminente paso del Cometa Halley, a mediados de mayo de 1910.

Se estimaba que la Tierra se cruzase con la cola del cometa y sus conferencias llevaron a suponer que el Halley también contenía gases nocivos. El rumor fue aprovechado por la prensa, necesitada de noticias de impacto, que comenzó a publicar todo tipo de artículos sobre el posible fin del mundo.

Afiche Fin du Monde - 1910. Afiche Cometa Halley

El falso anuncio llegó a convencer a muchísima gente de que iba a morir. Y mientras la prensa continuaba con su redituable campaña, muchos inescrupulosos empresarios aprovecharon para producir y vender todo tipo de elementos para la ocasión.

Pese a las advertencias de la comunidad científica acerca de la falsa noticia, la publicidad le ganó a la verdad. Así fue que centenares de miles de personas de todo el mundo esperaran atemorizadas el paso del cometa con su cola venenosa, e incluso los más miedosos se suicidaron.

Pero no llegó el fin del mundo. Solo se vio un bello espectáculo en el cielo.


Marta Renous

Hotel Particulier

Hay un espejo en el suelo que lo refleja todo. El magnífico cielo raso se ve mirando hacia abajo.
Hay una pasarela que cruza la sala que recuerda las que unen las islas en el Tigre. Y se puede atravesar.
Hay pequeñas plantas que descubrir. Es la presencia del Delta, sutil y vegetal.
Ambas exuberancias, la de la arquitectura del Museo y la de la vegetación del Delta, nos permiten otros encuentros.


Mirages

Pablo Reinoso

2020
Proyecto

Tirar manteca al techo

Martín de Álzaga Unzué, apodado Macoco, nació en Mar del Plata en 1901, en una familia muy rica. Fue bisnieto de Martín de Álzaga, un vasco que llegó a la Argentina a los 11 años, en 1766, muy pobre, pero que amasó una gran fortuna con negocios de todo tipo, participó de la política y reunió cierto poder hasta que se cruzó con Rivadavia y terminó fusilado por una dudosa denuncia de conspiración.

El tío abuelo de Macoco también tuvo su fama, pero por trágicos hechos. Fue Martín Gregorio de Álzaga Pérez, el esposo de Felicitas Guerrero, dama que encarna una de las historias de amor y muerte más apasionantes de la Argentina.

Cristo de Ancalú.

Lejos del drama, este heredero de una gran fortuna decidió dedicarse a la buena vida, se dio todos los gustos y fue sin dudas el más famoso playboy argentino. La lista de mujeres con las que compartió su vida, dan cuenta de eso: Gloria Swanson, Rita Hayworth, Claudette Colbert , Dolores del Río, Ginger Rogers, Greta Garbo, Marlene Dietrich…

Si bien despilfarró toda su fortuna, vivió una vida de película, y dejó para la historia una frase con la que se describía la frivolidad con la que vivían muchos niños ricos en el Viejo Mundo a principios del siglo XX: Tirar manteca al techo.

Macoco solía invitar a comer a sus amigotes al restaurante Maxim’s de París, donde en uno de sus salones privados había una pintura en el cielorraso que mostraba a unas diosas de prominentes senos. Aburrido, una noche colocó manteca en un tenedor para ver si embocaba en el escote de las mujeres. Todo terminó con un torneo entre todos los asistentes. Pero no concluyó ahí, la ocurrencia la continuaron practicando en los cabarets parisinos, donde esperaban que la manteca se derritiera para manchar a otros asistentes o hacer resbalar a una que otra bailarina.

Choque entre auto y avión.

CUANDO LOS AVIONES CHOCABAN A LOS AUTOS

El presidente saliente Hipólito Yrigoyen recibe en el Puerto de Buenos Aires al presidente electo Marcelo T. de Alvear, abrazándolo en la planchada del Massilia.

La revista Caras & Caretas del 12 de septiembre de 1936 anunciaba un terrible suceso: “En el aeródromo 6 de Septiembre, durante unas prácticas de aterrizaje nocturno, que realizaba el piloto civil doctor Samuel Bosch (hijo), el avión chocó contra el automóvil ocupado por don Diego Bosch Alvear. A consecuencia del lamentable accidente falleció el segundo de dichos señores. El doctor Bosch resultó lesionado levemente”.

Diego Bosch Alvear y Samuel Bosch (hijo) eran primos y amigos. Diego falleció en el accidente. El piloto Samuel, que era médico, moriría 10 años después, el 16 de junio de 1946, en otro accidente aéreo, esta vez en la provincia de Córdoba.

Por fuera de los anuncios oficiales, cuentan que a los primos Bosch les gustaba asumir ciertos riesgos por mera diversión y que Samuel intentaba descender alumbrado por los faroles del auto, tal como lo hacía en los campos de la familia.

Persiguiendo el tren a los tiros

Fragmento de la conversación entre Fernando Farina y un vecino de la Estancia Ancalú (junio de 2020)

R.S.V.P.

Su apellido, su elegancia, su talento, tan Alvear, lo hacían el niño mimado de los salones
Lucio Víctor Mansilla - Mis Memorias 1904.


Julio Argentino Roca, el “Zorro”, el “padre del Estado moderno”, ya había movido las fichas de la política argentina para ser elegido como presidente de la Nación. En una de las tantas fiestas realizadas en su honor la invitación llegó con un incógnito mensaje en la parte inferior de la tarjeta: “R.S.V.P”. Varios de los partícipes no lograban identificar de qué se trataba, pero creyeron que el periodista Manuel Láinez tendría la respuesta; y este afirmó que la sigla significaba: “Roca será vuestro presidente”. Quienes participaron aquella noche no entendieron de qué se reía Láinez, pero era uno de los pocos que sabía que “R.S.V.P” provenía del francés “response s’il vous plait”, responder por favor. ¿El anfitrión? Diego de Alvear.

NF


Amenaza al coleccionismo

En el reino de las colecciones clasificadas y caprichosas -acaso eso sea un museo-, donde los objetos se comienzan a reunir sin catalogación y por alguna obsesión, hay una serie que sabemos que está fuera de registro. Tal vez fue producida en Argentina, o en Francia. Es intimista pero provoca por su simple exposición.

Sin título

Beatriz Trepat

2019
Escultura cerámica (gres y objeto encontrado, esmalte y oro tercer fuego)
12 x 12 x 5 cm

Sin título

Beatriz Trepat

2019
Escultura cerámica (gres negro y porcelana, engobe y esmalte)
9 x 7 cm

Sin título

Beatriz Trepat

2019
Escultura cerámica (gres y objeto encontrado, esmalte y decoración tercer fuego)
12 x 10 x 4 cm

Los espacios otros

En ocasiones son como hoyos profundos que agujerean la arquitectura. En otros casos, esculturas que modifican el espacio donde están.

De l'autre côté du miroir : ficciones y artificios en el decorativo

Gladys Nistor

2020
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky

De l'autre côté du miroir : ficciones y artificios en el decorativo

Gladys Nistor

2020
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky

De l'autre côté du miroir : ficciones y artificios en el decorativo

Gladys Nistor

2020
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky


Sobre las piedras

“¿Existe una máquina abstracta específica del lenguaje? En otras palabras, ¿poseen los procesos responsables de la generación de frases y enunciados un diagrama técnico que diferencie la estructura del lenguaje de la estructura de las rocas, plantas, y animales?” — Manuel De Landa

Hay un diálogo de la arquitectura de la casa con el altar que se encuentra en el subsuelo. “Nuestros primeros altares fueron las piedras. ¿Cuál es la relación entre las piedras y el lenguaje? ¿Podemos encontrar en los sedimentos de una ciudad pistas sobre esta relación? Vemos objetos que surgen de los minerales: veredas, calles, esculturas, molduras, cerámicas, escombros, estatuas, monumentos. ¿Cuáles se guardan y cuales se tiran? ¿Qué objetos componen la colección de un museo de arte decorativo? ¿Existe una memoria sonora de las cosas? ¿Cuál es la diferencia entre la basura y las obras de arte? ¿Qué es lo que se condensa dentro de todos esos minerales?”

Foto cuaderno: "Diario proceso — cuaderno"

Julián Galay

Foto 1: “Diario proceso — 1"

Foto 2: “Diario proceso — 2"

Julián Galay

Foto 3: “Diario proceso — 3"

Foto 4: “Diario proceso — 4"

Julián Galay

Foto 5: “Diario proceso — 5"



BOUDOIR DE MATÍAS ERRÁZURIZ ALVEAR

En sus inicios, proyectado en estilo Luis XVI por Carlhian, finalmente hacia 1918; el reconocido muralista catalán José María Sert (1874-1945) realizó la decoración interior del boudoir.

Por encargo directo de Errázuriz hijo al muralista, el salón anticipa los artificios del Art Déco en Buenos Aires y es el único cuarto de la casa que responde a los cánones estéticos de un estilo del siglo XX. El conjunto resume un desprejuiciado eclecticismo visual surgido al finalizar la Gran Guerra, preanunciando el optimismo de los años ´20.

Aunque no se conservaron planos diseñados por Sert, los muros estucados que imitan pórfido, las vigas del techo, las puertas sin molduras doradas a la hoja e inclusive los picaportes de jade chino testimonian su particular estilo, en el cenit de su vertiginosa carrera artística.

Para el boudoir Errázuriz, José María Sert elaboró cuatro paneles titulados La Comedia Humana que emulan parcialidades de la extensa obra de Honoré de Balzac. Aunque las composiciones exhiben pintorescos cortejos de personajes con rostros y actitudes que evocan la pintura de Goya. Sus atuendos combinan aspectos de La Commedia dell’arte de Carlo Goldoni y los Ballets russes de Serge Diaghilev e inclusive remiten a ciertas telas estampadas con motivos diseñados por Coco Chanel. Entre los séquitos estridentes, Sert incluyó varios objetos de arte oriental; biombos de laca y muebles en bois de fer. La paleta aún se correspondía a la fase polícroma en la producción de Sert, quien posteriormente evolucionó hacia sobrias grisallas monocromas. Sobre la chimenea de espejos y bronce -a modo de trumeau- Sert instaló un panel pintado sobre el reverso de un gran espejo (verre eglomisé). La investigadora María del Mar Arnús lo describe con precisión: “Narciso travestido, salta fascinado y enardecido ante su imagen múltiple que se desdobla en el espejo […] frente a la apoteosis especular de su figura prisionera de la repetición”.

Cabe reseñar algunos de los principales murales creados por Sert para diversos edificios: el vestíbulo del Rockefeller Center y el comedor del Hotel Waldorf Astoria en Nueva York; un recinto de la Sociedad de la Naciones en Ginebra; el Salón de Baile de Sir Philip Sassoon en Londres, el comedor de los Rothschild en Chantilly, las decoraciones del Palacio Mdivani en Venecia; los murales de la Catedral de Vic y la capilla del Palacio de Liria, destruida en 1936.

Para Buenos Aires, diseñó los techos del Palacio Pereda, actual embajada de Brasil y un gran biombo para Corina Kavanagh.

Asimismo, Sert diseñó cartones para tapices por encargo de la Manufactura de Gobelinos en París, proyectó escenografías de teatro para los Ballets russes de Diaghilev y plasmó múltiples ilustraciones para libros editados por Gallimard.

Hugo Pontoriero


Retrato de Matías Errázuriz Alvear por John S. Sargent, Londres, 1911 (colección privada); chimenea del boudoir y carta de José María Sert a Josefina de Alvear, ca. 1919.

Cuadros y flores perdidas

Las paredes están llenas pero los cuartos están vacíos. Los cuadros no son los mismos y se perdieron las flores, todas, hasta las del jardín de invierno. Solo quedan vestigios y minuciosas réplicas imaginarias cosidas a mano.

Intervención dormitorio. GOYA Y BRUEGHEL

Román Vitali

1. Florero. 2019. Reproducción en tejido con cuentas acrílicas. Basada en la obra de JAN BRUEGHEL, el viejo. siglo XVII. (Colección Museo del Prado). 53 x 39.5 cm.
2. “Retrato de doña María Teresa Ruiz de Apodaca y Sesma”. 2019. Reproducción en tejido con cuentas acrílicas. Basada en la obra de Francisco de Goya. Año: siglo XVII, intervenida con perforaciones basadas en Lucio Fontana. 72.5 x 92.5.
3. Flores en un vaso Wan-Li. 2019. Reproducción en tejido con cuentas acrílicas. Basada en la obra de JAN BRUEGHEL, el viejo. Año: 1609-11. (Colección Fortabat). 53 x 39.5 cm.
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky

Intervención. AMAPOLAS

Román Vitali

Amapolas. 2018. Cuentas de acrílico facetadas encastrables. Floreros bronce. 80 x 140 x 70 cm.
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky

Intervención. El Greco

Román Vitali

“Retrato de un joven”. 2019. Reproducción en tejido con cuentas acrílicas. Cristales. Basada en la obra de El Greco. Siglo XVII. Marco original de la obra robada en el año 1983. 98.5 x 74 cm
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky

Intervención. En esta casa hay fantasmas

Román Vitali

“En esta casa hay fantasmas". 2010-2019. Tejido con cuentas facetadas encastrables. Floreros. Mesa. Medidas variables.
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky

Los huéspedes ocultos

Es posible que haya fantasmas, todos sabemos que hay muchas razones. Permanecen esos pequeños hombres y mujeres anónimos que no hicieron más que trabajar. Habitaban la casa, y no sabemos sus nombres.



El Relojero

Liliana Porter

2020
Broken table clock and figurine
13 x 10 x 7.5 cm



El Jardinero (with green bordered plate)

Liliana Porter

2015
Plate and bronze figurine
7 x 21.5 cm


BUENOS AIRES, CAPITAL DEL CATOLICISMO

El XXXII Congreso Eucarístico Internacional de 1934 se realizó en Buenos Aires, entre el 9 y el 14 de octubre de 1934 con la presencia de Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII. Fue el primero en celebrarse en América latina y el tercero en América después de los realizados en Montreal y Chicago.

Congreso Eucarístico en Buenos Aires. Se observa la gran cruz erigida sobre el Monumento de los Españoles, 1934.
Congreso Eucarístico en Buenos Aires. Se observa la gran cruz erigida sobre el Monumento de los Españoles, 1934.

Por la magnitud de las multitudes que asistieron a los actos públicos, nunca antes vistas -se habla de una marcha de antorchas de más de cien mil hombres-, fue el hecho de masas más importante del país hasta esa fecha.

Congreso Eucarístico en Buenos Aires. Se observa la gran cruz erigida sobre el Monumento de los Españoles, 1934.
Cruz en homenaje al Congreso sobre el Edificio Kavanagh en construcción.

El papa Pío XI envió como su representante personal al cardenal Eugenio Pacelli, secretario de Estado de la Santa Sede que en 1939 tomó el nombre de Pío XII al ser nombrado Papa, y era la primera vez que hasta entonces que un funcionario de ese rango era enviado a un congreso internacional.​ Pacelli viajó a bordo del Conte Grande, uno de los buques de pasajeros más lujosos de la época y, al igual que los integrantes de su comitiva, aprovecharon el tiempo de viaje para aprender castellano.

Se alojó durante toda su estadía en el Palacio Fernández Anchorena, un palacio de 5000 m2 ubicado en la Avenida Alvear 1605 (esquina Montevideo), en la ciudad de Buenos Aires, propiedad de Adelia María Harilaos de Olmos (1865-1949) que al morir dejó como legado por testamento para residencia del nuncio apostólico y que es actualmente sede de la nunciatura de la Santa Sede.

Fue vicepresidente de la Comisión Ejecutiva del Congreso al igual que María Unzué de Alvear (1862-1950) y también colaboró María Mercedes Castellanos de Anchorena, por lo cual recibieron del Papa el título honorífico de marquesas pontificias.

Las habitaciones de monseñor Pacelli daban al jardín del fondo, la dueña de casa encargó juegos de sábanas de hilo con el escudo del cardenal y toallones de baño amarillos y blanco, los colores del Papa. La cama que utilizó se encuentra actualmente en el Museo de Luján.

Gruta de la Plaza constitución. Finales de 1890. Postal de la Gruta de Plaza Constitución.
Gruta de Plaza Constitución a finales de 1890 y postal de la gruta.

TODO EN NOMBRE DE LA MODERNIDAD

En la paz de la gruta, la colonia gatuna goza de las mayores franquicias, de sol abundante, reposo sin molestia y alimento sobrado.
La gruta de los gatos - Revista P.B.T., 1914


Gruta de la Plaza Constitución, 1910. Se puede observar que parte de la gruta ya había sido demolida.
Gruta de Plaza Constitución, 1910. Se puede observar que parte de la gruta ya había sido demolida.

Ni la prensa, ni los políticos, ni los ciudadanos se ponían de acuerdo, ¿maravillosa obra que representaba la alta cultura, o adefesio de mal gusto? Lo cierto es que a comienzos de 1880 el por entonces intendente de Buenos Aires, Torcuato de Alvear, comienza un proceso de construcción de enormes plazas con sus lagunas, cascadas, caminos, jardines y puentes, intentando imitar aquella tan anhelada arquitectura francesa. Pero lo más llamativo de estas obras fueron las imponentes grutas y rocallas que en la “aldea colonial” porteña en transformación sobresalían por su dimensión y rareza. Estamos hablando de cuevas con sus laberintos, cascadas y caminos a los cuales en algunos casos se podía ingresar, o escalar, o simplemente apreciar.

La Gruta de los gatos. Revista P.B.T N° 489, 11 de noviembre de 1914.
La gruta de los gatos. Revista P.B.T N° 489, 11 de noviembre de 1914.

La gruta ubicada en el Parque Sur, actual Plaza Constitución, fue quizás la más impresionante. Al salir de la nueva estación de ferrocarril era lo primero que se podía observar. Qué es eso se preguntaban los vecinos. No muchos conocían Europa, y no muchos habían visitado un castillo. La gruta de Constitución imitaba justamente un castillo de la edad media en ruinas; se podía ingresar, transitar las rampas y los puentes, para finalmente subir hasta la torre principal. A su vez estaba acompañada por múltiples lagunas y caminos de cemento, árboles de cemento, asientos de cementos, glorietas de cemento; en fin, cemento; una moda que buscaba imitar la naturaleza. ¿Pero había árboles y plantas? Sí, por supuesto, las grandes estructuras estaban acompañadas por plantas y árboles exóticos como las palmeras, que se empezaban a observar en las avenidas porteñas.

Interior de la gruta de la Plaza Constitución.
Interior de la gruta de Plaza Constitución.

¿Cuánto duró su esplendor? Poco. A los años de su construcción fue vallada y reforzada por riesgo de derrumbe. La mantención era cara y las nuevas autoridades no estaban dispuestas a realizarla. Aquello que fue pensado como una ruina realmente se estaba convirtiendo en una. Las lagunas se secaron, las plantas se morían, y ya no se veían galeras y vestidos de alta costura, sino que la plaza era transitada por los nuevos inmigrantes porteños. Quienes sí estaban contentos eran las ratas y los gatos que se adueñaron del lugar, convirtiendo un “castillo francés” en su hogar. La colonia felina se multiplicó, no tenían depredadores naturales, no eran molestados porque no se permitía el acceso, comían las sobras de los restaurantes aledaños y espantaban a cualquier intruso con feroces ataques; eran animales salvajes. En 1914, por decreto del entonces intendente Anchorena, la gruta de la actual Plaza Constitución fue demolida “por peligro de derrumbe”

Pero no era la gruta lo que se estaba por desmoronar sino la vieja idea de lo que significaba la modernidad. ¿O quizás la nueva? ¿O ambas? Cada buque que arribaba de Europa traía una concepción diversa sobre aquello que se entendía como lo moderno. Pero en la Buenos Aires de finales del siglo XIX y comienzo del XX esa discusión se materializó en cemento y demoliciones, siempre hechas en el nombre de la tan mentada modernidad. De las grutas hoy casi no quedan vestigios.

NF

Barco.

UNOS 200 BAÚLES Y UN ROLLS-ROYCE, EN BARCO, DESDE FRANCIA

La Compagnie de Navigation Sud Atlantique fue creada a principios del siglo XX para cruzar el Atlántico apuntando a hacer buenos negocios con el servicio marítimo y postal con Sudamérica.

Uno de esos barcos fue el Massilia, cuya construcción comenzó en 1913, pero debido a la Primera Guerra Mundial recién realizó su primer viaje hacia estas costas a fines de 1920, cubriendo la ruta entre Burdeos y Buenos Aires.

Era capaz de albergar más de mil pasajeros, y tenía un servicio diferencial para primera clase, por lo que durante años fue uno de los barcos preferidos por celebridades de todo el mundo. Una de ellas, era la madre de Carlos Gardel, Bertha, quien todos los años visitaba -aunque viajando en segunda clase por convicción- a su anciana madre.

La nave junto con otra gemela de la misma compañía –el Lutetia- fueron apodados “barcos del sol”, no sólo por la abundante luz natural que entraba tanto en los salones como en los camarotes sino también por el clima distendido y festivo que se vivía durante el trayecto.

En septiembre de 1922, en uno de los viajes más recordados de este barco, llegó a la Argentina Marcelo Torcuato de Alvear para asumir la presidencia de la Nación, luego de haber sido elegido mientras vivía en París.

El Massilia amarró en el puerto de Buenos Aires en medio de un multitudinario y festivo recibimiento, que encabezó el presidente saliente: Hipólito Yrigoyen. Las crónicas recuerdan que el equipaje de Alvear estaba compuesto por 189 baúles y un lujoso Rolls-Royce que después usó como coche presidencial.

El presidente saliente Hipólito Yrigoyen recibe en el Puerto de Buenos Aires al presidente electo Marcelo T. de Alvear, abrazándolo en la planchada del Massilia.
El presidente saliente Hipólito Yrigoyen recibe en el Puerto de Buenos Aires al presidente electo Marcelo T. de Alvear, abrazándolo en la planchada del Massilia.

El ROLLS-ROYCE ITALIANO

El periodo 1919 a 1939 es considerado como el de apogeo de los automóviles clásicos europeos. El segmento de lujo era dominado por marcas como Rolls-Royce (Reino-Unido), Hispano-Suiza (Francia) o Mercedes-Benz (Alemania). En Italia la marca más exclusiva era Isotta-Fraschini, cuyos vehículos eran los más costosos del mercado y toda una garantía de exclusividad.

A los Isotta-Fraschini se los conocía como los Rolls-Royce italianos, y en la Argentina fue uno de los autos que más deslumbró al sector más adinerado. La familia Alvear fue la que más consumió este tipo de vehículos. Comenzando por el propio Marcelo T. de Alvear, quien fue presidente entre 1922 y 1928.

Es sabido que Marcelo T. de Alvear fue un fanático automovilista, que corrió la primera carrera que se hizo en Buenos Aires en 1901, pero menos se sabe sobre la adoración que tenían otros integrantes de la familia por los Isotta-Fraschini.

Según registros, de los 15 ejemplares de 8 cilindros que había en el país, al menos seis pertenecieron a distintos integrantes de la familia Alvear.

Rolls-Royce. Rolls-Royce.

BORGES, ENAMORADO DE LA PEOR DE LOS ALVEAR

El matrimonio de la madre de Elvira, Mariana Cambaceres, con Diego de Alvear -uno de los hermanos de Josefina- fue uno de los acontecimientos más escandalosos para la familia. Mariana, según un secreto a voces, era la amante de Diego, y cuando ambos enviudaron decidieron vivir una nueva vida juntos. Inclusive Diego reconoció a las hijas del primer matrimonio de Mariana. Una de ellas era Elvira.

Elvira de Alvear.
Elvira de Alvear.

Estela Canto recuerda en “Borges a contraluz” que todos los 31 de diciembre, antes de cenar con sus amigos habituales, Jorge Luis Borges visitaba un pequeño departamento en la zona de San Telmo. “Allí -relata- me llevó dos veces. El apartamento era uno de esos que se abren sobre un corredor largo, angosto y húmedo. Tenía dos piececitas diminutas que daban a un patiecito escuálido. En el patiecito no había plantas y los cuartos, cuya única abertura eran las puertas que comunicaban con ese patiecito, debían ser difíciles de calentar en invierno. Aquí vivía una mujer ya vieja, alrededor de unos sesenta años, muy pálida, rolliza y que nunca había sido bonita. Borges consideraba que esta visita de fin de año era un tributo y un homenaje que había que rendir a esta mujer. Se llamaba Elvira de Alvear y su padre había sido uno de los hombres más ricos del país. (…) El hecho es que Diego de Alvear había dilapidado su fortuna y su hija vivía ahora precariamente. Un detalle que se repetía todos los años conmovía especialmente a Borges. Sobre la mesa del comedor había una campanilla de plata. Elvira de Alvear la agitaba y después comentaba: «¿Dónde se ha metido la gente de servicio? ¡Fíjese, Borges, nunca, nunca están cuando los llamo!». Esto emocionaba a Borges. Salía de allí con la sensación del deber cumplido…"

Canto, otro de los amores de Borges, no aceptó jamás que el escritor haya amado a esa mujer, que murió a los 52 años (aunque ella calificaba de sexagenaria). Tampoco le agradaba que le hubiera escrito un poema que hoy se puede ver en un bronce en el Cementerio de la Recoleta.

Elvira había sido otro ser esquivo en la vida de Borges. Pero fue una de sus musas más importantes: la Beatriz Viterbo de “El Aleph” y la Teodelina Villar de “El zahir”. Murió muy pobre, en 1959, en momentos que Borges escribió “El Aleph” (donde advierte que “todos los Viterbo eran medio locos”).

Lejos de los protocolos, Elvira se había animado a vivir su propia historia. En 1930 se había ido a París, donde en 1931 publicó la revista Imán, que lo tenía a Alejo Carpentier como secretario de Redacción.

Fue solo un número, donde recogió obras de importantes autores: Robert Desnos, Franz Kafka, Miguel Ángel Asturias, Hans Arp, Xul Solar, Vicente Huidobro, Henri Michaux, Eugenio d’Ors, Georges Bataille, John Dos Passos, entre otros.

Mario Paoletti advierte que hay quienes sostienen que la publicación fue una suerte de “proto Sur”, una especie de competencia de la revista que lanzó Victoria Ocampo, y la consideran un capricho intelectual de la aristocrática fundadora, que dilapidó su patrimonio en la empresa. Cuentan también que Elvira vivía en un palacio, con una mangosta, que se relacionó con Joyce y Valéry, y que a Neruda le prometió 5.000 pesos por la publicación de Residencia en la Tierra... y le perdió el manuscrito (Neruda la llamó irresponsable, loca y gusano).

Sólo el tiempo

Paréntesis de un momento de viaje donde los
paisajes transformados se convierten en actores de pleno
derecho en una historia que, detrás de escena, cuenta el
posible encuentro entre dos seres. Los límites entre el
paisaje exterior e interior, entre el sueño y la vigilia,
entre los ruidos y el silencio, e incluso entre los
personajes disminuyen hasta el punto de desaparecer. La
noción de paso, tan bien ilustrada por el viaje en tren,
impregna toda la historia.
(Sandra Lischi, ll respiro dei Tempo, ETS, 1995)

El tiempo.






Juste le temps

Robert Cahen

1983
Francia, 13', video, color, sonido
Producción: I.N.A
Tema, realización: Robert Cahen
Intérpretes: Nathalie Daladier, Gérard Dessalles
Imágenes: André Mrugalski

Efectos de video: Stéphane Huter, Jean-Pierre Mollet
Sonido y mezcla: Michel Notte, Jean Minondo, Claude Moretti
Luces: Jean Belfenni
Edición: Eric Vernier
Diseño de sonido: Michel Chion


Recoleta

No sólo conoce todas las historias del lugar sino que también, para mi sorpresa, por momentos cierra los ojos y deambula por los pasillos como si pudiera recorrer el cementerio de memoria.

De pronto se frena frente al Mausoleo de los Alvear, gira sobre sí, da la vuelta y llega a alcanzar a tapar en un rápido movimiento un nombre sobre una placa.

Es cuando empieza a recitar de memoria, como queriendo introducirnos en otro mundo a la vez que nos dispara un acertijo acerca de quién puede ser el autor.

Elvira de Alvear
Todas las cosas tuvo y lentamente
Todas la abandonaron, La hemos visto
Armada de belleza. La mañana
Y el arduo mediodía le mostraron,
Desde su cumbre, los hermosos reinos
De la tierra. La tarde fue borrándolos.
El favor de los astros (la infinita
Y ubicua red de causas) le había dado
La fortuna, que anula las distancias
Como el tapiz del árabe, y confunde
Deseo y posesión, y el don del verso,
Que transforma las penas verdaderas
En una música, un rumor y un símbolo,
Y el fervor, y en la sangre la batalla
De Ituzaingó y el peso de laureles,
Y el goce de perderse en el errante
Río del tiempo (río y laberinto)
Y en los lentos colores de las tardes.
Todas las cosas la dejaron, menos
Una. La generosa cortesía
La acompañó hasta el fin de su jornada,
Más allá del delirio y del eclipse,
De un modo casi angélico. De Elvira
Lo primero que vi, hace tantos años,
Fue la sonrisa y es también lo último.

Ahora hace un silencio. Nos mira cómplice provocándonos para que arriesguemos el nombre del poeta. Pero por nuestras caras sabe que ninguno tiene la respuesta. Se toma unos instantes, los suficientes como para avergonzarnos de nuestra ignorancia.

“Jorge Luis Borges”, dice.

LA PERLA NEGRA EN ANCALÚ

Josephine Baker.
Josephine Baker.

La estancia Ancalú fue el lugar de vacaciones, escapadas y fiestas de los Errázuriz Alvear. Las anécdotas sobre Josefina y su hermana Carmen -dueña de una estancia lindera- llegan hasta nuestros días a través de los descendientes de algún personal de servicio, pero también están las de los hijos y otros primos que vivían menos preocupados por las cuestiones domésticas y las condenas religiosas.

La pileta olímpica, hoy abandonada, fue testigo de algunas de las historias. Alrededor de ella se realizaban fiestas en las que no se escatimaba nada. Desde Buenos Aires, en tren, llegaban a la estación de Diego de Alvear las bandas de jazz junto con todo el servicio de comidas del Alvear Palace Hotel en vagones especialmente fletados.

Pero no todas las visitas eran bienvenidas para la familia. Para disgusto de varios de los integrantes, el propio Mato Errázuriz Alvear llevó a Josephine Baker, cuando la Perla Negra visitó por primera vez Buenos Aires, en 1928.

Fiestas que duraban días

Fragmento de la conversación entre Fernando Farina y un vecino de la Estancia Ancalú (junio de 2020)

VICTORIA OCAMPO, MATÍAS ERRÁZURIZ Y LE CORBUSIER, UN TRÍO DECEPCIONADO

Le Corbusier veía en esta zona del mundo la posibilidad de desarrollar muchas de sus ideas. El viaje a Sudamérica en 1929 no tenía el mero objetivo de dictar unas conferencias sino de consustanciarse con quienes podían ser sus “socios” por estos lares.

Los socios que buscaba pertenecían a una elite aristocrática pero progresista, que tuviera el suficiente poder y dinero como para llevar adelante el proyecto moderno. La invitación de Victoria Ocampo, quien ya antes le había pedido un proyecto de vivienda que nunca desarrolló, se sumó a la solicitud de Matías Errázuriz Ortúzar, quien le encargó el diseño de una casa de veraneo en El Zapallar, un futuro balneario en Chile, cuya urbanización estuvo a cargo de una sociedad que integraba el propio esposo de Josefina de Alvear.

El 15 de octubre de 1929 se reunieron en Buenos Aires Errázuriz y Le Corbusier para hablar de la idea, una vivienda familiar en una zona escarpada, que debía hacerse con materiales y mano de obra que pudieran conseguirse en la zona.

Seis meses después, desde París, Le Corbusier le enviaba a Errázuriz los planos y especificaciones del proyecto definitivo. Pero no obtuvo respuesta. Pasó casi un año, de dilaciones para iniciar tanto este proyecto como otros. Fue entonces cuando el 9 de marzo de 1931, Le Corbusier le escribe una carta a Victoria Ocampo exigiéndole que le explicara el porqué de la falta de respuestas a todas las promesas de encargo con las que había partido hacía más de un año desde Buenos Aires.

Desde entonces pasó del asombro a la frustración y el desengaño. Esta zona del mundo no sería la fuente inagotable de grandes emprendimientos que había imaginado.

La relación epistolar con Victoria se mantuvo por muchos años, pero en vano fueron algunos pedidos desembozados para encarar alguna obra para ella. Lo concreto es que aunque nunca se lo haya dicho frontalmente, Victoria no dudaba en manifestar en forma privada su desencanto por Le Corbusier: “Cuando un año después de su visita a Buenos Aires vi las casas que construía, disminuyó mi entusiasmo. Comprendí que prefería sus teorías a su realización como casa habitable, y que, por consecuencia alguna cosa debía fallar en sus teorías cuya aplicación era al menos decepcionante (al menos para mí).”

Del otro lado

Sin Título

Pompi Gutnisky

2020
Toma directa digital

Sin Título

Pompi Gutnisky

2020
Toma directa digital



LA FIESTA DE Le Corbusier Y JOSEPHINE BAKER

Joséphine Baker (1906-1975) fue un verdadero ícono musical y político. Norteamericana nacionalizada francesa, "La venus de ébano" (su principal apodo) no pasaba ni quería pasar desapercibida. Fue la primera mujer afroamericana en protagonizar una importante película, Zouzou (1934) y no dudó en adherir a todas las causas justas. Luchó para la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial y contribuyó al movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.

Felisa Pinto recuerda en una nota de Página/12 que ya en 1927, decía la propia Josephine: “En verdad soy célebre, mi cabeza y mis muslos están en todas partes y sin prejuzgar digo que el cielo me ha dado ‘muslos inteligentes’. Cumplo muy bien con mi contrato en el escenario pero ¿cumplo con el de la vida, con ese contrato que me está asignado en alguna parte, mi contrato de ser humano? La pregunta me aprieta el corazón”.

FLe Corbusier y Josephine Baker. Fiesta en altamar.
Le Corbusier y Josephine Baker, encuentro y fiesta en altamar.

Un año después de esas declaraciones, llegaba a Buenos Aires en gira artística, pero no se llevó la mejor impresión al verse envuelta en una discusión entre conservadores y liberales. “Al llegar al puerto -explica Pinto- tuvo una primera sorpresa que no le gustó nada. Fue cuando le tomaron las impresiones digitales que había inventado nuestro compatriota Juan Vucetich y de las cuales los argentinos de la época estaban orgullosos. La ciudad estaba empapelada con afiches que decían: ´La escandalosa Josephine´, ´la mujer fatal´.”

“Se me utiliza como una bandera que unos enarbolan en nombre de la libertad y otros desgarran en nombre de las buenas costumbres. Algunos me toman como bandera y a otros les repelo. El presidente Yrigoyen toma partido en contra mío en el diario La Calle, y sus adversarios que se hacen amigos míos le responden en Crítica. Cuando llego al teatro, rodeada por la policía, los canillitas libran una batalla encarnizada. Y los de Crítica forman fila para protegerme. Por último, a salvo en mi camarín me siento enferma. No conozco los asuntos políticos de la Argentina y siento que soy un pretexto”, reflexionaba.

Sea como sea, su deseo de conocerlo y experimentarlo todo, la llevó a aceptar la invitación de Mato Errázuriz Alvear para visitar la estancia de la familia en Ancalú, un lugar tan reservado como festivo.

En esa misma gira, de regreso a Europa a bordo del barco Lutetia, Josephine se encontró con el arquitecto Le Corbusier, quien había venido a dar una serie de conferencias en Argentina y Brasil, y a hablar con el padre de Mato -Matías Errázuriz- sobre su proyecto para proyectar una casa en un futuro balneario chileno: El Zapallar.

“Es sencillo y alegre –comentó Josephine sobre Le Corbusier– y nos hacemos amigos. Me explica su arquitectura del futuro. Pero también me aclara que la ciudad está hecha para el hombre, y no lo contrario. En el baile de disfraz del cruce del Ecuador había dos Josephines: yo y él. Se ha vestido de negro con un cinturón de plumas. Es irresistiblemente cómico. Le digo: Ay, señor Le Corbusier, lástima que sea arquitecto, qué buena pareja hubiéramos sido”, contaba Baker en una de sus autobiografías.

Dibujo de Le Corbusier.

EL ABRAZO DEL ESTRECHO

La actuación del señor Errázuriz en Argentina fue siempre de concordia y amistad, procurando por todos los medios y aún enemistándose a veces con alguno de sus Jefes, llegar a una solución de armonía entre las Repúblicas hermanas.
José Toribio Medina - Los Errázuriz, 1968.


Mis caballerescas diferencias con el Ministro Joaquín Walker Martínez (Nota del autor: ministro plenipotenciario de Chile en Argentina) sobre la manera de apreciar las dificultades por que pasaba la cuestión de límites entre Chile y la Argentina, donde yo fuera su Secretario, me hicieron pensar que tal vez yo miraba con demasiada benevolencia el modo cómo sucedían los acontecimientos. El Señor Walker Martinez no creía que la Argentina deseaba la paz tan anhelada por el presidente Uriburu (Nota del autor: mandato presidencial: 1895-1898) y por el general Mitre (...). Los desplantes de Pellegrini las sagacidades de Roca que manejaba el tablero de la política, las durezas de Alcorta y los editoriales de la prensa, le llevaban al colmo de la indignación. Veía la guerra inminente, inevitable; la guerra que nos llevaría a la gloria, que nos haría dueños de la Patagonia. Ya una guerra nos había hecho dueños del pacífico, que dominábamos; otra, nos daría el Atlántico. Por mi parte, veía la guerra imposible.
Matías Errázuriz - Recordando, 1937


Julio Argentino Roca y Federico Errázuriz, 1899.
Julio Argentino Roca y Federico Errázuriz, 1899.

La Argentina y Chile, países cordialmente llamados hermanos, tienen una larga historia de estar -desde sus conformaciones como estados independientes- constantemente al borde de un conflicto bélico; conflicto que jamás sucedió. Gran parte de esto se lo debemos al político argentino más influyente de finales del siglo XIX y comienzo del XX, Julio Argentino Roca, conocido como el “Zorro” por su capacidad para negociar y estar adelantado a los movimientos de los opositores. Los límites entre ambos países (resueltos en gran parte en el tratado de 1891) no eran claros y los reclamos sobre quién debía anexar la llamada patagonia oriental y la puna en el norte llevaron a los países a una carrera armamentística y de profesionalización de las tropas militares sin precedentes (por aquellos años Argentina establecía el Servicio Militar Obligatorio). Los nuevos acorazados y destructores paseaban por las costas del Pacífico y el Atlántico haciendo gala de los potenciales bélicos. La prensa, por su parte, desde ambos lados de Los Andes presionaba a partir de titulares grandilocuentes de tinte nacionalistas.

Caras y Caretas N° 19, 1899.
Caras y Caretas N° 19, 1899.

Roca, político y militar de un gran pragmatismo, hacía algunos años había realizado la llamada Campaña del Desierto que significó el exterminio de las mayorías de las comunidades originarias y la expansión de los territorios de la Nación que se estaba conformando, un plan de colonización sumamente ambicioso a partir de una fuerte inversión pública y privada que incluía escuelas, hospitales, iglesias, y fundamentalmente una red ferroviaria y telegráfica que conectaba el país. Chile por su parte, había gastado gran parte de sus arcas en la conocida Guerra del Pacífico, donde se enfrentó a Perú y Bolivia; conflicto que, aunque terminada la guerra, no había concluido (los reclamos, por ejemplo, de una salida marítima de Bolivia siguen hasta el día de hoy). La posibilidad de un apoyo de la Argentina a una alianza con Bolivia y Perú podría ser una catástrofe para el estado Chileno. Roca consciente de esta situación, y sin disparar una sola bala, convocó (o aceptó, se encuentra en discusión) a un encuentro para bajar la tensión y establecer un tratado de paz y hermandad entre ambos países, que ponía fin a varios de los reclamos chilenos sobre territorios que hoy son argentinos, pero donde la Argentina aceptaba no inmiscuirse en los conflictos de Chile con otros países.

Caras y Caretas N° 22, 1899.
Caras y Caretas N° 22, 1899.

El encuentro finalmente se produjo en 1899 y es conocido como el Abrazo del Estrecho. Federico Errázuriz, Presidente de Chile, y Julio Argentino Roca, Presidente de la Argentina, a bordo de sus respectivas flotas, se encontraron en Punta Arenas, en el Estrecho de Magallanes. Tuvieron charlas cordiales donde no hubo abrazos, pero sí apretones de manos, fotos para los periódicos y veladas con menús gourmets y acompañamiento musical. ¿En los papeles hubo algún cambio? La verdad es que no, pero los discursos pacifistas y las notas de la prensa que se hicieron eco del encuentro fueron un preludio para los tratados conocidos como Pactos de Mayo de 1902.

Cuenta José Toribio Medina, autor del texto “Los Errázuriz” que aunque en los libros de historia no quedó grabado el nombre de Matías Errázuriz, éste fue el principal interlocutor entre el Presidente de Chile, Federico Errázuriz, familiar de Matías, para concretar el encuentro. Por su cercanía y su vínculo familiar Federico le pidió a Matías que luego de concretado se haga a un lado para no correr el riesgo de generar algún conflicto. Concluye José Toribio Medina: “Esa es la obra de don Matías Errázuriz y es justo reconocerla.”.

NF





Strobs

Gabriel Valansi

2009
1´08¨





Luces

Iluminan las caras y los cielos. Son flashes. El poder y la guerra son aliados pero nos dejamos encandilar.







Escenario de guerra

El escritorio del embajador tiene una puerta secreta. Está bien oculta, camuflada por empapelados y marqueterías que decoran la oficina. La puerta es escape pero sobre todo es entrada a otro espacio donde se esconden las estrategias de guerra (y también las de las pasiones y otras cuestiones irrelevantes).

San Borondon

Pauline Fondevila

2019
Cerámicas, dibujos, lápices, dimensiones variables

La promesa del rio

Pauline Fondevila

2017
Versión portátil, maquetas de barcos optimist en botella de vidrio

LA DUDOSA REPUTACIÓN DE LAS CANTANTES

¿Cual ha sido la ambición más grande de mi vida? Ninguna, porque siempre la suerte se ha anticipado a casi todas mis grandes ambiciones. En el arte, siempre mis éxitos se anticiparon a mis deseos. Cuando me casé fui feliz, porque me tocó el más amante y bueno de los esposos, y después la felicidad me sonrió en casi todos los momentos.
Regina Pacini


Regina Pacini y Marcelo Torcuato de Alvear. AGN, 1925.
Regina Pacini y Marcelo Torcuato de Alvear. AGN, 1925.

Regina Pacini cantaba, y por las críticas, parece que lo hacía bien, bastante bien. Nacida en Portugal, de madre española y padre italiano ligado también al arte, con tan sólo diecisiete años ya andaba merodeando los teatros de Lisboa, y poco después ya había cantado en los principales escenarios de las capitales del mundo. Regina estaba acostumbrada a los obsequios y los cumplidos. Cuando una cantante mujer llegaba a alguna ciudad era común que la aristocracia local le envíe regalos al camarín. Y Argentina no fue la excepción, pero esta vez no sólo habías regalos materiales, sino además una declaración de amor. El soltero más codiciado de aquellos años, el dandy de la aristocracia, que cuentan que como buen hombre le gustaban los bares y las fiestas, quedó anonadado por la voz de aquella mujer. Y parece que fue así, porque aunque Regina rechazó la propuesta aquel hombre la siguió por toda Europa comprando una butaca cada vez que se anunciaba un espectáculo. Jamás aceptó el no como respuesta, y entre las anécdotas incomprobables se cuenta que llegó a comprar todas las entradas de una noche en un teatro para ser él sólo quien la escuche. Los camarines de Regina se estaban volviendo intransitables, joyas, cartas y flores, rosas blancas y rojas. Finalmente el soltero lo consiguió, Regina aceptó su propuesta y establecieron una especie de contrato: Yo, Regina, termino mi gira por Europa que ya tengo pactada y después nos casamos. Pero la letra chica tenía otra cláusula, Regina no podría cantar en público nunca más, sus discos saldrían de circulación y de ahora en más su voz sería el privilegio de un único hombre: Marcelo Torcuato de Alvear.

Regina Pacini.
Regina Pacini.

¿Y qué tal la boda? La verdad es que no fue muy espectacular, existía un pequeño problema que era que casi la totalidad de la familia Alvear y de los amigos de Marcelo estaban en contra de ese casamiento. Regina no tenía apellido, no provenía de una familia noble, y sobre todo era vulgar, era una artista. La boda se acercaba y los invitados no confirmaban asistencia, hasta que finalmente llegó un telegrama firmado por quinientas personas que le pedían a Marcelo, que por el bien de él, no se case con esa mujer, que elija a otra. Marcelo, como buen terco que comprobó ser, no hizo caso. En 1907 la pareja finalmente selló el compromiso en una iglesia en Lisboa, con varios parientes y amigos por el lado de la esposa y con ninguno por el lado del esposo. Regina cumplió con su palabra y no cantó más, nunca más, por lo menos en público. ¿Cuál fue el regalo de bodas? Marcelo le obsequió a Regina una finca en París, la Coeur Volant. Pero Regina no sólo iba a recibir el agravio vía telegrama, sino que al pisar suelo argentino fue rechazada por la gran mayoría de las mujeres que conducían las sociedades de beneficencia u organizaban aquellos bailes para recaudar fondos en sus palacios.

Regina, en los años que Marcelo fue presidente, estuvo muy vinculada a quienes ejercían su antigua profesión. Una de sus obras más importantes fue la iniciativa de crear y construir La Casa del Teatro, que hasta el día de hoy existe, y es un lugar para que aquellos artistas caídos en desgracia en su vejez cuenten con un espacio de contención por su contribución por tantos años al arte y la cultura.

Marcelo Torcuato de Alvear, por su parte, siempre fue controvertido, hijo de Torcuato de Alvear, el primer Intendente de Buenos Aires, a diferencia de la mayoría de la familia desde muy chico frecuentó otros ambientes que no eran aquellos destinados para una persona de su apellido. Siendo muy joven participó de la llamada Revolución del Parque en donde la Unión Cívica Radical intentó tomar el poder por vía de las armas, poder que varios de sus familiares ostentaban, o habían ostentando, en diversos ministerios o funciones. Marcelo se convirtió en secretario privado de Leandro Alem, padre de todo este movimiento que bregaba por unas democratización del sistema político. Por aquellos años no existía el sufragio universal pero lo que sí existía era el fraude electoral.

  • Arribo de Marcelo Torcuato de Alvear a Buenos Aires, a los días asumiría la Presidencia de la Nación. Caras y Caretas, 9 de septiembre de 1922.
  • Regina Pacini. Caras y Caretas, 9 de septiembre de 1922.
  • Marcelo Torcuato de Alvear y Regina Pacini, al inicio del viaje rumbo a la Argentina. Caras y Caretas, 9 de septiembre de 1922.
  • Arribo de Marcelo Torcuato de Alvear a Argentina. Histórico abrazo con Hipólito Yrigoyen. Caras y Caretas, 9 de septiembre de 1922.
  • Asunción de Marcelo Torcuato de Alvear. Hipólito Yrigoyen, presidente saliente, saluda a Marcelo, presidente entrante. Caras y Caretas 14 de octubre de 1922.

También fue amigo personal de Hipólito Yrigoyen, el primer presidente de la Argentina elegido de forma democrática por un movimiento popular, la UCR, que supo captar los votos de la clase media. Pero en 1922 el turno fue para Marcelo Torcuato de Alvear, que con el visto bueno de Yrigoyen lo sucedió en el cargo, ejerciendo el poder hasta 1928 que volvió a tierras parisinas. En 1930 un golpe militar -de los que participaron varios de sus antiguos aliados-, al segundo mandato de Yrigoyen, proscribió la participación de la UCR, y nuevamente instauró el fraude electoral. Marcelo igualmente siguió bregando, tanto desde París, como a lo largo y ancho de la Argentina a una salida democrática. Con la UCR proscripta Marcelo llegó incluso a estar preso, y quien lo visitaba diariamente llevando prendas y alimentos a la altura de su persona, fue Regina.

Regina Pacini.
Regina Pacini.

En 1942 Marcelo Torcuato de Alvear falleció, dejando a Regina en soledad y sin poder hacer frente al mantenimiento de muchos de su bienes. Regina que vivió varios años más y murió en 1965 a los noventa y cuatro años, tuvo que vender gran parte de sus propiedades y objetos de valor para mantener una vida confortable sin los lujos de otros años. La ex cantante, que declaraba amar profundamente a aquel hombre, llevó todos los meses un ramo de rosas blancas y rojas al mausoleo de su fallecido esposo.

NF

Entrevista a Regina Pacini. Caras y Caretas, 24 de abril de 1926.

UN MATRIMONIO BLANCO

La casa en la que actualmente funciona la Nunciatura fue propiedad de Adelia Harilaos de Olmos (1865-1949), quien la donó para ese fin. Adelia fue una figura central para la Iglesia Católica en Argentina, y se dice que hizo las mayores donaciones para redimir su conciencia: barrios para obreros, colegios, iglesias, asilos, hospitales, inmuebles y cientos de hectáreas para congregaciones religiosas.

Fue ella, quien acogió en su casa al cardenal Eugenio Pacelli (quien después sería el Papa Pío XII) cuando vino a Buenos Aires en 1934 para presidir el Congreso Eucarístico.

Adelia María Harilaos de Olmos
Adelia María Harilaos de Olmos.

El historiador Walter D'Aiola Criado relata que “esta señora fue la figura social y religiosa más importante de principios de siglo pasado, por el caudal de su fortuna, por la importancia de su poder en los círculos relacionados con la Iglesia, y por la fastuosidad de la vida que llevó”. Y advierte que hay mucho mito sobre ella, como que se casó joven con Olmos por compasión, in artículo mortis. En realidad, la boda se realizó en París, con toda la pompa, cuando ella tenía 37 años.

Según cuenta D'Aiola Criado, Adelia pertenecía a una familia importante y muy rica, que perdió su fortuna cuando era pequeña. Su madre, Carolina Senillosa, dilapidó el dinero y quedaron pobres, aunque bien relacionados, sobreviviendo como podían.

Pero Adelia no iba a vivir para siempre en la pobreza. De ella se enamoró el hombre más rico de la Argentina: Ambrosio Olmos, un terrateniente cordobés. Sin embargo, Adelia no quería casarse. Menos con ese hombre, 37 años mayor que ella. Y lo despreciaba por su origen.

Olmos la siguió durante más de una década. De origen humilde, había llegado a tener mucho dinero y poder, aunque no era de la categoría social de ella. Fue parte del grupo de hacendados surgidos después de la Conquista del Desierto. Había hecho sociedad con Roca, tenía 400 mil hectáreas y era el mayor poseedor de ganado del país.

Los envíos cotidianos a Adelia de flores, bombones y joyas eran aceptados sin respuesta alguna de la joven. Pero fue su madre, enamorada del dinero del terrateniente, quien urdió un plan para convencerla. Así fue como concertó un encuentro “casual”. ¿Dónde? En París. Adelia deseaba muchísimo conocer la Ciudad Luz, de la que hablaban todas sus amigas. Allí sería más fácil.

Adelia María Harilaos de Olmos.

Olmos pagó el viaje de la madre e hija en primera clase y telegrafió para garantizarse la proximidad de las mejores suites en el hotel Le Meurice, donde se presentó un par de semanas más tarde y se encontró de “sorpresa” con las damas.

La estocada final la dio la misma madre, haciéndose la enferma y seduciéndola con las conveniencias económicas de la unión. Finalmente se casaron el 2 de mayo de 1902 en París. Siguieron viviendo en el mismo hotel, madre e hija en sus habitaciones, Ambrosio Olmos en la suya. Su matrimonio fue muy comentado porque no se consumó, en la época se decía “un matrimonio blanco”.

La madre murió dos años después y el matrimonio decidió volver a Buenos Aires. Asumida rica, Adelia decidió vivir a pleno su condición de millonaria y compró la fastuosa propiedad que la familia Fernández Anchorena no había podido estrenar, con frente sobre la avenida Alvear, un parque sobre la calle Montevideo y entrada de servicio por Posadas.

Parecen no haber sido años fáciles. Dicen que Adelia enloqueció y que él hizo todo por cuidarla. Lo concreto es que cuando todavía estaban terminando de amueblar la casa, un fulminante cáncer de estómago acabó con la vida de Ambrosio, a sus 66 años, en 1906. “Ahora al cianuro lo llaman cáncer”, comentan que decían con maldad algunas damas de la alta sociedad en el velatorio.

“Ella -comenta D'Aiola Criado- queda como heredera de esa inmensa fortuna (considerada de las más importantes de Sudamérica) pero está incapacitada para administrarla. Así es como sus hermanos, sobre todo uno (Horacio), se hacen cargo de sus bienes e internan a Adelia en París. Curiosamente ella recobra la lucidez total y a partir de allí viene todo otro proceso hasta que recupera su fortuna.”. Tras conseguirlo, tal vez por culpa o devoción, decidió dedicar toda su vida a realizar acciones benéficas.

Adelia María Harilaos de Olmos fue nombrada marquesa pontificia por el Papa Pío XI por su gran contribución a la Iglesia. Recibió ese título con mucha ilusión. Sólo dos personas en Argentina lo habían recibido antes: Mercedes Castellanos de Anchorena y María Unzué de Alvear, pero no lo habían usado. Desde ese momento ella se hizo llamar por su título: marquesa pontificia Harilaos de Olmos.

Flores blancas

No hay ningún motivo como para que los colores se anulen entre sí. El blanco contrasta con todo, incluso con la historia.



Jarrón con flores

Marcelo Saraceno

2020
Yeso
122 x 82 x 60 cm
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky



Jarrón con flores

Marcelo Saraceno

2020
Yeso
127 x 80 x 60 cm
*Sobre fotografía de Pompi Gutnisky


Naranja

“La inteligencia cromática es aquella que nos permite entender que nuestra identidad solo se construye en presencia de otros y colectivamente, en un espacio común. El naranja no es el mismo cuando es fruta en el verde del árbol que cuando está junto a las uvas en el mercado o cuando lo exprimimos en la transparencia de un vaso. La composición cromática no tiene leyes, es simplemente una crosmogonía, una colaboración afectiva para modelar nuestro propio destino.”

CROMOACTIVISMO (militancia poética y transversal que usa como herramienta el colectivo integrado por Daiana Rose, Guillermina Mongan, Mariela Scafati, Marina De Caro y Victoria Musotto)

Cargando...

Cromotopía de la desobediencia

Marina De Caro

2019
Edición de bocetos para proyecto escénico
*Con el apoyo del Instituto francés da Argentina y FRAC Franche-Compté

EL ROBO DE JOSEFINA

Las condiciones extraordinarias de la Embajadora, gran dama de Corte europea, fina, elegante, inteligente, comprensiva y generosa (...) vinculada, además, con lo más granado de la sociedad.
José Toribio Medina. - Los Errázuriz, 1964.


Era una persona sencilla y bondadosa, adoraba San Gregorio. Estas galerías se solían llenar de gente que venía a verla, traerle cosas, pedirles consejos. Nunca le oí una palabra dura, un juzgamiento malo. Cuando se fue de aquí muy enferma todavía me acuerdo. Ella era mujer muy inteligente, miró todo en derredor y se le cayeron las lágrimas; yo estaba ahí, no dije nada, pero era como si estuviese diciendo 'acá no vuelvo más', yo tenía 35 años.
Josefina Errázuriz Alvear sobre su madre, El Informe, 30/7/2020.


La escultura de Josefina de Alvear pasó de la Estancia Ancalú a la plaza de San Gregorio con la condición de que fuera cuidada. No es una pieza cualquiera, está realizada en bronce por el escultor León Ernest Drivier, y fue orgullo de la familia que la cedió advirtiendo que debería ser devuelta a la estancia en caso de que no se la conservara como correspondía.

La obra que ocupa un lugar privilegiado en la plaza que lleva el nombre del padre de Josefina -Diego de Alvear- sufrió un intento de robo en 2007, que el único objetivo que tuvo fue hacerse del valioso bronce con la que está realizada. Sin embargo, el gran peso de la estatua impidió que se la llevaran.

Pero no fue el único ultraje que sufrió la familia por esos lares. Un año después fue asaltada la estancia. El robo fue muy bien calculado: se llevaron libros incunables y otras piezas valiosas, como una pulsera de oro que perteneció al General Justo José de Urquiza.

Atardecer en casa

“A mí no me importa el dinero.
Tengo lo que más quiero a mi lado.”

Los auténticos decadentes

Descargar Póster

Salida al museo

Laura Spivak

2020
Póster, impresión digital
29.7 x 42 cm (A3)


Descargar Póster

Salida al museo

Laura Spivak

2020
Póster, impresión digital
29.7 x 42 cm (A3)


Descargar Póster

Salida al museo

Laura Spivak

2020
Póster, impresión digital
29.7 x 42 cm (A3)

DOSSIER N° 1

HISTORIAS DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Nuestra Señora de las Mercedes ilustrada por Francis Sartorius Jr. (1804).
Monedas de oro procedentes del tesoro que llevaba en sus bodegas la fragata Nuestra Señora de las Mercedes.

TESOROS, PIRATAS Y BARCOS HUNDIDOS

Saltó la Mercedes por los aires con estruendo horrible, cubriéndonos con una espesa lluvia de ruinas y de humo.
Diego de Alvear y Ponce de León, según Sabina de Alvear y Ward


Cañon recuperado.
España actualmente trabaja en el sitio arqueológico recuperando diversas piezas que la empresa Odyssey dejó en el lecho del mar por centrarte sólo en las monedas. Entre los objetos recuperados hay utensilios, vasijas, cañones, picaportes, candelabros.

La búsqueda del tesoro es un juego en donde a partir de una pista inicial y un ejercicio de observación y exploración vamos develando nuevos indicios o secretos que nos van a permitir encontrar el tesoro. Es tan atractivo para los niños, como utilizado en las tramas de películas de aventuras en Hollywood. Parecería que una buena historia necesita de un tesoro perdido, y la familia Alvear tenía el suyo.

En el año 2007 la empresa cazatesoros estadounidense Odyssey Marine Exploration, revisando viejas cartas de viajes, memorias y mapas, dio con el lugar exacto del naufragio de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes; barco que contenía grandes caudales, principalmente en monedas de plata, provenientes de las colonias españolas. Parte de aquel tesoro era del brigadier Diego de Alvear y Ponce de León que había cargado la totalidad de sus ganancias tras más de veinte años trabajando como cartógrafo en el Virreynato del Río de la Plata.

Placa en honor a Nuestra Señora de Mercedes.
“En recuerdo de las víctimas de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes que fallecieron el 8 de octubre de 1804” Inmersión de la placa en reconocimiento a los fallecidos en el lugar exacto del hundimiento de la “Mercedes”.

La empresa Odyssey, sin respetar los tratados internacionales sobre la preservación y los cuidados en los sitios arqueológicos, tomó lo que le interesaba y partió rumbo a Estados Unidos. El estado español inició acciones legales, y en 2012 la justicia estadounidense falló a favor del país europeo exigiendo la total devolución. El fallo puso en agenda el debate sobre si los bienes culturales deben ser patrimonios de todos, o un negocio privado de unos pocos. Hoy, más de doscientos años después del hundimiento, la familia Alvear puede reencontrarse con el tesoro pero esta vez detrás de una vitrina de un museo.

El tesoro de la Mercedes se encuentra en el Museo de Arqueología Subacuática (ARQUA) de Cartagena, en Murcia. Pero no es posible saber si la empresa Odyssey Marine Exploration devolvió la totalidad de lo que extrajo. Aunque existen en el Archivo de las Indias datos sobre el cargamento del barco se sabe que era común el contrabando. A su vez, gran parte del tesoro jamás fue rescatado y sigue a mil metros de profundidad en el lecho del mar.

España actualmente trabaja en el sitio arqueológico recuperando diversas piezas que la empresa Odyssey dejó en el lecho del mar por centrarte sólo en las monedas. Entre los objetos recuperados hay utensilios, vasijas, cañones, picaportes, candelabros.

NF



Monedas de la fragata hundida. Moneda de oro, con la efigie del rey Carlos IV.
Moneda de oro, con la efigie del rey Carlos IV, procedente del tesoro que llevaba en sus bodegas la fragata Nuestra Señora de las Mercedes.

A MIS AMADOS SOBRINOS DE ESPAÑA Y AMÉRICA

Que en las familias nunca sobran mujeres (...), y yo, apoyándome en este amable concepto, quisiera en verdad, si me es posible, servir á la mía.
Sabina de Alvear y Ward


Felizmente, por una natural propensión de carácter, se habían grabado en mi memoria, fijándose indelebles en mi imaginación, no solamente la imagen viva de la noble figura de mi padre, (...) sino que el recuerdo de todos los dichos y hechos que repetidas veces en mi infancia le oí contar.
Sabina de Alvear y Ward


Sabina de Alvear y Ward creció escuchando historia de piratas, reyes, selvas, pueblos primitivos y lenguas exóticas. ¿El narrador?, su padre. ¿El protagonista?, también su padre. Pero no sólo las escuchó, sino que sintió el deber, con Dios y con su familia, de escribirlas. ¿Cómo comprobar la veracidad de la mismas? Ella aseguró tener una memoria envidiable; y a quienes nos gustan las historias noveladas, aceptamos creerle. Tampoco hay que ser injustos; Sabina recibió la “más alta” educación -cristiana-, que había en aquellos años en Madrid; fue una partícipe activa de la Corte de Isabel II estableciendo lazos políticos y comerciales; y fue una importante empresaria e impulsora de la bodega familiar. Durante años recuperó memorias, cartas, crónicas y diversos documentos que fueron necesarios para su ambicioso proyecto: En 1891 publicó “Historia de D. Diego de Alvear y Ponce de León Brigadier de La Armada; los servicios que prestara; los méritos que adquiriera y las obras que escribió; todo suficientemente documentado”. Las historias como tales necesitan ser contadas, sino simplemente no son; y Sabina se tomó el trabajo de hacerlo, de encarar el camino de la ciencia del contar.

NF

Libro de Sabina de Alvear y Ward.
Libro de Sabina de Alvear y Ward.
Sabina de Alvear y Ward (1815-1906).
  • Libro de Sabina de Alvear y Ward.
  • Libro de Sabina de Alvear y Ward.
  • Sabina de Alvear y Ward (1815-1906).
Sabina de Alvear y Ward (1815-1906) y su libro. Sabina fue la quinta de siete hijos que tuvo Diego de Alvear y Ponce de León con su segunda esposa, la inglesa Luisa Rebecca Ward. Hermanastra de Carlos María de Alvear, fue tía abuela de Josefina de Alvear.

EL SOBREVIVIENTE

Lo soberbio de su genio, sus triunfos, la arrogancia aristocrática de su presencia, la hermosura varonil de su rostro, la confianza en sí mismo, y acaso la poca prudencia, propia de sus pocos años, le suscitaron tales enemigos que hollaron toda justicia y gratitud por sus servicios y los recuerdos del pasado”. Palabras de Vicente López, en “Historia de D. Diego de Alvear y Ponce de León (...)
Sabina de Alvear y Ward


Carlos María de Alvear tiene la cualidad de ser llamado tanto revolucionario como traidor; de ser calificado como una persona republicana y como un tirano; de haber sido Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata a tener que exiliarse, varias veces; de haber luchado tanto con y contra unitarios como con y contra federales; de pelarse con sus aliados y amigarse con sus enemigos; de ser vencedor en batallas heroicas como la de Montevideo y la de Ituzaingó; de ser político y militar; de hacer grandes riquezas y de perderlas; en fin, cuenta con todas las características de los líderes revolucionarios del proceso de la Independencia Argentina y de la posterior guerra civil en la que estuvo inmerso el país por años.

Carlos María de Alvear (1789-1852).
Carlos María de Alvear (1789-1852) fue quien inició el linaje de los Alvear en esta parte del mundo. Fue padre de Diego de Alvear y abuelo de Josefina.

Carlos María de Alvear no se llamaba María, sino Carlos Antonio, aunque no se sabe con precisión el porqué del uso de ese segundo nombre: se cree que fue en conmemoración de su difunta madre, la criolla porteña María Josefa Balbastro. Carlos, siendo un adolescente, vio cómo siete de sus hermanos y su madre volaron por el aire, cuando una flota inglesa atacó a la fragata en la que viajaba su familia, en la llamada Batalla del Cabo de Santa María.

Carlos y su padre, Diego de Alvear y Ponce de León, Brigadier español, sobrevivientes de aquel suceso, fueron prisioneros en Gran Bretaña, siendo el lugar donde el joven terminó sus estudios y asimiló los ideales republicanos y liberales. Vuelto a España, su padre inició una nueva vida con una muchacha inglesa, pero Carlos tenía planes para con la suya, reclamó parte de la herencia que le correspondía por su madre fallecida, y en el marco de las noticias que llegaban de los procesos revolucionarios decidió renunciar a su cargo en el ejército español y dirigirse al Nuevo Mundo para sumarse a las Guerras por la Independencia. Carlos, legalmente era un criollo, nació en tierras cercanas a Misiones que hoy pertenecen a Brasil, y pasó los primeros catorce años de sus vida vinculandose con la aristocracia local.

Al llegar a los territorios de la actual Argentina tuvo una carrera vertiginosa, derrocando al Primer Triunvirato, siendo presidente de la Asamblea Constituyente de 1813, con tan sólo veinticuatro años, luego Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1815, para que finalmente cayera en desgracia y perdiera su carrera militar y política. Exilios, vueltas al país, nuevos cargos, otros exilios, guerras, traiciones, fueron los años siguientes de Carlos hasta que finalmente su enemigo, a quien él mismo llamaba dictador, Juan Manuel de Rosas, le ofreció el puesto de embajador en Estados Unidos. Aceptó y se embarcó para tener una vida tranquila en territorio Norteamericano muriendo a los setenta dos años tras varios años de servicio, y mucho remordimiento. El barco que lo iba a traer con vida, tras la caída de Rosas, trajo solo sus huesos.

Inauguración del Monumento a Carlos María de Alvear en Caras y Caretas.
Inauguración del Monumento a Carlos María de Alvear. Caras y Caretas 16 de octubre de 1926.

Lo que dejó su muerte fueron las disputas por parte de los historiadores y los revisionistas sobre el rol que jugó Carlos en una supuesta traición a la patria, teoría que fue “confirmada” por Bartolomé Mitre, padre de la historiografía local de nuestros próceres. Dicen que en aquellos años, exiliado en Brasil, se encontró con Gaspar de Vigodet, el antiguo jefe español de Montevideo, quien quería su cabeza. Para salvar que no lo maten o lo metan preso por traición, arregló dar información sobre la Argentina y solicitar el perdón del Rey. Quienes defienden el actuar de Alvear critican el documento como apócrifo, o como una estrategia para sobrevivir. Lo que sí es cierto es que los españoles intentaron sumarlo a la causa de Fernando VII, pero no aceptó.

Esta no fue la única “traición” de Alvear, sus cartas a Lord Strangford, embajador inglés en Brasil, y a Robert Stewart, ministro de relacione exteriores, son un ejemplo de las vinculaciones que por aquellos años existían entre algunos líderes revolucionarios y los ingleses. Carlos afirmaba que: “Cinco años de repetidas experiencias han hecho ver de un modo indudable a todos los hombres de juicio y opinión, que este país no está en edad ni estado de gobernarse por sí mismo y que necesita una mano exterior que lo dirija y contenga en la esfera del orden, antes que se precipite en los horrores de la anarquía (...) En estas circunstancias, solamente la generosa Nación Británica puede poner un remedio eficaz a tantos males, acogiendo en sus brazos a estas Provincias que obedecerán su Gobierno, y recibirán sus leyes con el mayor placer. (...) Inglaterra no puede abandonar a su suerte a los habitantes del Río de la Plata (1815)”. ¿Traición a la patria, que por cierto estaba en conformación, o intento de conseguir apoyo frente a las noticias de que una flota realista estaría en camino? Lo cierto es que la carta no fue entregada y no se saben realmente los porqué. Hay quienes dicen que el ministro la leyó y resaltó algunos cambios, otros que fue parte de un engaño perpetrado por Carlos para ganar tiempo, y conseguir el apoyo inglés. Pero Carlos duró tan sólo unos meses en el poder, así que sea cual fuera su plan jamás lo pudo concretar.

NF


  • Monumento a Carlos María de Alvear - Obra del escultor Antoine Bourdelle. 1930 aprox.
  • Mausoleo del General Carlos María de Alvear. Cementerio de Recoleta, Buenos Aires.
  • Las cuatros esculturas que describen cualidades de Carlos María de Alvear: la Libertad, la Victoria, la Fuerza y la Elocuencia.
  • Monumento a Carlos María de Alvear.
  • Monumento a Carlos María de Alvear.

Joaquina la loca y San Martín de Alvear

Yo, Joaquina de Alvear Quintanilla y Arrieta, declaro ser nieta del capitán de fragata general español señor don Diego de Alvear Ponce de León, que era gobernador de la isla de León (....). Soy hija segunda del general Carlos María de Alvear, que arrojó al usurpador brasileño del territorio oriental (...). Soy sobrina carnal, por ser hijo natural de mi abuelo el señor don Diego de Alvear Ponce de León, habido en una indígena correntina, el general José de San Martín… que más tarde selló la libertad hispanoamericana de todo un continente en Chacabuco y Maipú.
Joaquina de Alvear.


Cuando en Europa, por primera y última vez vi y conocí al general San Martín, la primera impresión fue dolorosa. Era toda una fortaleza que se deshacía, eran Chacabuco y Maipú que se marchaban a mejor vida, dejando su nombre grabado en el templo de San Lorenzo, en la grande victoria alcanzada por su famoso escuadrón de granaderos a caballo (...). Y examinándolo bien encontré todo grande en él, grande su cabeza, grande su nariz, grande su figura, y todo me parecía tan grande en él, cual era grande el nombre que dejaba escrito en una página de oro de nuestra historia, y ya no vi más en él que una gloria de su patria que se desvanecía para no morir jamás. Este fue el general San Martín, natural de Corrientes, su cuna fue el pueblo de Misiones, e hijo natural también del capitán de fragata y general español Don Diego de Alvear y Ponce de León (mi abuelo).
Joaquina de Alvear


Joaquina de Alvear fue acusada varias veces; primero de ser infiel, luego de tener alguna especie de enfermedad, para finalmente ser declarada loca, lo que le significó dejar de tener posesión y disponibilidad sobre sus bienes, pero no sólo eso, sino que fue encerrada en una estancia, por “su salud”, con un conjunto de sirvientes que tenían la estricta misión de asistirla pero por sobre todo de negarle la salida. Joaquina pasó los últimos años de su vida privada de su libertad, haciendo, cuando podía, lo que le gustaba que era escribir, actividad que le permitía distenderse y plasmar lo que entendía como su verdad, como la verdad. Dejó datos históricos sobre su familia, y también sobre actores políticos y militares de aquellos años en la Argentina, una especie de memorias mezclada con diario íntimo.

Daguerrotipo de José de San Martín.
Daguerrotipo de José de San Martín. La imagen más fiel que existe de la figura del General, cuando tenía setenta años. París 1848.

Lo que era un rumor familiar, o un mito, quedó plasmado en el manuscrito de Joaquina que por muchos años estuvo perdido: José de San Martín, el Libertador de América, era hijo del Brigadier español Diego de Alvear y Ponce de León. Diego, que trabajaba en la demarcación de los límites para la corona española, según Joaquina, tuvo un hijo con una mujer guaraní que era sirvienta del Teniente Gobernador de Yapeyú, Juan de San Martín, y su esposa Gregoria Matorras; dejando al niño al cuidado de la pareja, con la promesa de hacerse cargo económicamente de él para que desarrolle una carrera militar.

En 1877, el marido de Joaquina, Agustín Arrotea Iranzuaga, realizó una presentación judicial en Rosario que buscaba declarar incapaz y demente a su esposa para obtener así la tutoría de la misma y el manejo de su fortuna, que no era poca. El juez en cuestión ordenó realizar un pesquisa psicológica que declaró que Joaquina tenía, entre otras cosas, “una ligera alteración de la memoria”, “una exaltación de la imaginación”, “una afición desmedida a la literatura”, y sobre todo “un estado de demencia calificada producido por una erotomanía”. Agustín Arrotea consiguió lo que fue a buscar, la tutoría de su esposa y que de ahora en más tanto ella como sus bienes pasaban a depender directamente de su decisiones. Joaquina dejó de tener control sobre su vida y sobre su cuerpo. Según la Real Academia Española la erotomanía es una “enajenación mental causada por el amor y caracterizada por un delirio erótico”. Y de eso se acusaba a Joaquina quien dejaba mal parado a su esposo por la fascinación que le producían los grandes hombres de aquellos años como Sarmiento, a quién le escribió alguna que otra carta de amor.

Daguerrotipo de José de San Martín.
Granadero dejando caer una lágrima en la inauguración del retrato digital realizado por Ramiro Ghigliazza. Fuente: Clarín.

De hecho José de San Martín fue introducido y presentado en la sociedad porteña y rápidamente incluido en ella por Carlos María de Alvear, quien era hijo de Diego de Alvear y Ponce de León y por tanto su supuesto hermanastro. Ambos mantuvieron reuniones en Europa con un conjunto de militares que renunciaron a sus puestos para sumarse a los procesos de independencia en América. No sólo compartieron ideales en el Viejo Mundo, sino que llegaron en el mismo barco y formaron parte de la conformación de lo que dio a conocer como la Logia Lautaro, una logia masónica, con principios liberales y republicanos. El tiempo que los había unido los convirtió en acérrimos enemigos, pero eso ya es parte de otro relato.

Pero la historia del San Martín mestizo no concluye allí, porque la tradición oral correntina, tiene la suya, y en este caso es por el lado de la supuesta madre: Rosa Guarú. Los pobladores cuentan que una anciana le preguntó en plena guerra de la Triple Alianza a un soldado paraguayo si conocía a un tal José de San Martín. El soldado sin comprender la ansiedad de aquella le dice que sí, que era un general muy reconocido pero que había muerto en el exilio. Rosa sucumbió en una profunda tristeza, y ya en el lecho de su muerte dicen que pidió ser enterrada con una medalla que siempre cargaba, un relicario con la imagen de José de San Martín. Hoy pocos son los que dudan de que Rosa Guarú existió, ya sea como madre, o como nodriza de San Martín, pero encontrar su tumba y verificar si efectivamente existe el relicario puede ser una posibilidad.

El historiador Hugo Chumbita es quien desarrolla la hipótesis del vínculo de San Martín con la familia Alvear y rescata aquella tradición oral correntina en “El secreto de Yapeyú: El origen mestizo de San Martín” (2001) y “El manuscrito de Joaquina: San Martín y el secreto de la familia Alvear” (2007), este último realizado con Diego Herrera Vegas (dueño del manuscrito original). A partir de contactos con descendientes de la familia Alvear decidió iniciar una campaña para conseguir el ADN de los restos de San Martín. Transitó tribunales y hasta fue al Congreso Nacional buscando el apoyo necesario, pero la Justicia terminó negando el pedido.

Joaquina de Alvear nació en 1823 y murió en el 1889. Era hija de Carlos María de Alvear, quien fue Director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1815; por tanto, tía de Josefina de Alvear.

NF

Nuestra Señora de las Mercedes ilustrada por Francis Sartorius Jr. (1804).
Sesión de box en el Club El Progreso. Año 1901. Av. de Mayo 633, Buenos Aires.

El progreso es un club

Yo me vestía lentamente; aquella noche hacia mi estreno en el club. ¡El club!... No es necesario decir que es del club del Progreso de que hablo y que el baile en perspectiva es un baile de Julio: la gran atraction de la season porteña.
- ¿Todavía en ese estado...? -me dijo al verme complicado en los preparativos de la camisa; ¡es la una casi!...
- ¡Ah! ¿qué cree Vd.? Es cosa sería preparar una camisa... recuerde Vd. que me estreno.
- ¡Ca! un hombre elegante no se fabrica; nace... mírame, me dijo, cuadrándose en el medio del cuarto.
- Bueno, tenga paciencia, yo no soy usted... yo no soy elegante…

Lucio Vicente López - La gran aldea, 1884.


La palabra “progreso” proviene del término latino “progressus”, que a grandes rasgos sería “avance”. El prefijo “pro” significa “hacia adelante”; mientras que “gressus”, “ir o marchar”. Pero a su vez, “gradus”, de donde nace “gressus”, es “peldaño”. De esta manera una traducción más cercana al término sería “avanzar de a poco superando de a uno cada peldaño”. ¿Y en la Argentina, qué era aquello que había que superar?

El presidente saliente Hipólito Yrigoyen recibe en el Puerto de Buenos Aires al presidente electo Marcelo T. de Alvear, abrazándolo en la planchada del Massilia. 10. Actual sede del Club El Progreso (desde 1941). Sarmiento 1334
A la izquierda, la tercera sede del Club El Progreso - Av. de Mayo 633. Esta sede marcó el apogeo del Club que era frecuentado por los más prestigiosos de la política, la cultura y la sociedad porteña. A la derecha, la actual sede del club (desde 1941) en Sarmiento 1334.

En 1852, Diego de Alvear convoca a cincuenta y seis vecinos porteños y criollos (aunque las puertas no estaban cerradas a los provincianos) y funda el Club El Progreso. Hacía tan solo unas semanas Justo José de Urquiza derrotaba al caudillo federal Juan Manuel de Rosas. El país necesitaba de una casta política que se haga cargo de la definitiva construcción del estado nacional. Se acabarían las guerras entre unitarios y federales, los problemas con el indio, los guachos y los caudillos. Civilización, orden y progreso; espíritu asociativo y la función pública como una profesión. Era hora del progreso material y moral; había que desprenderse de la histórica paternidad española y correr la mirada hacia Inglaterra y Francia. Eran años de grandes obras públicas, ambiciosos planes educativos, de palacios, fiestas, y tertulias, de inmigrantes, colonizaciones, del ferrocarril y de la expansión agroganadera.


  • Competencia de esgrima femenina. Club El Progreso. Av. de Mayo 633, Buenos Aires.
  • Enrique Lavalle y Antonio Crouzel observan el ring-side. Club El Progreso.
  • Tercera sede del Club El Progreso - Av. de Mayo 633.
  • Peluquería - Club El Progreso (Palacio Muñoa).
  • Gran Salón Comedor. Club El Progreso (Palacio Muñoa).

La sede actual del Club El Progreso se encuentra emplazada en Sarmiento 1334, CABA. Dieciocho presidentes de la República han sido socios activos del Club del Progreso, y cuatro de ellos la presidieron: Justo José de Urquiza, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Julio Argentino Roca, Carlos Pellegrini, Luis Sáenz Peña, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Hipólito Yrigoyen, Marcelo Torcuato de Alvear, José Evaristo Uriburu, Roberto Marcelino Ortiz, Fernando de la Rúa, Raúl Ricardo Alfonsín (luego de su presidencia) y Mauricio Macri.

NF


Diego de Alvear (1825-1887) por Joaquín Sorolla.
Banqueque en el Club El Progreso (Palacio Muñoa).
Plaza de Mayo decorada con palmeras.
Plaza de Mayo decorada con palmeras.

MERDE, BUENOS AIRES

Yo, que había conocido aquel Buenos Aires de 1862, patriota, sencillo, semi-tendero, semi-curial y semi-aldea, me encontraba con un pueblo con grandes pretensiones europeas.
Lucio Vicente López - La gran aldea, 1884


Torcuato de Alvear (1822-1890).
Torcuato de Alvear.

Y un día comenzó el espectáculo: boulevares, plazas, lagunas, puentes, palacios, gárgolas, jardines, joyas, sacos, bastones y galeras. El modernismo, afrancesado, había llegado; Buenos Aires como el escenario de toda esa gran obra. Corrían los finales del siglo XIX y la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires había logrado su definitiva federalización. ¿Qué significó? A grandes rasgos, un aumento considerable de las arcas por parte de las rentas portuarias. Eran años de la consolidación de la Argentina como el granero del mundo y de las monumentales obras públicas.

Torcuato de Alvear (1822-1887) logró adjudicarse la etiqueta de ser quien inició este proceso. Entre 1880 a 1883 fue Presidente de la Comisión Municipal de Buenos Aires (la elección se daba por parte de un grupo de notables vecinos), y tras la federalización ciudad, primer Intendente Municipal entre 1883 y 1887 (designado por el Presidente de la Nación en curso, Julio Argentino Roca). Hijo de Carlos María de Alvear, Torcuato era hermano de Diego de Alvear (padre de Josefina) y fue padre del presidente de la Nación por la Unión Cívica Radical Marcelo Torcuato de Alvear. Un poco argentino y otro poco europeo, Torcuato fue el impulsor del plan de una clase social que buscaba no sólo consolidar y expandir sus poderes político y económico sino también el simbólico, tanto en el país como internacionalmente. Su proyecto de ideales progresistas (impulsado por Roca y la Generación de los Ochenta) estuvo vinculado a la remodelación urbana y la necesidad de un cambio de imagen de la ciudad. El programa incluyó la modernización de las secretarías y áreas del Estado; la creación de numerosos parques con sus jardines, grutas y lagos; la apertura de calles, construcción de avenidas, entre ellas la Avenida de Mayo como un boulevard central; la demolición de estructuras simbólicas del colonialismo como la Vieja Recova, y la construcción de la Plaza de Mayo, entre otras obras.

Pero para estos proyectos se necesitaban millones de nuevas manos, por tanto se adoptó una fuerte campaña para la llegada de inmigrantes. Frente a la construcción de los grandes palacios comenzaron a conformarse los conventillos y los barrios populares. Buenos Aires ya no era sólo París, y las plazas ya no estaban sólo ocupadas por vestidos de altas costura, bastones y galeras, sino que esa nueva masa de obreros inmigrantes empezaba a tomar la ciudad. Así, comenzaba un proceso, confrontativo, de dos maneras de ver y comprender la cuestión social.

NF


Vista de la Avenida de Mayo, legado de la gestión Alvear.
Vista de la Avenida de Mayo, legado de la gestión Alvear.

LAS DAMAS DE BENEFICENCIA

La Sociedad de la Beneficencia (también conocida como Sociedad de Damas de Beneficencia) fue una institución creada por Bernardino Rivadavia en 1823 con el objetivo de que el Estado se encargara de la atención a los pobres, reemplazando a instituciones de la Iglesia Católica.

La particularidad desde un principio es que la institución estuvo a cargo de damas patricias, de la alta sociedad porteña.

Aunque las mujeres patricias que constituyeron inicialmente la Sociedad de Beneficencia fueron nombradas por el gobierno, el decreto establecía que en lo sucesivo ellas mismas elegirían a las integrantes de esa Sociedad.

Doña Elisa Alvear de Bosch.

Elisa de Alvear, hermana de Josefina, fue una de las importantes integrantes de la institución y la presidió a mediados de los años 30, pero paralelamente desarrolló otras iniciativas sociales a través de numerosas entidades: Sociedad de San José, Sociedad de Damas Vicentinas de Mar del Plata, Patronato de la Infancia, etc.

La dueña -junto a su marido- del Palacio Bosch, actual casa del embajador de Estados Unidos, desarrolló una intensa actividad social hasta que Evita impuso otra idea acerca de cómo había que resolver el tema de la pobreza.

El artista Daniel Santoro rescata a través de sus reflexiones representadas en su extensa obra que el peronismo produce reacciones violentas al poner el capital al servicio del hombre, y que tiene una diferencia muy importante respecto de la izquierda y la lucha de clases. “El peronismo no proletariza, hay un reclamo de felicidad inmediata. Tiene una cuestión fundamental: el peronismo no reclama sacrificios. Nunca hay reclamo de sacrificios, ni revolucionarios, ni capitalistas”. Tampoco hay meritocracia sino que todos merecemos por estar en el mundo.

Hasta entonces las damas de la Sociedad de Beneficencia habían creado Escuela Hogares, edificios grandes y austeros con pasillos fríos y ventanas opacas para que los niños internados no pudieran ver afuera ni ser vistos. Vestidos con uniformes grises, con las cabezas rapadas y llamados por el número cosido a su ropa, recibían más entrenamiento que educación. Los niños sólo dejaban el lugar durante la época navideña para pararse en las calles y mendigar dinero para la Sociedad de Beneficencia.

Para Evita, la meta principal era crear un espacio seguro para los niños víctimas de problemas sociales. En siete años, la Fundación Eva Perón creó veinte Hogares Escuela. Los niños asistían a las escuelas públicas y cada uno mantenía los lazos con su familia nuclear siempre que fuera posible. Integración, no segregación, era el lema. La arquitectura reflejaba su expectativa. El cerco que rodeaba los edificios era bajo, las construcciones eran amplias y bien iluminadas, con techos de tejas rojas, muros blancos y jardines verdes. El decorado interior era de la más alta calidad, con mármol, mosaicos, camas de roble, manteles de vivos colores, abundantes flores, murales, libros y juguetes.

Pero la Ciudad Infantil fue la gran obra de Evita, “la pequeña utopía cumplida”. Ubicada en el barrio Belgrano de Buenos Aires, contenía todos los edificios de una ciudad real pero a escala de los chicos. Aunque los detalles eran lujosos, había dormitorios con pisos de roble importado y cortinas de voile suizo. Destinado para niños entre 2 y 7 años, buscaba integrar los niños marginados a la sociedad, prepararlos para la escuela primaria y ayudarlos a integrarse al grupo por medio del juego. Utilizaba los métodos de María Montessori, quien todavía vivía.

Damas de beneficiencia.

Santoro comenta que en el folleto de propaganda había una foto de ese inusual dormitorio con un texto que decía “para que nuestros chicos pobres no tengan nada que envidiarle a los hijos de la oligarquía”.

“Eva Perón –advierte el artista- politiza la envidia. Eso no lo hizo nunca nadie. La envidia es un sentimiento inconfesable con el que todos comerciamos. Ella pensó que si los chicos no envidiaban no se les iba a enfermar el alma”. No sólo se trataba de la redistribución de la riqueza, sino la redistribución de los destinos. “A vos te había tocado pobre ahora te va a tocar rico. Ahí es donde ella clava su puñal más profundo. La violación del cadáver de Evita comienza ahí. La envidia es un comercio. Yo me dejo envidiar, y al otro no le queda más remedio que envidiar en silencio. Eva corta esa cadena”.

Evita quería que los niños no fueran aislados. Todos debían tener una familia nuclear afuera del Hogar donde pasaban los fines de semana y los días de fiesta. Si el niño no tenía padres o no podía volver a su casa por cualquier razón, entonces se le buscaba un tutor. Al entrar, cada niño recibía un examen médico completo y después dos exámenes por mes, con el énfasis puesto en la medicina preventiva. Algunos niños volvían a sus casas para cenar y dormir y otros eran residentes. Todos recibían ropa (no uniformes, con la excepción de los guardapolvos escolares), zapatos, libros, útiles para la escuela, y medicina cuando era necesario. Hasta podían elegir su ropa. Se trataba de evitar la idea de asilo prevalente durante la época de la Sociedad de Beneficencia. No se los estigmatizaba ni se les hacía resaltar: no se les rapaba la cabeza, ni se los llamaba por un número ni se los hacía mendigar.

La Sociedad de Beneficencia funcionó como tal hasta septiembre de 1946, momento en que el General Perón solicitó su intervención nombrando a su allegado Armando Pérez de San Martín como interventor. Dejó de existir un año más tarde.

AMANCIO WILLIAMS RECIBIENDO AL ZEPPELIN

Amancio Williams, el arquitecto de la Casa del Puente, el preferido de Le Corbusier, todavía no había iniciado sus estudios universitarios cuando el Graf Zeppelin pasó por Buenos Aires. Por ese entonces, era un joven aviador.

En la página web dedicada a su vida -amanciowilliams.com-, están publicadas sus cartas, donde en una de ellas narra la historia de cuando le tocó ir a recibirlo con su pequeño avión.

Postal del Graf Zeppelin sobrevlando Buenos Aires.

“En 1934 el Graf Zeppelin realizó su primer viaje desde Alemania a Buenos Aires con escala en Río de Janeiro, luego de cruzar el Atlántico. Por aquel entonces yo tenía 21 años y estaba dedicado a pleno a la aviación. En la mañana del 30 de junio, el Zeppelin llegó al Río de la Plata. Yo había sido designado como piloto en una escuadrilla que tenía que recibirlo y acompañarlo hasta Buenos Aires, dándole la bienvenida en nombre de la aviación civil.

La escuadrilla consistía en aviones Fleet; un biplano de dos plazas construido en una liviana estructura de tubos metálicos totalmente cubierta con tela pintada: el cuerpo en azul y las alas en color aluminio. Un excelente y maniobrable avión con motor radial de 160 HP (caballos). Partimos con la primera claridad del alba, en una helada mañana de invierno.

Mi asiento no era nada confortable pues consistía en mi paracaídas plegado en un duro paquete. Yo mismo estaba dentro de un abrigado over-all, casco de cuero, antiparras especiales de aviación para proteger mis ojos del viento, gruesas medias de lana y largos guantes de gamuza. Mi apariencia tenía cierta curiosa similitud a la de los astronautas de la actualidad.

Frente a mi abierto cock pit (receptáculo): un parabrisas de celuloide transparente. A mis espaldas había otro receptáculo similar para un observador. Al acercarnos hacia el exterior del Río de la Plata vi, allá muy lejos sobre el horizonte, un apenas distinguible punto; segundos después este punto se transformó en algo alargado. Entonces aparentó ser un minúsculo cigarro gris flotando sobre el horizonte y la gran masa de agua. Luego de unos momentos comencé a distinguir la forma de un Zeppelin, algo que nunca había visto antes.

Finalmente el Zeppelin, este objeto de 240 metros estaba frente a nosotros. La escuadrilla giró hacia la derecha para dejar libre la línea de vuelo del Zeppelin, luego hicimos otro giro de 180º deslizándonos hacia la izquierda hasta que nuestra línea de vuelo quedó paralela y muy próxima a la del dirigible, apuntando en dirección a Buenos Aires.

Nuestra escuadrilla se desplazaba a la izquierda del Zeppelin, entre él y la línea de costa argentina. Como mi avión era el último del ala derecha de la formación en V de la escuadrilla, al realizar el último movimiento me convertí en el hombre más próximo al Zeppelin, ubicado a unos 80 m. de mí. Recuerdo que mis alas estaban perpendiculares a sus 240 m. de longitud.

Por razones de seguridad, nuestra altura estaba a 20 m. por debajo de la quilla del Zeppelin, que volaba a una velocidad de crucero de 120 km/h. Como la nuestra era del orden de los 160 km/h, nuestra escuadrilla tenía que reducir con dificultad su velocidad.

Podemos imaginar la grandiosidad de la vista que estaba gozando. Es algo difícil de explicar; no era solamente la impresión de esta enorme y maravillosa forma, sino también la elegancia y suavidad de los movimientos del Zeppelin, que podía percibir con nitidez.

Nunca lo olvidaré: como fondo, a la derecha de mis dos alas plateadas, mirando hacia arriba aparecía el precioso Zeppelin plateado, con sus elegantes movimientos contra el cielo. Hacia abajo el precioso Río de la Plata, plateado en la luz mañanera; la extendida línea de costa del Uruguay; la visión de ese país y la sensación de que más allá se encontraba el continente Sudamericano. Desde la línea costera hasta el horizonte, es decir hacia el Norte, el panorama estaba cubierto por la niebla de la mañana como un suave velo gris plateado que subía hacia arriba, hasta que mis ojos encontraban la quilla del Zeppelin, la grandiosidad de su casco y la explosión de la plateada luz.”

DOSSIER N° 2

JOSEFINA BONAPARTE

La perla de las antillas

Martinica, la «Perla de las Antillas»,​ es un departamento de ultramar de Francia desde 1630. Pierre Belain d'Esnambuc, quien estableció la primera colonia francesa permanente en la isla en nombre de Luis XIII de Francia en 1635 fue ancestro materno de Josefina (nacida como Marie Josèphe Rose Tascher de la Pagerie). Por parte de padre, la familia Tascher provenía de la nobleza francesa. Joseph, padre de Josefina, llegó a la isla como muchos, huyendo de las presiones sociales de Francia.​ La plantación de los Tascher, en la cima de un desfiladero al suroeste de Martinica, era conocida en ese entonces como la Pequeña Guinea por el origen de la mayoría de sus esclavos.​ A menudo, ya adulta, Josefina recordaba las 500 hectáreas en las que creció, el río que corría por sus tierras y las ceibas que rodeaban la hacienda.

Foto histórica de La Estatua de la Emperatriz Josefina (inaugurada en 1859). Foto actual de La Estatua de la Emperatriz Josefina.
La Estatua de la Emperatriz Josefina (inaugurada en 1859) es un monumento de mármol blanco situado en la Plaza de la Savane en Fort-de-France, Martinica. La pieza fue decapitada porque se presume que Josefina convenció a Napoleón para que mantuviera la esclavitud en la isla.

Casamiento por azar

A pesar de que una plantación de caña de azúcar era una empresa lucrativa, la familia de Josefina tuvo dificultades económicas durante más de 10 años a consecuencia de la devastación causada por un huracán en su propiedad en 1766 y por la adicción que el padre tenía a los juegos de azar. De hecho, como consecuencia de la destrucción de su casa por el huracán, la familia de Josefina vivía en el segundo piso del edificio, donde estaban instalados los calderos de cocción de la caña.

Retrato de Alejandro de Beauharnais.
Alejandro de Beauharnais.

Désirée, una tía paterna de Josefina, estaba casada con François, vizconde de Beauharnais, un aristócrata francés. En 1778, al empeorar la salud de éste, Désirée hizo arreglos para que la hermana de Josefina, Catherine, se comprometiera con el hijo de François, Alejandro, de 17 años, y oficial de la armada francesa. Sin embargo, sin que lo supiera la tía Désirée, Catherine había fallecido de tuberculosis dos meses antes.

Para cumplir los deseos de la tía en París, se tomó la decisión de enviar a Manette, la hermana menor de Josefina, de tan solo 11 años, pero la niña enfermó y, finalmente, fue Josefina quien ocupó el lugar de su hermana y se desposó con Alejandro. Dicho matrimonio sería de gran beneficio económico para la familia de Josefina, ya que la familia de Beauharnais era adinerada. Josefina dejó atrás a un pretendiente: el teniente francés Scipion du Roure.

En agosto de 1779, Josefina y su padre Joseph partieron rumbo a París. A fines de octubre, Josefina conoció a su prometido y a su familia. Dicen que causó una buena impresión en la familia, pese a sus toscos modales provincianos.

Las faltas de ortografía en el matrimonio

Tras su casamiento con Alejandro, Josefina tomó clases de ética, literatura y escritura para comportarse adecuadamente entre la nobleza de Francia. Muchas de las clases las tomó a petición de su esposo. Alejandro, un joven amante del lujo y la intriga política, muy conectado en el círculo de personajes aristocráticos poderosos en París.

El 3 de septiembre de 1781, Josefina dio a luz su primer hijo, un varón que nombraron Eugène Rose. Alejandro, quien había partido casi seis meses atrás, vino a visitar a Josefina y a su recién nacido primogénito. Sin embargo, partió de inmediato en un viaje de ocho meses por Italia. Los viajes de Alejandro eran tan numerosos y de tan larga duración que en un período de cuatro años, Josefina vio a su esposo unos pocos meses.

Retrato de la Hortensia, hija de Josefina.
Hortensia, hija de Josefina, terminó casándose con el hermano de Napoleón (a su pedido) y fue madre de Napoleón III.

La relación de los recién casados se condujo mayormente por correo. Esas cartas de Josefina, debido a su mala ortografía, horrorizaban a Alejandro y eran causa de discusión en su matrimonio. Un mes después del nacimiento de Eugène, en octubre de 1781, Josefina se enteró de que Alejandro había tenido amoríos con la prima de Josefina, Laure de Girardin de Montgérald y que juntos habían concebido un hijo.

Tras una fuerte pelea, estuvieron distanciados y un tiempo. Poco después de reconciliarse, en diciembre de 1782, Alejandro partió para Martinica, para trabajar como asistente del gobernador. Josefina decidió quedarse en Noisy-le-Grand porque estaba embarazada por segunda vez y Eugène era muy pequeño para tan larga y tediosa travesía.

Josefina dio a luz prematuramente el 10 de abril de 1783 a una niña que llamaron Hortense Eugénie Cécile. Laure, la amante de Alejandro, le informó del nacimiento prematuro de su hija, considerado en aquel entonces prueba de que el bebé podía no ser suyo.

Alejandro vivió desenfrenadamente en la isla, pero no pudo soportar la posible infidelidad de ella, por lo que buscó evidencias de que Josefina en su juventud, había sido promiscua. Pese a no encontrar pruebas seguras, en septiembre de 1783, al volver a París, la expulsó de su casa y la envió, con los niños, a una abadía habitada por mujeres en situaciones matrimoniales similares a ella.

En la abadía, Josefina aprendió la sofisticación parisina de sus compañeras, y no solo habilidades sociales sino cierto grado de valentía para adentrarse en el mundo de la política de París.

Perder la cabeza

Dibujo de la entrada a la Prison des Carmes.
Dibujo de la entrada a la Prison des Carmes, donde Josefina y Alejandro Beauharnais fueron encarcelados en 1794.

Después de una serie de conflictos con Alejandro, Josefina logró un acuerdo y viajó a Martinica un año antes de la Revolución Francesa, para hacerse cargo de la empresa familiar. Pero en 1790, los peligros de la rebelión en la isla la obligaron a volver a Francia, sin equipaje y sin dinero. En tan solo tres años, Francia había cambiado drásticamente. La Bastilla había sido tomada, la nobleza había perdido sus derechos feudales y la democracia había triunfado. Josefina se reunió con su hijo Eugène y se quedaron a vivir temporalmente en la casa de Fanny de Beauharnais, tía de Alejandro y madrina de su hija.

Josefina y su esposo Alejandro retomaron su relación en forma epistolar y se volvieron a ver a finales de 1791, en la casa de la tía Fanny, celebrando la aprobación de la nueva constitución.

Alejandro se había vuelto político, apasionado por las nuevas ideas liberales, y llegó a ser el presidente de la Asamblea Nacional. De hecho, después del exilio del rey, fue el líder político de Francia durante dos semanas. Pese a su compromiso y asumir altas responsabilidades militares, Alejandro no logró superar las intrigas y el 2 de marzo de 1794, durante el llamado Reinado del Terror, fue arrestado y encarcelado. Pocos días después, Josefina fue acusada de tener vínculos con contrarrevolucionarios por lo que también fue arrestada. En prisión, se volvieron a encontrar marido y mujer. El Carmes era una de las peores cárceles de la Primera República: sobrepoblada, repugnante y a diario se sacaban presos que eran de inmediato guillotinados.

Cuando Josefina fue encerrada, había 600 personas encarceladas y cuando fue dejada en libertad tres meses después, sólo había 200. Alejandro, acusado de haber defendido mal la ciudad de Mayenne en 1793 y considerado "aristócrata sospechoso" fue condenado a muerte. Faltando solo cinco días para la caída de Robespierre, fue guillotinado el 23 de julio junto con su hermano Agustín en la Plaza de la Revolución —actual Plaza de la Concordia— en París. Josefina, quien según algunos dicen simuló estar enferma, se salvó por horas del cadalso. Quedó libre inmediatamente después de que fue guillotinado Robespierre.

Carreta con personas llevadas a la guillotina durante el Reinado del Terror.
Carreta con personas llevadas a la guillotina durante el Reinado del Terror. Dibujo de Denis Auguste Marie Raffet.

Los amores de josefina

Después de quedar viuda, Josefina de Beauharnais habría sido compañía íntima y amante de diversas figuras políticas. Entre ellas siempre se ha comentado la relación existente con Paul François Jean Nicolas Barras, quien en esos momentos, era la persona más poderosa del Directorio que gobernaba Francia. Algún historiador llega a describirla como lasciva y fiestera, basándose en las cartas de sus contemporáneos.

Retrato de la Emperatriz Josefina por François Gérard.
Retrato de la emperatriz Josefina, por François Gérard.

La leyenda más popular del modo en como se conocieron Josefina y Napoleón relata que Eugène, decepcionado por tener que entregar la espada de su padre durante una redada en la que la Guardia Nacional decomisaba todo armamento en poder de civiles, corrió con su madre a quejarse a la oficina del comandante en jefe de París: Bonaparte. Impresionado, el general aceptó que el joven de 15 años se quedara con la espada, prestando un profundo interés en la madre de un joven tan leal. Pero al parecer el relato es ficticio y en realidad Josefina conoció al general Napoleón Bonaparte entre agosto y septiembre de 1795, en casa de madame Teresa Tallien, a quien los franceses apodaban «Madame Libertad». Madame Tallien y Josefina se habían hecho muy amigas desde que se conocieron en la prisión, donde estuvieron juntas.

Fue Barras quien presentó a Josefina y Bonaparte. Josefina tenía 32 años cuando conoció a Bonaparte, seis años más que el general de Córcega.

Por ser extranjero, los directores y otros gobernantes y militares de Francia tenían limitada confianza en Napoleón, por lo que Barras, un ávido defensor de Bonaparte, propuso que se buscara una esposa francesa y que, de hacerlo, ganaría más la confianza de los directores a tal grado de asignarle el mando del ejército, algo que Napoleón anhelaba, con el fin de liberar a su país del dominio de Austria. El matrimonio también le daría a Bonaparte una sólida conexión francesa, al punto de que después de la boda, quitaría la letra u de su apellido italiano: Buonaparte.

TE AMO, TE ODIO, TE AMO

De su relación con Napoleón, Josefina le escribiría a un amigo, que no amaba al emperador y que al respecto ella se encontraba “en un estado de indiferencia”. Josefina —que para entonces era conocida como Rose— y Napoleón se comprometieron en enero de 1796 y se casaron por civil el 9 de marzo de 1796; se cuenta que al momento del acto, el notario ante el que se verificó la ceremonia, le recomendó a Josefina no hacerlo, pues lo hacía con un general pobre, sin futuro, que no tenía para aportar al matrimonio más que su equipo militar. El Ministro de Guerra hizo la misma recomendación, así como el contable de Josefina, éste por motivo de que el contrato del matrimonio implicaba que se compartirían equitativamente todos los gastos de vivienda, aún los gastos de la boda.

Dos días después de su matrimonio, Bonaparte partió para liderar el ejército francés en Italia, enviando desde el exterior muchas cartas intensamente románticas a su nueva esposa. Muchas de esas cartas siguen preservadas en el presente, mientras que existen pocas de Josefina.

Pese a su matrimonio, Josefina —menos enamorada de Napoleón que lo que estaba él de ella— continuó una vida frívola y en las constantes ausencias de Napoleón durante su mando en el Ejército de Italia, aprovechó para mantener amantes, incluyendo a un teniente de húsares de nombre Hippolyte Charles, en 1796.

Mientras, el marido desde Milán le enviaba cartas de gran intensidad: “No paso un día sin amarte, no paso una noche sin querer tenerte entre mis brazos, no puedo beber una taza de té sin maldecir la gloria y la ambición que me tiene alejado del amor de mi vida”, escribía. También le reprochaba los rumores que le llegaban desde París: “No pido amor ni fidelidad eternos, únicamente la verdad, una franqueza ilimitada. El día que me digas 'te amo menos' será el último día de mi amor o el último de mi vida”.

Los rumores de la infidelidad de Josefina llegaron a oídos de Napoleón a través de sus hermanos y amigos. Incluso en una ocasión, al regresar de la expedición a Egipto, ya al tanto de estos amoríos, llegó a expulsar a Josefina de su casa, sin embargo, más pudo el amor que sentía por ella y la perdonó, continuando su vida en común. Esto o el probable divorcio, influyó en Josefina, quien se volvió más reservada.

Sin embargo, Napoleón tuvo otras amantes; algunas de las cuales eran damas de compañía de Josefina. Con al menos una de ellas tuvo un hijo.

LAS CARTAS DE AMOR

Dicen que la llamaba Josefina porque su verdadero nombre, Rose, había sido pronunciado por sus amantes. Cuando en 1795 conoció a la que sería su esposa, a la que habría de convertirse en emperatriz del Gran Imperio francés, Napoleón no era absolutamente nadie: apenas un general veinteañero y desharrapado, serio, solitario y con una dudosa carrera militar en el horizonte.

Dominó gran parte de Europa, pero Napoleón nunca logró tener aquello que más ansiaba: el amor de su querida Josefina de Beauharnais. Una mujer a la que el “Pequeño corso” quiso con locura pero que según dicen los detractores solo fingió quererlo para poder llenarse los bolsillos a su costa. Así lo atestigua algún amante que la Emperatriz tuvo en París mientras su esposo andaba guerreando para Francia. Un romance que provocó que su marido pasase de estar rendido a sus pies, a odiarla y hasta maltratarla físicamente. Ella no se quedó atrás pues solía tildarlo de “inepto sexual”. Aunque dicen que lo hacía para evitar el divorcio por no poder darle un hijo.

Napoléon y Josefina, retratados por Harld. H. Piffard.
Napoléon y Josefina, de Harld. H. Piffard.

Las primeras cartas de Napoleón muestran a un hombre desesperado por ver a su amada, Bonaparte llegó a pedirle en varias ocasiones que se reuniera con él en Italia. Sin embargo, Josefina tenía siempre una excusa para evitar este encuentro y quedarse en París con su amante. Incluso la historiadora Angela Caso recuerda que llegó a inventarse un falso embarazo para escapar de su marido.

Fue una relación desigual.

«Adiós, mujer, tormento, felicidad, esperanza y alma de mi vida, a la que amo, a la que temo, que me inspira sentimientos tiernos que me atraen a la Naturaleza, y movimientos impetuosos tan volcánicos como el trueno», escribía Napoleón en 1796. Incluso en ocasiones se despidía con abiertas alusiones sexuales: «un beso más abajo, más abajo de los senos».

Pero a Napoleón su amor enfermizo poco correspondido, lo llevaron al sufrimiento, al enojo y a la amenaza: “Ya no te amo; al contrario, te detesto. Eres una ruin, una torpe, una ruda. No me escribes, no amas a tu marido. ¿Qué hace usted todo el día señorita? ¿Qué negocio tan importante quita a usted el tiempo para escribir a su bien amante? ¿Qué afecto ahoga y hace poner en el olvido el amor, el tierno y constante amor que le tiene usted prometido? ¿Quién puede ser ese prodigioso y nuevo amante que absorbe todos sus instantes? Josefina, tome usted sus precauciones. Una de estas hermosas noches se caerán las puertas y allí estaré”.

Josefina no vivió mal ese tiempo, mientras Napoleón estaba lejos, sometiendo Europa, ella lo engañaba y gastaba su dinero con lujos y amantes.

Vivir para josefina

He recibido todas tus cartas pero ninguna me ha causado tal impresión como la última. ¿Cómo, mi amada, puedes escribirme de ese modo?

¿No crees que mi posición es ya bastante cruel, sin agregar mis propios sufrimientos y rompiendo mi espíritu? ¡Qué estilo! ¡Qué sentimientos muestras! Son fuego y queman mi pobre corazón.

Mi Josefina y única Josefina, además de ti no hay alegría; lejos de ti, el mundo es un desierto y cuando estoy sólo y no puedo abrir mi corazón.

Te has llevado más que mi alma; eres el único pensamiento de mi vida.

Cuando estoy cansado del trabajo, cuando los hombres me desesperan, cuando estoy a punto de maldecir estar vivo, pongo mi mano en mi corazón; tu retrato cuelga de él, lo miro y el amor me trae la felicidad perfecta.

¿Con qué arte me cautivaste para concentrar todo mi ser en ti?

Vivir para Josefina, esa es la historia de mi vida.

Carta de Napoléon Bonaparte a Josefina, 3 de abril de 1796

Ponela a mamá

Napoleón, el guerrero, fue nombrado emperador en 1804. En la ceremonia de la coronación, su trono estaba a la derecha del altar, mientras que Josefina estaba en un trono menor situado cinco escalones más abajo. Josefina fue coronada emperatriz por su esposo en la catedral de Notre Dame. La coronación no fue del agrado de la familia de Napoleón, al punto que su madre Letizia ni siquiera acudió al acto de coronación y las hermanas del emperador, que no soportaban a su cuñada, tuvieron que cargar con la cola del vestido de coronación de Josefina muy a su pesar y de mala gana.

En la pintura de Jacques-Louis David de la coronación, aparece Josefina de rodillas a punto de recibir la corona restaurada de Carlomagno, mientras que su esposo portaba la corona de laureles de oro al estilo de los emperadores romanos. La ceremonia duró más de tres horas. En el cuadro se observa la presencia de Letizia en el fondo de la imagen, pero esta es irreal. Napoleón ordenó al pintor David que la incluyese en el cuadro.

Josefina se arrodilla ante Napoleón durante su coronación en Notre Dame, pintura al óleo por Jacques-Louis David, 1808.
Josefina se arrodilla ante Napoleón durante su coronación en Notre Dame, pintura al óleo por Jacques-Louis David, 1808.

El jardín oscuro

La relación tumultuosa, los múltiples engaños, las pasiones desenfrenadas, las humillaciones y las estafas marcaron los años de matrimonio de Josefina y Napoleón. Al final, acordaron divorciarse en 1809. El Corso pasó de escribirle cartas que hablaban de pasar la noche con ella en su “jardín oscuro”, a denostarla y considerarla una traidora. Oficialmente se dijo que ambos habían acordado separarse por el bien de Francia debido a que no habían logrado tener hijos. “El 15 de diciembre se presentó en el senado el Emperador con su esposa. Los dos consortes hicieron su declaración, fundada la de Napoleón en la necesidad de tener descendientes, y la de Josefina, en la obligación de sacrificarse por Francia”.

El divorcio (10 de enero de 1810) fue el primero bajo el Código de Napoleón. En 1811, Napoleón contrajo matrimonio con la Archiduquesa María Luisa de Austria, con la que tuvo un hijo ese mismo año: Napoleón II de Francia.

Detalle de la carta de divorcio enviada por Josefina a Napoleón.
Detalle de la carta de divorcio de Josefina a Napoleón.

El valor de las rosas

Después de su divorcio, Josefina se trasladó a vivir al Castillo de Malmaison, cerca de París. El arreglo le permitió vivir con cierta holgura pese a que siempre Napoleón se quejó de sus gastos excesivos. Tras acondicionar el lugar, se dedicó casi por completo a sus jardines, en especial a los rosales. Y bajo la tutela de Josefina, también floreció la carrera del pintor Pierre-Joseph Redouté, quien se dedicó a pintar todo tipo de flores. Una rosa fue nombrada en honor al castillo de Malmaison y sus 650 rosales, la especie Souvenir de la Malmaison.

Chateu de Rueil-Malmaison. Dormitorio de Josefina en el Chateu Rueil-Malmaison. Souvenir de la Malmaison. Chateu de Rueil-Malmaison.

DOSSIER N° 3

DE ESTRENO

INAUGURACIÓN DEL PALACIO ERRÁZURIZ ALVEAR

Artículo publicado en la Revista Plus Ultra con motivo de la inauguración del Palacio Errázuriz-Alvear, septiembre de 1918.


Reproducción del texto de Antonio Pérez Valiente:

En el centro del jardín, donde los cipreses ponen su gracia gentílica, se levanta la mole blanca del palacio. Es severo y majestuoso. Sus líneas neo-clásicas, alternadas con motivos y adornos del más puro Luis XVI se inspiran en las construcciones parisinas de la vieja corte borbónica. Dos términos de piedra, evocaciones del Versalles galante, embellecen la balaustrada de la gran terraza, abierta sobre la Avenida Alvear

Viendo en conjunto la suntuosa morada, acude a nuestra memoria el recuerdo de las edificaciones de columnas existentes en la plaza de la Concordia de París, construidas por Jacobo Angel Gabriel, auto del Château de Compiègne y de la sala de espectáculos, en la residencia real de Versalles. Así vemos, que los ventanales, las puertas, y en general todo el frente del moderno edificio, son reproducción de los modelos de este gran arquitecto.

Plus Ultra.

D. Matías Errázuriz y su esposa D. Josefina de Alvear, después de residir varios años en Europa y de haberse dedicado con preferencia a la adquisición de antigüedades y objetos artísticos, encomendaron a Mr. Sergent la construcción de este palacio, que embellece la gran avenida que conduce a los jardines de Palermo.

El escultor Viseaux, encargado a su vez de la dirección artística de la obra, ha reproducido el triángulo del Ministerio de Marina, Garde meubles en tiempos de Luis XIV, y las figuras que ornan el frente, en el ángulo de la rue Saint Florantin, representando “Le bonheur publique”.

A los costados de la puerta del fondo, hacen pendant dos cuadros de escuela española. Uno es el retrato de D.Carlos II el Hechizado, por Carreño, y Otro, de autor desconocido, representa un monje en oración, que por la técnica con que está ejecutado y por la expresión de la figura, hace pensar en el pincel mágico de Velázquez.

Los asientos son de damasco verde, y en la vitrina, colocada al costado de la derecha, hay un antifonario del siglo XVI, con iniciales góticas y escenas atribuidas a Cosimo Roselli, pintor que contribuyó a realizar con su arte los esplendores de la Capilla Sixtina. También se una certificación de armas, con su sello de plomo pendiente de hilos de seda, firmada por D. Juana de Castilla, madre del emperador dor Carlos V, expedida en Valladolid el 26 de octubre de 1536.

El escritorio de D. Matías Errázuriz, hállase decorado con recuadros de madera y fondo de terciopelo carmesí.

Plus Ultra.

Junto con algunos cuadros de valor, firmados por célebres artistas, se destaca una hoja de pergamino de Hans Burgkmair, representando la carroza de los tesoros sagrados, del Emperador Maximiliano de Austria.

Formando ángulo con la puerta de entrada, cuya parte interna ofrece la inexplicable y extraña particularidad de ser una biblioteca figurada, llama la atención un mueble con aplicaciones de Coromandel, donde se muestra una miniatura de la Infanta D. Clara Eugenia, Gobernadora de los Países Bajos, pintada por Sánchez Coello, y una custodia española del siglo XVII, con piedras y esmaltes traslúcidos.

Otra vitrina, situada frente a la chimenea, contiene cinco ejecutorias, adquiridas en Europa: dos de ellas del siglo XVII, correspondientes a los apellidos Escobar y Maldonado, y otra del siglo XVIII, que describe la genealogía del Solar de Texada.

Casi contigua al antichambre, arranca la escalera de mármol que conduce a las dependencias del piso alto, donde están los aposentos íntimos y gabinetes de confianza. En medio de su variedad, todo guarda una perfecta armonía.

Además del cuarto pompeyano, muy original dentro de su carácter, dejan agradable impresión las saletas siglo XVIII, y la cámara virreinal con muebles coloniales y cuadros de escuela española, entre los que se destaca un crucifijo del Greco.

Todas estas dependencias tienen salida a la galería alta del Hall, cuyo único adorno consiste en un bello tapiz de Flandes.

Plus Ultra.

El hall ocupa el centro del edificio; es de magníficas proporciones y su estilo responde, en términos generales, a las normas clásicas del renacimiento. Desde la escalera circular, colocada en uno de los extremos, es desde donde mejor se aprecia la grandiosidad del recinto. Se ve, al fondo, la galería de arcos, el balconete con su ajimez y la reja de hierro, bella reproducción de la que existe en la Casa de las Conchas de Salamanca, presentando la pequeña variante de haber sido sustituidas las armas de los Maldonado por el blasón de Alvear y de Errázuriz, que sostienen dos tenantes de piedra

Sirviendo de centro a los grandes ventanales románicos, avanza la gran chimenea, trabajada en un solo bloque y copiada de un castillo francés.

En el ángulo de la izquierda, resalta la nota cárdena de un viejo arcón de Burgos, sostenido por dos cabezas de endriago, y sobre él, la figura ecuestre del caballero D. Diego de Laneveile, capitán de armas en el virreynato de México.

En el otro ángulo, luce un motivo ornamental de gran efecto decorativo: el timbre heráldico del Valle del Baztan con sus escaques o jaqueles, coronado de un yelmo con plumajes, traído de una antigua casona de Navarra.

Entre los innumerables objetos artísticos de distintas épocas y estilos que adornan el hall, se destacan: varias tablas de primitivos castellanos, cuyas figuras predominantes, hechas con un sentido decorativo sobre fondos de oro, tienden más al recreo de la vista que a los sentimientos del espíritu. Las figuras son seráficas, estilizadas, selladas de ese misticismo candoroso, que exhuma exaltación y penitencia.

Plus Ultra.

Una virgen, llena de hieratismo gótico, sacada de Santo Domingo de Silos, y coronando la hornacina, un símbolo feudal de los reales aposentos de D. Martín de Aragón, en el Monasterio de Poblet.

Un grupo de madera estofada, hecho por el célebre artista denominado «La maine coupé», expuesto en la exposición de Gand, y un casco de hierro con cinceladuras y nieladuras de oro que debió pertenecer a uno de los grandes guerreros de la Conquista y que se encontró enterrado en el fundo de Huique (Chile).

Plus Ultra.

En las vitrinas hay una hermosa colección de libros de horas, con delicadas miniaturas de raro mérito, un autógrafo de Santa Teresa de Jesús, objetos cincelados y bruñidos en plata y marfil, y un ejemplar de la segunda parte del Quijote, correspondiente a la primera edición publicada en 1516. Fue propiedad del bibliófilo español Marqués de Casa-Mena.

Dos banderas coloniales, de seda escarlata, figuran al lado de una mesita firmada por Riesener, célebre mueblero de la reina María Antonieta.

También figura en otro de los frentes, el retrato de D. Juan de Austria, hijo natural de Felipe IV y de la famosa comedianta María Calderón. La solemne pomposidad de su porte, lo revela como Gran Prior de Castilla, Virrey de Cataluña, Gobernador de Flandes y Vice Regente de Aragón. Aunque el valor artístico de esta pintura no es comparable al de otros cuadros de muy superior mérito, se hace notar la arrogancia y riqueza de la figura. Viste jubón de raso blanco con mangas abullonadas, calzón de los mismo con puntillas de Flandes, y entre las áureas joyas, resalta sobre el peto la noble insignia de los caballeros de Malta.

Colocado en su caballete, resalta también una escena de San Francisco, pintada por el Giotto. Esta obra, como todas las del mismo autor, marca la transición entre la materia en reposo y la materia en movimiento. El Giotto fué ante todo original, y señaló nuevos rumbos a la pintura, siendo el verdadero precursor de la escuela florentina. Con un sentido elevado del arte, consiguió humanizar la figura, dando dulzura al trazado y armonía al colorido. Este cuadro fue uno de los que pintó Giotto para el convento de los franciscanos de Asís, circunstancia por la cual se ha salvado a través de los siglos.

A pesar de ser tan importante todo lo descrito, la verdadera joya del palacio son los tres grandes tapices que decoran los muros del hall, mandados tejer por el Marqués de Spinola según modelos del pintor Julio Romano. Formaban parte de la serie denominada "Los triunfos de Scipión" y representan "La Gran Batalla", "El Banquete" y "La continencia".

Plus Ultra.

Con estos tapices se formó la tienda real en la Isla de los Faisanes, en el encuentro de Felipe IV de España y de Luis XIV de Francia, al concertarse los desposorios de la Infanta Da. María Teresa de Austria con el citado Luis XIV. Acompañaban al rey Felipe IV, D. Agustín de Spínola, Gentil hombre de Cámara de S.M. y poseedor de estos tapices, y el pintor D. Diego Velázquez de Silva que iba como Aposentador Mayor de los Reales Palacios.

Los tapices, pertenecientes a la Casa de Spínola, recayeron por vínculo del mayorazgo de los Balbases en el Marqués de Alcañices, Duque de Sexto, siendo adquiridos a su muerte por el actual propietario.

El comedor es otra de las habitaciones principales; ocupa el frente norte del edificio, con puertas de salida a la terraza del jardín. Su decoración, de mármol rosado, estilo Luis XIV, es completada por dos hermosos cuadros pintados por Deux, uno de los cuales representa la caza del jabalí y otro la del ciervo. Estos cuadros fueron propiedad del Embajador, Duque de Osuna, y figuraron en el palacio de las Vistillas de Madrid.

El tono azul de los sillones, forma lindo contraste con las quimeras chinas que se ven sobre la saliente del zócalo, junto con algunas piezas de plata bruñida. Un magnifico biombo de coromandel, policromado en negro, oculta la puerta del “office”.

En el jardín de invierno, separado del comedor por ancha mampara de cristales, hay dos grandes dragones de porcelana china, época de Ming, esmaltados de amarillo y sinople. Aunque de menor tamaño, estos dragones son algo parecidos a los que existen en la residencia de Ning Pó, y son doblemente valiosos, por el perfecto estado de conservación en que se hallan.

La sala de recibo, como todas las anteriores, es asimismo interesante por la riqueza de sus muebles, todos antiguos, y lo selecto de sus obras de arte. Al penetrar en él, pensamos en el salón quimérico de la princesa Gaetani, "aquel salón dorado y de un gusto francés femenino y lujoso".

Plus Ultra.

La 'boiserie', firmada por Gabriel, fue hecha en tiempos de Luis XVI para uno de los palacios de la rue Royal de París.

En una vitrina de chaflán, iluminada por reflejo, se guardan preciosas porcelanas de Sevres y de jade, vasos de cristal de Venecia y otros pequeños bibelots, mereciendo recordarse una linda miniatura de la emperatriz Josefina, primera esposa de Napoleón, con autógrafo y dedicatoria a una de sus damas de compañía.

Distribuidos en círculo, hay algunos sillones y un canapé firmados por Jacob; también hay una cómoda de carey con incrustaciones de bronce, que perteneció al rey Luis XVI, siendo Delfín de Francia. Otro mueble, colocado junto a la chimenea, lleva las firmas de Sonnier y Delafause, célebres artistas del siglo XVIII. En las paredes, de entonación opaca, hay telas de Sargent, Bellotto, Fantin Latour, Sorolla y Corolus Duran, destacándose el interesante retrato de una dama inglesa, de autor desconocido.

El precursor de la escuela impresionista, Víctor Eugenio Delacroix, decorador del salón del rey en el palacio Borbón y de la Galería de Apolo en el Louvre, hállase representado con una pequeña obra que se distingue por la energía de los movimientos, el valor cromático de la pintura y la intensidad dramática de la escena.

Representa el desafío entre el Conde de Montgomery y el Rey Enrique II de Francia.

El Cristo con la Cruz, óleo de Doménico Theotocorulli, el Greco, es otra de las joyas artísticas que enriquecen el salón de recibo. Puesto en el sitio preferente, para hacer destacar sus valores, la divina figura se nos muestra con la frente coronada de espinas, el sagrado madero sobre los hombros descarnados, y los labios entreabiertos en un rictus de consolación y de súplica... El Greco se descubre en esta obra, compañera de otra igual que se conserva en el Museo del Prado, como el gran pintor que supo transmitir a la posteridad su misterioso dualismo, estilizando hasta la espiritualidad y dejando la más sublime sensación de aquella época, trágica de ardiente fe, en cada uno de sus ignotos personajes.

El cuadro que nos ocupa, procedente del Museo de Munich, donde lo tenía expuesto su anterior propietario Mr. Marczell de Nemes, mereció la atención profunda de los críticos de arte, principalmente del erudito Mayer, quien le consagró en una de sus obras los más entusiastas elogios.

Plus Ultra.

Al fondo del salón, entre la chimenea y la vitrina chaflanada, yérguese el magnífico grupo de Augusto Rodin, denominado "Le baiser". El glorioso escultor, fallecido recientemente, hizo varios trabajos de la misma índole, destinados a dar expresión plástica al amor...

En esta obra genial, donde los dos cuerpos aparecen unidos en un abandono de gracia sutilísima, el detalle anatómico pasa a ser cosa secundaria, dejando ver en toda su pureza el movimiento de la línea, que se ondula maravillosamente, como si el mármol hubiese tomado la agilidad y la ternura de la carne misma.

Todo el frente de la terraza que da sobre la Avenida Alvear, está ocupado por el Salón de Baile estilo Regence, deslumbrante por el lujo y exquisita elegancia de su composición.

Las aristocráticas arañas de cristal, penden de la techumbre blanca. Blancas son también las paredes, adornadas con espejos, brazos de luz y ornamentaciones de oro patinado.

Las altas lunas de bisel, dando profundidad al recinto, reflejan suavemente la claridad velada, que se transparenta por los pálidos cortinajes de seda.

Este salón, del más refinado buen gusto, evoca por su ambiente característico, aquella época suntuosa en que la corte de París ostentaba los esplendores decadentes de la Regencia en la menor edad del rey Luis XV.


Antonio Pérez Valiente

  • Plus Ultra.
  • Plus Ultra.
  • Plus Ultra.
  • Plus Ultra.
  • Plus Ultra.
  • Plus Ultra.
  • Plus Ultra.

Fuentes

Libros y Artículos

Toribio Medina, José (1968). Los Errázuriz. Notas biográficas y documentos para la historia de esta familia en Chile. Adiciones y ampliaciones por Carlos J. Larraín. Editorial Universitaria S.A. Santiago de Chile. Chile.

Pontoriero, Hugo (2016). Palacio Errázuriz Alvear, Memorias de un proyecto. Museo Nacional de Arte Decorativo. Buenos Aires. Argentina.

Espejo Fernández, Alejandro (2017). Una Argentina en París: Josefina de Alvear de Errázuriz y los pintores de la Belle Époque. Coleccionismo, Mecenazgo y Mercado Artístico: su proyección en Europa y América (41-59). Madrid, España.

De Alvear y Ward, Sabina (1891). Historia de Diego de Alvear y Ponce de León, Brigadier de la Armada, los servicios que prestara, los méritos que adquiriera y las obras que escribió. Imp. de Luis Aguado. Madrid. España. Recuperado de http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000135349&page=1

Chelala, Santiago (2017). El Antihéroe. Vida de Carlos de Alvear (1789-1852), prócer argentino olvidado. Universitat Pompeu Fabra. Barcelona. España.

Schávelzon, Daniel y Girelli, Francisco (2014). Grutas, Rocallas y Árboles de Cemento: Otra arquitectura desaparecida de Buenos Aires 1880-1910. Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas Mario J. Buschiazzo n° 44 (205-224). Buenos Aires. Argentina.

Sánchez, Santiago Javier (2015). Del Club del Progreso al Jockey Club: transformación y refinamiento de los espacios de sociabilidad de la burguesía de Buenos Aires (1852-1882). Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, núm. 14 (151-178). Universidad de Alicante. Alicante, España.

Losada, Leandro (2015). Élites sociales y élites políticas en Argentina. Buenos Aires 1880-1930. CONICET. Argentina.

López, Lucio Vicente (1884). La gran aldea. Buenos Aires. Argentina. Recuperado de https://drive.google.com/drive/folders/1zZvd9riiyIzCsB4908J0E-WlOqsR1dvN

Zigiotto, Diego M. (2018). Las mil y una curiosidades del Cementerio de la Recoleta:Penguin Random House Grupo Editorial Argentina.

Chumbita, Hugo (2001). El secreto de Yapeyú: El origen mestizo de San Martín. Emecé. Argentina.

Chumbita, Hugo y Herrera Vegas, Diego (2007). El manuscrito de Joaquina: San Martín y el secreto de la familia Alvear. Catálogos. Argentina


Notas de diarios, revistas y portales

Mendoza, Juliana (2017). Palacio Errázuriz: La belle époque parisina en suelo porteño y abierta a todo el público. Revista Hábitad. Recuperado de http://revistahabitat.com/?p=4118

González Montaner, Berto (2016). Curiosidades y secretos del ex Palacio Errázuriz. Clarín. https://www.clarin.com/ciudades/Curiosidades-ex-Palacio-Errazuriz_0_H1tbNWkp.html

Rabaini, Agustina (2019). Errázuriz Alvear, el último de los palacios de la Buenos Aires belle époque. La Nación. https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/errazuriz-alvear-ultimo-palacios-buenos-aires-belle-nid2310597

Chatruc, Celina (2020). Patrimonio: el invaluable legado de la era dorada de los grandes coleccionistas. La Nación. https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-invaluable-legado-de-la-era-dorada-de-los-grandes-coleccionistas-patrimonio-nid2331265

Parajó, Marcelo (2018). El Palacio Errázuriz-Alvear, sede del Museo Nacional de Arte Decorativo, cumple 100 años. Perfil. https://www.perfil.com/noticias/arte/el-palacio-errazuriz-alvear-sede-del-museo-nacional-de-arte-decorativo-cumple-100-anos.phtml

Un viaje por la historia argentina, en el palacio Errázuriz Alvear (2010). El Litoral. https://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2010/05/29/escenariosysociedad/SOCI-04.html

Maglione, Alejandro (2017). El Errázuriz: un palacio que refleja lo mejor del siglo XX porteñoEl Errázuriz: un palacio que refleja lo mejor del siglo XX porteño. Revista Vinicius Argentina. http://www.viniciusargentina.com.ar/2017/02/08/el-errazuriz-un-palacio-que-refleja-lo-mejor-del-siglo-xx-porteno/

De Cózar, Álvaro (2008). Oro, plata y 249 cadáveres en el fondo del mar. El País. https://elpais.com/diario/2008/04/13/cultura/1208037603_850215.html

La justicia de EEUU falla a favor de España y obliga a Odyssey a devolver el tesoro (2012). Libertad Digital. https://www.libertaddigital.com/sociedad/2012-02-01/la-justicia-de-eeuu-falla-a-favor-de-espana-y-obliga-a-odyssey-a-devolver-el-tesoro-1276448715/

Espinosa Pedro (2012). Por la memoria de don Diego. El país. https://elpais.com/ccaa/2012/09/22/andalucia/1348338998_835534.html

Grandes pasiones argentinas. Regina Pacini & Marcelo Torcuato de Alvear: el dandy y la diva del canto (2005). La Nación. https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/regina-pacini-marcelo-torcuato-de-alvear-el-dandy-y-la-diva-del-canto-nid669114/

Urueña, Gustavo (2015). “Coeur Volant”, el regalo de Marcelo re Alvear a Regina Pacini. Mirada Atenta. https://miradaatenta.wordpress.com/2015/11/12/coeur-volant-el-regalo-de-bodas-de-marcelo-de-alvear-a-regina-pacini/

Peiró Claudia (2017). Revés para la familia Alvear: la Cámara rechazó su pedido de ADN para probar la filiación con San Martín. Infobae. https://www.infobae.com/sociedad/2017/07/14/reves-para-la-familia-alvear-la-camara-rechazo-su-pedido-de-adn-para-probar-la-filiacion-con-san-martin/

Vicuña, Benjamín (2020). Una indígena, una familia de alcurnia y un secreto detrás del nacimiento de San Martín. El tribuno. https://www.eltribuno.com/salta/nota/2020-2-25-15-44-0-una-indigena-una-familia-de-alcurnia-y-un-secreto-detras-del-nacimiento-de-san-martin

Peiró, Claudia (2017). ¿San Martín mestizo? "Ningún documento menciona nada sobre una relación de Diego de Alvear con una indígena". Infobae. https://www.infobae.com/sociedad/2017/07/15/san-martin-mestizo-ningun-documento-menciona-nada-sobre-una-relacion-de-diego-de-alvear-con-una-indigena/

Hanglin, Rolando (2016). La insólita entrada de San Martín en la historia argentina. Infobae. https://www.infobae.com/2016/02/11/1789357-la-insolita-entrada-san-martin-la-historia-argentina/

Chumbita, Hugo (2000). La interminable espera de Rosa Guarú. Página 12. https://www.pagina12.com.ar/especiales/sanmartin/pag07.htm

Pignatelli, Adrian (2020). El nacimiento de San Martín: el sacrificio de sus padres, la tristeza de su nodriza y la higuera de su niñez. Infobae https://www.infobae.com/sociedad/2020/02/25/el-nacimiento-de-san-martin-el-sacrificio-de-sus-padres-la-tristeza-de-su-nodriza-y-la-higuera-de-su-ninez/

Abdala, Verónica (2000). Están ofendiendo la memoria de San Martín. Página 12. https://www.pagina12.com.ar/2000/00-08/00-08-04/pag30.htm

Fraga, Rosendo (1999). A un siglo del Abrazo del Estrecho. La Nación. https://www.lanacion.com.ar/opinion/a-un-siglo-del-abrazo-del-estrecho-nid128136/

Las relaciones con Chile: Encuentro Roca-Errázuriz en Magallanes (1999). Clarín. https://www.clarin.com/politica/cumbre-distension_0_r1h-NLRgRFl.html

Los por qué del Basurero. Su historia. (2012). Portal Ancaloo. http://www.ancaloo.com.ar/nota/5464/los-porque-del-basurero-su-historia

Doña Josefina de Alvear, un poco más y se la llevan (2007). Portal Ancaloo. http://ancaloo.com.ar/nota/2223/do-a-josefina-alvear-un-poco-mas-y-se-la-llevan

Fue repuesta la estatua de Doña Josefina (2007). Portal Ancaloo. http://ancaloo.com.ar/nota/2238/fue-repuesta-la-estatua-de-do-a-josefina

Audaz atraco con rehenes en Estancia Ancalú. Portal Ancaloo. http://ancaloo.com.ar/nota/3403/audaz-atraco-con-rehenes-en-estancia-ancalu-ii

Caravaggio, Ariel (2019). El rostro digital de San Martín: los rasgos actualizados del Padre de la Patria. Clarín. https://www.clarin.com/sociedad/rostro-digital-san-martin-rasgos-actualizados-padre-patria_0_B-mCW4u1.html

Tébar, Miguel (2014). El tesoro de Nuestra Señora de Las Mercedes se muestra por fin al público. El País. https://elpais.com/cultura/2014/05/29/actualidad/1401381061_241224.html

Cózar, Álvaro (2012). Oro para España. El País. https://elpais.com/cultura/2012/02/25/actualidad/1330158404_036790.html

Olaya, Vicente G. (2020). El segundo tesoro de la Mercedes. El País. https://elpais.com/cultura/2020-06-16/el-segundo-tesoro-de-la-mercedes.html

Sitios/blogs de internet

https://www.alvear.es/

https://museoartedecorativo.cultura.gob.ar

https://www.genealogiafamiliar.net

https://apym.hcdn.gob.ar/

http://www.clubdelprogreso.org/

http://www.acciontv.com.ar

http://www.arcondebuenosaires.com.ar/

https://www.argentina.gob.ar/interior/archivo-general-de-la-nacion

Archivo de la revista Caras y Caretas

Biblioteca Nacional de España - Proyecto Hemeroteca Digital. http://hemerotecadigital.bne.es/index.vm